Fallece el músico y pintor Armando Guerra, bajista de los Black Stones

PALOMA. F. GÓMEZ PONTEVEDRA / LA VOZ

OBITUARIOS

Además de músico, Armando Guerra fue el último inquilino que resistió en las galerías Oliva de Pontevedra
Además de músico, Armando Guerra fue el último inquilino que resistió en las galerías Oliva de Pontevedra CAPOTILLO

Tras 60 años de carrera musical, el artista falleció este sábado en Pontevedra después de luchar contra una larga enfermedad

26 jul 2025 . Actualizado a las 21:43 h.

Armando Guerra (Pontevedra, 1949) ha fallecido este sábado por la mañana en Pontevedra tras luchar contra una larga enfermedad. Bajista del grupo Black Stones, comenzó su carrera musical hace unos 60 años. Lo hizo con los Phoniks, acompañado de los músicos Andrés Puga, a la guitarra, e Isolino, en la batería. Además, a lo largo de su vida dejó huella también en otros grupos como Royal Juvens Group y los Drakkars. En el año 1996 pasó a formar parte de los ya históricos Black Stones, banda en la que permanecería hasta hoy. 

Admirador absoluto de The Beatles, su amigo y compañero Tino Domínguez recuerda como, para ellos, eran mucho más que una banda: «Eran un símbolo de creatividad, cambio y amistad». Explica también que poder compartir esa afición con su amigo Armando le permitió «entender la importancia de la música como lenguaje universal que une corazones y sobrevive a las despedidas». 

Armando, en palabras de Tino, contaba con un «entusiasmo por la música y la cultura» que «enriquecía cada conversación, cada momento juntos». Y es que al pasear por las calles de Pontevedra, su ciudad, era habitual cruzarse con Armando, siempre acompañado de un libro bajo el brazo. Este entusiasmo también se podía ver reflejado en su otra gran pasión, la pintura. En sus obras, casi siempre aparecía el mar, ya fuera reflejado en una tempestad, a través de los barcos o mediante el retrato de un puerto.

Además, gran parte de su labor como pintor también la dedicó al costumbrismo. Plasmaba diferentes personajes populares en situaciones habituales, comunes. Entre estas obras pueden destacarse escenas de taberna, niños jugando a la orilla del mar o una vendedora de pescado. El océano, una vez más, presente. A lo largo de su vida realizó varias exposiciones, tanto en solitario como compartidas. Una de ellas, a mediados de los sesenta y junto a su amigo Javier Albatros, ocupó el antiguo Ateneo de Pontevedra.

Tino Domínguez ha querido aprovechar la ocasión para dirigirse a «todos aquellos que han perdido a un amigo». Así, asegura que «aunque la despedida duele, la amistad verdadera nunca muere» y anima a que la música y las buenas historias «sigan siendo el puente que mantenga vivo ese vínculo».