La emergencia del refugiado climático

MERCADOS

Los sucesos climáticos extremos tendrán un impacto en la economía global. Más en el sur que en el norte y se calcula que unas 1.200 millones de personas sufrirán las consecuencias
13 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.El cambio climático es una realidad incontestable. Afecta a muchos aspectos de nuestra vida cotidiana en la medida que las modificaciones que se están produciendo generan situaciones de emergencia que tienen un impacto social y económico muy relevante. Tanto el coste humano como el material derivado de los desastres exigen una reflexión y una cuantificación rigurosa para poder proceder a atenuarlo, mitigarlo o llevar a cabo tareas de adaptación y corrección. Se estima que 1.200 millones de personas están en riesgo de desplazamiento forzoso en todo el mundo y que dicha cifra llegará a 2.500 millones en el año 2050 debido a las condiciones climáticas extremas.
Naciones Unidas define el cambio climático como la variación a largo plazo de las temperaturas y de los patrones meteorológicos de la Tierra. Las causas, aparte de las naturales, proceden de las actividades humanas; y, dentro de estas, del incremento adicional de las concentraciones de los gases de efecto invernadero en la atmósfera (GEI). Dichas emisiones provienen de diversas fuentes: desde la quema de combustibles fósiles; uso de fertilizantes que contienen nitrógeno, utilización de gases fluorados empleados para usos diversos desde la refrigeración o aerosoles, hasta la producción de metano. Dichas emisiones de GEI han crecido sustancialmente a partir de los años setenta del pasado siglo; y dicho crecimiento fue desigual tanto en los que respecta a los países y economías como a los distintos niveles de especialización de las actividades económicas.
Las secuencias de dichas dinámicas están muy bien explicadas en los documentos técnicos al uso. Es decir, prosiguen unas sendas muy concretas. En primer lugar, las actividades humanas generan emisiones de gases de efecto invernadero (que son flujos) y se acumulan progresivamente en la atmósfera (formando un stock); incrementando, por tanto, su concentración. Más tarde, dichos aumentos en lo relativo a la concentración modifican las dinámicas climáticas, afectando a parámetros esenciales como la temperatura y precipitaciones. Y, más tarde todavía, las alteraciones meteorológicas derivan en peligros físicos que pueden ser agudos (inmediatos) o crónicos (graduales).
Existe un amplio conjunto de análisis tanto introductorios como enfocados de manera específica al análisis de los impactos económicos derivados del cambio climático. También, se dispone de un inventario muy numeroso de estudios que reflejan no solo los impactos económicos; sino que los amplía a otras dimensiones, como los efectos sobre la salud humana, el equilibrio de la biodiversidad, los movimientos migratorios o los niveles de desigualdad en lo relativo a las condiciones de vida.
tendencia en españa
En España, los GEI muestran una tendencia ascendiente. Sin embargo, últimamente, merced a ciertos planes y acuerdos dirigidos a mitigar los efectos del cambio climático, se ha logrado desacelerar el crecimiento de emisiones. Se ha pasado de presenciar tasas de aumento del 35,8 % en el período 1970-1990 y del 34,4 % en la fase 1991-2007; para descender a un 19,1 % en los años que van del 2008 al 2022. Dicho descenso es atribuible en gran medida a la implementación de políticas medioambientales y al impulso de acciones a favor de la descarbonización.
Atendiendo a los sectores, las emisiones de GEI se concentran principalmente en el transporte (30,7 %), en la industria (18,4 %) y en la generación de electricidad (14,5 %), O sea, tres actividades concentran el 63 % del total de las emisiones de GEI; siendo por tipos de origen el dióxido de carbono, con un 79 % del total, quien predomina frente al restos de los orígenes causantes de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Los efectos de dichas dinámicas generan alteraciones de los parámetros tradicionales. O sea, presenciamos: I) aumentos de temperatura (en España ha subido un 1,7 %); II) aumentos de los veranos (ahora duran 5 semanas más que a comienzos de la década de los ochenta); III) aumentos de las noches tórridas (se multiplican por 10 desde 1984 en las 10 capitales españolas más pobladas); IV) incrementos del número de días de olas de calor (se duplican desde 1982); v V) aumento del nivel del mar (el ascenso es muy notable desde 1983); VI) disminución de las precipitaciones (se reducen y su distribución es diferente); VII) disminución de los caudales de los ríos ( en el período 1966-2005 se contabiliza un descenso del 1,45 % anual); VIII) expansión de los suelos de tipo semi-áridos (aumento en superficie en 30.000 km2 respecto al período 1961-1990); IX) aumento de la temperatura del agua marina (ha ascendido 0,34ºC desde la década de los años ochenta); y X) desaparición de glaciares (un 10 % de la superficie del territorio).
Bajo estos cambios de parámetros y variables resulta obvio decir que presenciamos nuevos episodios de fenómenos meteorológicos que ocasionan peligros físicos, por un lado; y nuevos escenarios de evolución, por el otro. Es decir, asistimos a dos tendencias. Una, referida a los peligros agudos, aquellos que generan consecuencias inmediatas y graves; tales como las olas de calor, sequías, aluviones torrenciales, inundaciones e incendios. Y, la segunda, los peligros crónicos, que son aquellos cambios graduales que ocurren a largo plazo debido al cambio climático. Nos referimos a los aumentos de temperaturas, disminución de precipitaciones, aumento del nivel medio del mar o el aumento de las temperaturas del mar.
Efectos
Por tanto, los riesgos del cambio climáticos afectan a los recursos hídricos, costas, salud humana, ecosistemas terrestres, desertización, medio urbano, ruralidad, actividades primarias, medio marino, transporte, energía, turismo y niveles de riqueza, desigualdad y calidad de vida.
La cuantificación o los grados de magnitud de los impactos se han venido estudiando desde hace poco tiempo. No todos los países sufren en el mismo nivel las consecuencias del cambio climático. Los países de la Europa del sur están más expuestos que los del norte debido a los excesos de calor. Lo mismo sucede en España, donde se proyectan olas de calor más intensas en las comunidades y ciudades meridionales que en las del Cantábrico, pudiendo llegar a predecir una reducción del PIB entre un 2-3 %, de cara a escenarios proyectados a 2040-2050.
Con respecto a las proyecciones sobre las economías mundiales, se indica que la renta per cápita podría verse recortada en un 19 %, para el año 2049, independientemente de las decisiones futuras sobre las emisiones. Para España, los cálculos indican una disminución de un 17,8 %. Desagregando los efectos a nivel autonómico, señalaremos que las comunidades más expuestas serían las de Extremadura (con efectos de reducción del PIB per cápita de un 21 %); Andalucía (20,3 %); Madrid (19,9 %); Castilla La Mancha (19,6 %) y Murcia (18 %). Las menos expuestas corresponden a las Islas Canarias (12,7 %); Galicia (13 %) y Cantabria (13,7 %).
De la misma forma, los daños acumulados derivados de las elevaciones del nivel del mar podrían afectar a las ciudades costeras de manera muy relevante. En este caso, las más afectadas serían las ciudades de Castellón, Cádiz y Valencia; y las menos corresponderían a las ciudades gallegas; aunque en este caso las ubicadas en el norte (provincias de Lugo y A Coruña) serían las menos afectadas y las localizadas en la provincia de Pontevedra serían más susceptibles de daños. O sea, los riesgos siguen una distribución norte-sur.
No cabe duda, pues, que los efectos derivados del cambio climático afectan a una amplitud elevada de actividades y parámetros. Se señala normalmente el tema de las temperaturas; pero existen más implicaciones; y, por tanto, es preciso evaluar las dimensiones económicas, sociales, laborales, de riqueza, demografía y de esperanza de vida. Esto es, estamos ante un asunto de gran trascendencia y preocupación que exige adoptar medidas de forma continuada y precisa. De no hacerlo, es necesario abordar el caso de las personas obligadas a dejar sus tierras y ecosistemas; es decir, «el refugiado climático». O sea, aquellas personas desplazadas por la fuerza que se encuentran cada vez más desamparadas sin un lugar seguro al que recurrir, debido a una marcada perturbación ambiental. Su cuantificación se estima en más de 1.200 millones de personas en el 2050, cifra más que elevada debido a los desastres relacionados con los sucesos climáticos extremos para las que se reclaman marcos institucionales apropiados y justos.