Klaus Schwab, las sombras del primer líder

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ABRALDES

04 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Acoso, discriminación, corrupción, manipulación de informes (...). La lista de acusaciones contra Klaus Schwab (Alemania, 1938), el hasta hace unos días presidente del Foro Económico Mundial (más conocido como Foro de Davos), ha trastocado los resortes del que está considerado el más importante encuentro global que cada año reúne a líderes políticos, empresariales y sociales para debatir los desafíos más urgentes del mundo. El entorno más próximo del octogenario economista y profesor —se formó en Suiza y realizó estudios en Harvard— anticipaba la intención del ilustre anfitrión de abandonar la primera línea de gobierno del foro cuando una carta anónima dirigida a la junta directiva del FEM cuestionaba la integridad y la credibilidad de la institución al destapar una posible manipulación del informe de competitividad, que clasifica a los países por su productividad y resiliencia. Un dardo que puso en la picota a su máximo dirigente hasta obligarle a «una jubilación anticipada», para esconder lo que ha sido una dimisión en toda regla.

Pero por qué se ha montado semejante revuelo cuando la Fundación de Davos es una institución de origen familiar (su esposa Hilde y su hija Nicole trabajan en entidades vinculadas a la organización) creada sin ánimo de lucro hace más de medio siglo por el propio Schwab. Básicamente porque se trata de uno de los grandes acontecimientos del mundo de los negocios y de la política mundial. Casi nada. Porque todo dirigente que se precie, si no figura en la selecta relación de invitados cada finales de enero, su capacidad de influencia es inexistente.

La cuestión es cómo sin estar en las listas de los más ricos del globo, ni de los empresarios más talentosos, ni desempeñar un cargo político de relevancia, Klaus Schwab ha sido capaz de congregar año tras año en una pequeña y nevada aldea suiza, hoy convertida en ciudad, a las personalidades más reputadas del planeta.

Quizás le haya inspirado esa ansia por «construir un mundo mejor» que arrastra desde la infancia el fundador de Davos, al nacer poco antes del estallido de la segunda Guerra Mundial y crecer en plena reconstrucción europea. Dicen que le marcó profundamente.

La historia del Foro de Davos surge tras la publicación de su primer libro «Gestión de la empresa moderna en la ingeniería mecánica» y supone el lanzamiento de su proyección al mundo de los negocios. Fue en 1971 cuando Schwab convocó en Davos a 450 empresarios europeos para discutir los desafíos a los negocios europeos en el mercado global. Curiosamente, también ese año contrajo matrimonio con Hilde. Desde entonces, ampliaría áreas de debate, como la de emprendimiento social dirigida a jóvenes, de quienes gusta rodearse, convencido de que son ellos los que enseñan a los mayores.

Aficionado al fútbol como seguidor del FC Bayern Múnich, Klaus es —o lo era— nadador habitual, senderista y un entusiasta participante del Maratón de Esquí de Engadina. Ha dedicado más de medio siglo a reunir a los más influyentes sobre la marcha del mundo, ha situado a Davos como cita indiscutible. Una lástima que su legado se ensombrezca por presuntas prácticas irregulares. Encumbrarse conlleva esos riesgos. Está por ver si también se lleva por delante el foro de referencia mundial.

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