Empanada de bonito

Emilio R. Pérez

LUGO

03 jul 2025 . Actualizado a las 18:20 h.

En estos días de calores seudotropicales en que las glándulas sudoríparas no dan abasto, bajar a mediodía por la Avda. de La Coruña rumbo al centro, resulta para mí un ímprobo ejercicio de lo más devastador. Aparte de lidiar con los dolores articulares de rodilla para abajo y soportar la secreción molesta de fluidos diversos, a esa hora de esta época estival en que los rayos uva caen a plomo en modo cenital, es imposible resguardar la calva bajo sombra alguna, se me pone cual opíparo tomate de la huerta a la sazón y corro un nada desdeñable riesgo de insolación. Me compré una gorra de esas de visera que utilizan los chavales esos que se contorsionan mientras bailan rap o lo que sea, pero en llegando a la muralla alguien me dijo ¿a dónde vas con esas pintas?. Qué pasa, ¿me queda mal? Hombre, a tus años y esa cara de empanada esa gorra… una boina está mejor. Gestiono mis asuntos por el centro -vaya horas que me ponen- y de regreso a Garabolos me sublevo para mis adentros. Cara de empanada, dice… pues anda que la tuya no la aguanta diez segundos ni el espejo más adulador. Pero bueno, algo de razón sí tiene: para encuadrar el rostro en la pantalla de mi móvil, no me llega con estirar el brazo a tope. Ahora bien, de boina nada, a mí no me la calan ni borracho hasta las trancas… Espera… ¿y ese fedora nuevo sin estrenar que, regalo de mis hijos, tengo en casa?... Psché… Demasiado fino. Un sombrero así pide corbata, pañuelo, genética elegancia… No sé, tendré pintas de capo, seguro, y viéndome con él sospecharán que se ha instalado en Lugo algún cártel de la mafia. Ya por casa. Cara de empanada, dice. Ni se me ocurre contárselo a mi almohada, pero algo capta.