Carlos Jaramillo, médico: «No es normal necesitar un café para arrancar el día»

VIDA SALUDABLE

El reconocido divulgador remarca que «la mejor medicina es enseñarle a la gente a no necesitarla»
03 jun 2025 . Actualizado a las 17:38 h.Carlos Jaramillo estuvo a punto de morir por una meningitis a finales del 2014. Ese episodio dio un vuelco a su vida personal, pero también profesional. El reconocido doctor colombiano se marcó una meta: enseñar a la gente que la mejor medicina es aquella que no se necesita. Para conseguirlo, no duda en colgar la bata blanca y divulgar en redes sociales —solo en Instagram le siguen más de 2,2 millones de personas— y escribir libros que se acaban convirtiendo en bestsellers internacionales como El milagro metabólico (2022) y El milagro antiestrés (2021). Su última obra acaba de llegar hace pocos días a las librerías españolas, Antiestrés (Diana, 2025), y el autor no para de firmar ejemplares en la Feria del Libro de Madrid.
Graduado en Medicina por la Universidad de La Sana (Colombia) y se certificó como médico funcional (IFMCP, Institute for Functional Medicine Certified Practitioner, por sus siglas en inglés) en Estados Unidos. Tiene varios estudios de posgrado en bioquímica y fisiología clínica de la Universidad de Harvard e inició su camino en la nutrición de la mano de Stanley Dudrick, su maestro en el programa de Nutrición Clínica e Hiperalimentación dentro del programa de Cirugía de la Universidad de Yale.
—¿Qué es exactamente el estrés?
—El estrés forma parte de la vida de todo el mundo. A veces oímos: «No, yo no me estreso». Es mentira, porque el estrés ha existido en toda la historia de la humanidad. Ya sea por la llegada del invierno, el verano, la falta de comida, una infección, caminar mucho o por lo que sea. Es parte de la vida, siempre lo ha sido y lo seguirá siendo. Es una capacidad, la capacidad de respuesta que tiene el cuerpo ante un agente interno o externo que nos provoca una carga. Puede ser mental, física o química, pero yo respondo. Y si la carga sube de intensidad, sigo respondiendo. Pero cuando crece y sigue creciendo, pierdo la capacidad de responder. Pero el estrés no es negativo, es muy necesario para el cuerpo.
—¿Cuándo se convierte en un problema?
—Cuando es algo tan agudo o crónico que pierdo la capacidad de responder adecuadamente. Pensemos en un amortiguador. ¿Para qué está hecho? Me siento y hace que rebote. Pero si le pongo más carga de la que debería, llega un punto en el que se daña. Voy, me siento y no responde; no hay rebote porque el resorte está dañado. Ahí es cuando vienen todas las manifestaciones. Cuando a una moto se le daña el amortiguador, cuando la montes también se le va a dañar el rodamiento, los discos, las pastillas, los frenos, la rueda…
—¿Y cuando la moto es nuestro cuerpo?
—No hay ningún órgano que no se vea afectado por el estrés. Pero si nos centramos en las manifestaciones iniciales, uno puede tener cansancio, fatiga, recuperarse mal del ejercicio, sentirse un poco deprimido o con un poco de niebla mental, tener bruxismo, calambres, dolores musculares, de cabeza, mandibulares, problemas tiroideos, gastritis, aumento de peso, pérdida de peso, de apetito, infartos, enfermedades autoinmunes, cánceres... Lo que quieras y hasta donde quieras llegar.
—Le voy a leer una frase suya: «La mejor medicina que podemos practicar es enseñar a la gente a no necesitarla». Existen muchos trastornos de la salud mental que justamente se relacionan con el estrés para los que se receta farmacología. ¿Qué opinión tiene sobre este tipo de medicación?
—¿Cuántos años tienes?
—27.
—¿Y cuántas veces y en dónde, a lo largo de todo lo que has estudiado en tus 27 años, te han enseñado sobre tus emociones, creencias, sentimientos y su manejo? Sobre cómo hacerte responsable de todo lo que te pasa en la vida, cómo gestionarte.
—En un aula, pocas.
—Pero invirtieron mucho tiempo en enseñarte el pico más alto de Europa y los ríos más importantes. Y hoy será un día más en el que te levantas sin aplicar toda la trigonometría profunda, en esa que gastaste tanto esfuerzo. Pero si te hubieran enseñado a comer, a manejar tus emociones, a hacer ejercicio, a cambiar una lámpara en tu casa, a cocinar, a invertir, a ahorrar y a manejar tus impuestos, seguramente te hubieran enseñado cosas que son más valiosas y que sí forman parte de tu vida. Si a mí me enseñan desde niño a que el mundo tal cual como yo lo veo es una creencia mía, que el mundo tal cual como yo lo veo es solamente una realidad para mí, la forma en la que veo a las personas, la vida, cómo me relaciono con el mundo y con la vida, va a ser diferente. Por eso, la mejor medicina es enseñarle a la gente a no necesitarla. Tengo un amigo que es psiquiatra, que dice que los antidepresivos son como los analgésicos, como un analgésico cerebral. Y me parece hermosa la definición.
—¿Por qué?
—Porque si tengo dolor en una rodilla y necesito rehabilitarme, ¿el analgésico va a hacer que lo consiga? No. Sí va a disminuir el dolor para que yo pueda hacer ejercicio y pueda recuperar el músculo, la fuerza en el tendón, en el ligamento y pueda resolver el problema que tengo. El antidepresivo funciona así, reduce síntomas para que yo pueda resolver las cosas de una manera correcta. Pero si me lo tomo y no hago nada por mí, es como si me tomo ese analgésico y no haga nada más por mi rodilla. El dolor y debilidad van a seguir ahí. A la larga, lo más positivo es que yo pueda hacerme responsable de mí mismo.
—Voy a cambiar totalmente de tema, pero ¿qué consecuencias tiene vivir con nuestros ritmos circadianos alterados?
—Empiezo a dormirme más tarde, a no despertarme con la luz del día o, de pronto, tengo cortinas tan oscuras en mi cuarto porque no quiero que no entre ni un rayo de luz aunque sean las nueve de la mañana, porque mi cerebro lo interpreta como si fueran las cuatro de la madrugada. También si me despierto por la noche, si duermo y siento que no reparo, si me da hambre o es lo primero que siento al despertarme, o me despierto muchas veces para orinar. Todo esto son advertencias de que mi ciclo circadiano está alterado.
—¿Entonces lo ideal sería que nos despertásemos sin despertador?
—Sí, eso sería lo ideal.
—Ideal, pero no siempre posible.
—Aquí en España el día empieza y acaba más tarde. Donde yo vivo (Colombia) o donde vivía antes (Estados Unidos) la vida arranca y acaba más temprano. Por lo tanto, si me voy a despertar aquí a las cinco de la mañana, sí, necesito un despertador.
—¿Y si necesito un café para arrancar el día?
—No es normal. Yo le digo mucho a los pacientes que la persona que más necesita dejar el café es la que siente que lo necesita. El que siente que si no tiene ese patadón de cafeína su vida no arranca. Yo tomo mucho café por la mañana, pero porque me encanta, no porque lo necesite. Si mi cuerpo necesita ese empujón, algo está pasando aquí.
—En el libro habla de siete pilares de la salud: la alimentación, el ejercicio, la meditación y vivir en el entorno presente, el sueño, las relaciones, la disciplina y los hábitos. ¿De cuál nos olvidamos más?
—El que la gente más negocia es y siempre encuentra excusas es el ejercicio. Pero definitivamente el que la gente más ignora son los tóxicos y el manejo de las relaciones. Todo el mundo dice: «No pues yo soy así», «esa es mi personalidad». Bueno, pues deja de ser así. No tiene que ser algo permanente.
—¿Qué suplementos recomendaría?
—Los suplementos para el estrés dependen de cada persona. Porque hay gente que tiene más estrés no manifestado en la mañana, hay quien por la noche. Existen personas que sufren estrés por alguna insuficiencia puntual en algún alimento, etcétera. Entonces, sí, los adaptógenos, el magnesio, el inositol, la alfa colina... Todo eso son una gama de nutrientes que van muy bien. Entre los adaptógenos está la ashwagandha, la rhodiola, la schisandra, el ginseng, un montón. ¿Pero eso quiere decir que todo el mundo se tiene que tomar todos? No. Hay que entender cuál sí y cuál no, en quién sí y en quién no.
—Ha mencionado uno que está ganando mucha popularidad en los últimos tiempos, el magnesio. ¿Podría hablarme un poco más sobre él?
—El magnesio es un mineral que tiene más de 400 funciones bioquímicas descritas en el cuerpo. Muy necesario, es esencial para la vida. No obstante, vivimos crónicamente deficientes de él, porque la alimentación que tenemos hoy, sumada a condiciones como el exceso de café, de alcohol o del uso de antiácidos, perpetúan que no asimilemos o que perdamos más magnesio de lo normal. Vivimos crónicamente en insuficiencia de magnesio y eso nos trae grandes consecuencias en la salud y no nos damos cuenta.
—Existen diferentes formas.
—Sí, y la forma en la que me lo voy a tomar depende mucho de la necesidad que tenga: glicinato de magnesio, malato o citrato de magnesio, treonato de magnesio. Pero digamos que el citrato es, quizás, el más amigable de todos; muy versátil.
—¿Existe la dieta antiestrés?
—No, más que una dieta antiestrés, es una que no esté estresando tu cuerpo. Mientras no insultes a tu cuerpo, estás con una dieta antiestrés. Por ejemplo, una dieta bien equilibrada, es antiestrés.
—Paro, respiro, observo y reinicio. Es el título del libro. Pero ¿qué es exactamente parar?
—Dejar de sentirte indispensable para todo. Dejar de creer que en tu trabajo eres indispensable,al igual que en tu barrio y en tu casa. Tienes que estar metido en todo, haciendo de todo y cumpliendo con todo menos contigo mismo. Para, para por un segundo. Obsérvate y evalúa tu vida. Parar no es irte a Bahamas, es simplemente eso. Observar tus emociones, tu alimentación o si disfrutas la vida.
—Recalca que debemos agradecer más.
—Agradecer es todo en la vida. Agradecer que vivo, aceptar que en la vida tenemos oportunidades y consecuencias, para la evolución de mí mismo y la transformación de mi forma de ser. Porque si no, lo único que voy a hacer es victimizarme de todo, estar en fricción con todo, lamentarme y quejarme por todo, pelear y ser víctima de todo. Esto también es aplicable a la muerte. Si se te muere un ser querido —el doctor anunció hace un mes por redes sociales la pérdida de su padre—, puedes agradecer la vida de esa persona, el tiempo que estuvo contigo. También es aplicable a una separación. Puedo agradecer a la vida cómo ha sido, o me lamento, que también es una opción. Y ambas son válidas.