
El negocio de la droga sacude la calma del país escandinavo, donde las pandillas reclutan a menores como sicarios y se registra un tiroteo diario
01 may 2025 . Actualizado a las 13:55 h.La fama de Suecia como un territorio seguro ha quedado atrás. El país escandinavo, que era modelo de bienestar y progreso, sufre un aumento de los tiroteos y atentados con cuchillos y bombas relacionados con ajustes de cuentas entre bandas rivales, mientras la policía trata de controlar el mercado ilegal de drogas. Esta lucha entre organizaciones criminales del narcotráfico parece ser la causa detrás del crimen cometido este martes en una peluquería de Uppsala, a 60 kilómetros de Estocolmo, donde tres jóvenes murieron tiroteados por un encapuchado, un adolescente de 16 años que huyó en patinete eléctrico y fue detenido dos horas después. Unos hechos que volvieron a conmocionar a la sociedad sueca ante la violencia presente en sus calles una vez más.
Los perpetradores de estos atentados son adolescentes contratados por no alcanzar el mínimo de edad de responsabilidad penal, situado en 15 años. Las pandillas reclutan a jóvenes en barrios con población de origen inmigrante -principalmente Oriente Medio, África, Balcanes y Turquía- y un entorno socioeconómico desfavorecido, que se concentran en guetos.
El primer ministro, Ulf Kristersson, ha llegado a reconocer que ha perdido el control de la situación ante la proliferación de sucesos por explosiones, y donde los incidentes armados se han cobrado más de 250 vidas desde el 2020.
Según datos de la Policía sueca, tan solo en el último año se registraron cerca de 300 tiroteos, que dejaron un total de 44 muertos y 66 heridos. A pesar de la gravedad de las cifras, son más esperanzadoras que en los últimos dos años, cuando se confirmaron 54 y 62 muertos en el 2023 y el 2022, respectivamente. Unos números que lo convierten en el país de Europa con más homicidios por arma de fuego.
Las autoridades suecas recopilan información sobre tiroteos desde noviembre del 2016. Desde entonces, en Suecia se han registrado algo menos de 2.800 incidentes armados que se han cobrado la vida de 385 personas y han dejado heridas al menos a otras 930 personas. Este 2025 no arrancó de la mejor manera, el tiroteo en una escuela de adultos de Orebro, a 200 kilómetros al oeste de Estocolmo, dejó al menos once muertos y una cifra indeterminada de heridos. Supuso el peor ataque de la historia del país.
30.000 pandilleros
Este aumento en los últimos tres lustros -hasta 2013 no se alcanzaban los 20 asesinatos- tiene detrás a la violencia de las bandas, implantadas en todo el territorio y a las que se estima que se vinculan 30.000 personas. El número de tiroteos mortales se ha más que duplicado desde el 2013, con uno cada día de media.
Mientras, en enero crecieron con fuerza el número de ataques con explosivos, con una media diaria de uno al día. Solo en enero se produjeron 30 agresiones con bombas y granadas de mano, la mayoría en el área metropolitana de Estocolmo, frente a las 13 registradas en el mismo mes del 2024.
Esta violencia, que se concentra en áreas urbanas como la capital, Gotemburgo y Malmö, está estrechamente vinculada al narcotráfico y al control territorial por parte de grupos delictivos organizados. Y es que hace tiempo que el país escandinavo abandonó su estatus de oasis de tranquilidad. El Gobierno conservador asumió el poder en el 2022 tras unas elecciones en las que su gran promesa fue frenar esta violencia. Aunque ha conseguido rebajar los incidentes, los tiroteos, las explosiones y la criminalidad cada vez está más extendida.
El ministro de Justicia sueco, Gunnar Strömmer, ha reconocido que no se podrá erradicar por completo el problema de las bandas hasta dentro de al menos una década por lo enraizado que se encuentran estas organizaciones en la sociedad. «La situación es ciertamente muy grave. Llevará tiempo revertir la tendencia de manera definitiva, especialmente en lo que respecta a los niños», admitía en una entrevista para Financial Times.
Este reclutamiento de menores de edad es uno de los desafíos más complejos. «Su violencia no solo amenaza la seguridad y libertad del público en general, sino que también intimida a los funcionarios de nuestras agencias sociales», señala Strömmer. Advierte de las bandas intentan infiltrarse en instituciones clave del Estado, como la justicia, la policía y las prisiones. Las autoridades suecas han detectado que sus tentáculos llegan hasta a partes del sistema de bienestar, adquiriendo residencias privadas para jóvenes en situación de riesgo y utilizándolas como fuentes de financiación y reclutamiento. Las casas de acogida también se han convertido como un lugar propicio de captación.
Las pandillas reclutan a jóvenes de tan solo 13 o 14 años a menudo mediante promesas de dinero y ropa de marca a través de las redes sociales. «Los niños utilizan sus propias mochilas, no para llevar libros, sino para cargar sobre sus espaldas el mercado de la droga ilegal en Suecia», relataba Evin Cetin, abogado que ha representado a adolescentes víctimas y sospechosos de tiroteos, en una entrevista con la BBC.
El precio de una vida
Estos delitos más graves se anuncian en sistemas de mensajería encriptada. En Malmö ofrecen 3.000 euros por reventar una puerta y 80.000 por matar una persona, más que en Estocolmo donde el precio de un asesinato por encargo desciende hasta los 50.000. En la tercera ciudad de Suecia es más caro por la presencia de personalidades más importantes y el riesgo de mayores represalias.
«Nunca he matado a nadie, pero he hecho daño a mucha gente», cuenta un joven miembro de una banda de delincuentes en un reportaje de Euronews. Este adolescente anónimo ha pasado de traficar con droga a cometer crímenes de más entidad. Los menores sospechosos de asesinatos se cuadriplicaron en el 2023. Y es que las bandas recurren a ellos porque no se puede exigir la misma responsabilidad penal, como la cadena perpetua con la que se castigaría a un adulto.
«Se recluta a menores porque aún no tienen una comprensión clara de lo que está bien y lo que está mal a esa edad. Y es fácil manipularlos con dinero, por ejemplo, regalándoles ropa. Piensan que es bueno para ellos. Luego les dicen: '¿Por qué no nos hacemos amigos?' Así es como empieza todo y luego se convierte en una espiral», describe uno de los adolescentes captados.
Crímenes transfronterizos
Este problema ha cruzado fronteras y se ha extendido a sus vecinos escandinavos, lo que ha generado malestar en los gobiernos danés y noruego. Estos sicarios, generalmente de origen extranjero, cruzan la frontera de Dinamarca. Así, la policía del país vecino ha registrado 25 adolescentes suecos reclutados para encargos que van desde amenazas y vandalismo hasta explosiones e intentos de asesinato con armas de fuego.
Copenhague y Oslo culpan de la situación a las políticas migratorias aplicadas en Suecia, un análisis en el que coincide Strömmer, ministro de Justicia sueco, que culpa a anteriores administraciones: «Durante mucho tiempo, hemos adoptado unas políticas demasiado ingenuas y pasivas respecto a la delincuencia y la integración. Por eso ahora estamos llevando a cabo un giro radical. En gran medida con Dinamarca como modelo». El territorio danés ha recibido menos inmigrantes y ha desarrollado políticas para que no se junten en guetos, sino para favorecer su integración en la sociedad. Y en esta mano dura ha puesto la mira el Gobierno sueco para atajar el problema de las bandas, reconociendo que tardarán como mínimo una década en poner fin a la violencia en las calles.