
La autora superventas, con millones de ejemplares leídos en todo el mundo y traducida a 35 lenguas, se convirtió en un gran fenómeno con «El tiempo entre costuras». Ahora triunfa con «Por si un día volvemos»
02 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Nos recibe serena e ilusionada en un céntrico hotel de la capital. Juega con su cabello y un collar de estilo africano que luce sobre un jersey de punto azul marino, mientras da sorbitos a un oloroso café con leche. María Dueñas (Puertollano, Ciudad Real, 1964) mira a los ojos al dar cada respuesta y se muestra cercana y cómplice durante toda la charla. «He cambiado poquísimo desde mi primera novela. Antes no llevaba gafas y ahora sí. En fin, los años pesan y ahora también me tiño más el pelo», confiesa entre risas. La autora superventas, con millones de ejemplares leídos en todo el mundo, traducida a 35 lenguas y que se convirtió en un fenómeno editorial no anunciado con El tiempo entre costuras, está de vuelta para conquistarnos de nuevo con Por si un día volvemos: «Me apetecía dar voz a las mujeres a través de Cecilia Belmonte, porque llevamos muchos años silenciadas y ha llegado el momento de que se nos escuche».
—«Por si un día volvemos» es tu sexta novela. ¿Cómo arranca la chispa de esta nueva historia? ¿Es un escenario, un personaje o quizás es una noticia de la que tirar para narrarnos en este caso la vida de Cecilia Belmonte?
—Casi siempre me surge de un escenario que tiene una historia detrás. En El tiempo entre costuras fue el Tetuán del protectorado español de Marruecos. La chispa aquí de nuevo es un escenario que me interesa, la Argelia francesa de los años veinte, porque sé que allí sucedió algo que puede darme muy buen material narrativo y que conquiste a los lectores. Así desarrollo una ficción mía, pero además va engarzada en un trasfondo histórico apasionante.
—Y así nos presentas a Cecilia Belmonte que cruza el Mediterráneo para comenzar una nueva vida huyendo de la pobreza y de un acontecimiento un tanto turbio.
—Cecilia es una joven inculta y muy pobre, que procede de la España rural, atrasada y atroz de los años veinte y que tras sufrir una terrible violación decide marcharse y emprender una nueva vida bajo otra identidad. No sabe dónde va, nunca ha visto el mar y no tiene ningún propósito y así llega a Orán como tantos otros emigrantes españoles de aquellos años. De nuevo, otra protagonista femenina valiente, con coraje y entereza. Porque no le queda otra más que tirar adelante y sobrevivir. Es una mujer a la que no le sobran virtudes, la verdad. Es una pobrecilla, que parte de cero, no sabe hacer nada, ha sido carne de un abuso sexual terrible y va día a día, superando tropiezos, errores e infortunios a veces hasta de un modo poco ético e inmoral.
—¿Es tu especial homenaje a la mujeres que pasan apuros y dificultades?
—Sí. Es mi reconocimiento a las mujeres ante la adversidad, a la que salen adelante ante los imprevistos y las dificultades que la vida les depara. Me apetecía dar voz a las mujeres a través de Cecilia Belmonte, porque llevamos muchos años silenciadas y ha llegado el momento de que se nos escuche.

—¿Cecilia Belmonte está inspirada en las mujeres que pueblan tu vida personal?
—No. Todo es ficción. Prefiero trabajar con un material orgánico distinto. Me siento más cómoda creando mis personajes desde cero.
—¿María Dueñas saca también, como lo hace tu personaje, coraje y entereza ante los desafíos de la vida?
—Yo he tenido la inmensa suerte de no tener que enfrentarme a tantos obstáculos en mi recorrido vital como la pobre Cecilia. Pero soy una mujer que no me echo a llorar ante la primera dificultad, intento hacerle frente y superarlo. A veces, lo consigo y otras no, pero yo siempre lo intento.
—¿Aprendes de tus personajes? ¿De sus dilemas morales, de la toma de sus decisiones incluso de sus errores? ¿Qué te ha enseñado Cecilia Belmonte?
—Más que aprender, al crearlos yo, soy como su protectora. Eso sí, me siento muy satisfecha de ellas, no como creación literaria, sino por el tipo de mujeres en que se han convertido, por su personalidad, su actitud y su comportamiento. De Cecilia me quedo con su fuerza y lo que ahora llamamos resiliencia.
—En esta novela, a diferencia de las anteriores, vivimos la evolución de tu protagonista hasta la etapa de la madurez. ¿Ha sido un reto?
—Efectivamente, Cecilia llega a la madurez, y abordar esta nueva etapa, en la que deja atrás la juventud, me ha parecido muy interesante. Me ha gustado mucho ver cómo se iba haciendo mayor y hacer este recorrido vital de su mano ha sido muy bonito y emocionante.
—Otro ingrediente que nunca falta en tus historias es el amor... y el desamor.
—¡Claro! El amor siempre engancha y siempre conquista a los lectores y sí, Cecilia tiene muchos amores y desamores. Por su vida, pasan algunos hombres, unos son hirientes y canallas, pero también hay tipos estupendos y maravillosos.
—«Por si un día volvemos» es un título muy evocador y que da pie a un reencuentro. ¿Eres mujer de segundas oportunidades?
—Sí, por supuesto (se ríe). De segundas oportunidades y de quintas. No hay que tirar nunca la toalla, que nunca se sabe lo que nos deparará la vida.
—¿Qué importancia tiene el amor en tu vida personal?
—Estoy casada desde hace muchos años y es un amor de largo recorrido, pero no me quedo solo con el amor sentimental de mi pareja, lo abro al amor de mis hijos, de mis hermanos, de mis maravillosos amigos. Me siento afortunada y voy bien servida de amor en mi vida.
—Respecto al oficio de escribir, ¿has sentido el peso en la espalda de las cinco novelas anteriores?
—No he sentido ningún peso. Nada en absoluto. Cada novela es como si fuese la primera, en cada una parto de cero. Me meto en una especie de burbuja invisible de nueva documentación, nuevo proyecto vital y ni leo mis anteriores historias, ni se me pasan por la cabeza.
—¿Ha cambiado mucho la escritora de «Por si un día volvemos», hoy autora superventas, de aquella joven que debutó en la literatura hace dieciséis años con «El tiempo entre costuras»?
—He cambiado poquísimo. Antes no llevaba gafas y ahora sí... En fin, los años pesan y ahora también me tiño más el pelo. Soy bastante estable y ahora estoy centrada de pleno en la literatura. E incluso repito mi modo de afrontar cada nueva novela, me sale innato. Escribo siempre en casa, unas ocho horas diarias, en silencio, con unos cuantos cafés y el día por delante.
—¿Quién es la primera persona que ha leído esta novela?
—Mis editoras. Cada vez soy más privada en este aspecto. Ahora prefiero la primera lectura de alguien profesional. Mi marido lee partes y le ha gustado mucho.
—¿Sientes que ya has escrito el libro de tu vida o ese todavía está por escribir?
—No. He escrito seis de los libros de mi vida y creo que me quedan unos cuantos más. Con que me quedaran tres, me conformaría.