
El lateral zurdo ferrolano se convierte en el cuarto fichaje del club blanco, que abona 50 millones al Benfica para incorporarlo por seis temporadas
14 jul 2025 . Actualizado a las 19:49 h.«Cualquier jugador de Benfica que tenga un rendimiento como el de Álvaro puede ir a cualquier equipo del mundo». Bruno Lage despejaba preguntas. «Tiene que haber una propuesta, más allá de lo que quiera el futbolista». Era 15 de junio y el Benfica estaba a punto de debutar ante Boca Juniors en el Mundial de Clubes, pero casi todas las atenciones las captaba el ferrolano Álvaro Fernández Carreras (Palma de Mallorca, 2003). La misma cuestión a Rui Costa, el presidente de las Águilas. «Ha habido acercamientos con el Real Madrid», admitió ese mismo domingo. Desde que terminó la última Liga, el viaje de vuelta de Carreras era solo cuestión de encajar la forma. Faltaba el cuándo, pero en la reunión que mantuvieron Florentino Pérez, José Ángel Sánchez y Xabi Alonso el Madrid descartó sondear alternativas. La pieza para completar el tablero, en el carril zurdo, era Carreras. El posible descarte, Mendy. Un mes y 50 millones de euros después, el gallego se convierte en la cuarta incorporación blanca, tras Dean Huijsen, Trent Alexander-Arnold y Franco Mastantuono. Firma hasta el 2031.
Álvaro aguardó su turno con la misma diligencia y discreción con la que ha ido labrando su carrera. Salió de La Fábrica como juvenil en el 2020. Regresa ahora al Real Madrid, con 22 años, como un valor consolidado en la élite y con una gran proyección. Por medio, momentos de despegue, como cuando fue elegido el mejor sub-23 del Manchester United, su año cedido en el Preston de la Championship, o esta última temporada reluciente en el Benfica. La estadística avanzada le señala como uno de los laterales que más pases progresivos intenta y completa de toda Europa, brillando también en los que provocan asistencias y en intercepciones defensivas.
Hubo también ratos de aterrizaje. O aprendizaje. Sufrió en los meses que pasó en Granada, en los que le regatearon la confianza, o el primer año en Lisboa, cuando no contaba con los minutos esperados. Carreras se fue forjando con perseverancia.
«Juan Mata fue mi padre allí»
Aterrizó en Mánchester con 17 años. Solskjaer le vio maneras y lo llamó para entrenarse con el primer equipo. «Me pegué a Juan Mata. Yo no entendía lo que hacía con el balón, era otro rollo. Fue mi padre ahí dentro. Mi inglés tampoco era muy brillante». Compartió vestuario con Cristiano Ronaldo. El United lo cedió al Preston. Quería que aquel chaval espigado, de 187 centímetros de estatura, ganase corpulencia y se acostumbrarse a batirse en el barro. Participó en 42 partidos y ofreció 6 asistencias. «Allí nadie me aseguraba jugar, tenía una competencia muy alta con Robbie Brady, que bajaba de la Premier, y me salió bien. Creo que he dado los pasos adecuados». Empezó conviviendo con una familia británica hasta que su hermano mayor, Fran se instaló para acompañarlo.
En el mismo gimnasio de Ferrol
«Dejó su vida, su gente, por venir conmigo a Preston, un pueblo sin nada que hacer, para perseguir un sueño juntos. Sin mi familia, quizá habría tirado la toalla hace tiempo». Álvaro no ha perdido en este tiempo el contacto con sus raíces. En su cuadrilla de amigos hay varios compañeros de aquel Racing de Ferrol prebenjamín con el que llegó a marcar 164 goles. Su afición al tenis, que también practicó de niño, le llegó en el Club de Campo. En su gimnasio se dejó ver la semana pasada con la naturalidad de siempre. Los usuarios le felicitaban por un fichaje que estaba acabando de cocerse.

«Tenía un físico importante, era rápido, tenía buen golpeo con la pierna izquierda, aunque ya le gustaba empezar a cambiar la pelota de pie». Javier Rodríguez fue uno de sus técnicos en el Racing. Tras unos meses como benjamín en el Galicia de Caranza, se lo llevó el Dépor para su laureada generación del 2003. «Era muy parecido a lo que se ve hoy: muy bueno con balón, y con capacidad para atacar y recorrer muchos metros». David Lagar fue su técnico en Abegondo. En la base del camino hacia el éxito de Álvaro, habrá que mirar siempre hacia Galicia.