El Mundial de Clubes de Infantino y Trump no cautivó a la afición e indignó a grandes ligas y futbolistas

Ignacio Tylko MADRID / COLPISA

DEPORTES

CJ GUNTHER | EFE

El primer Mundial de Clubes agudizó las diferencias entre continentes y evidenció que la FIFA y Estados Unidos tienen mucho que corregir para el de selecciones del 2026

14 jul 2025 . Actualizado a las 17:00 h.

Si el Mundial de Clubes pretendió ser un ensayo de la Copa del Mundo de selecciones que coorganizarán el verano próximo Estados Unidos, México y Canadá, apañada está la FIFA, que debe hacérselo mirar. La tangana final entre los ganadores del Chelsea y los perdedores del París Saint-Germain, con esa agresión de Luis Enrique a Joao Pedro que supone un pésimo colofón del técnico a una temporada colosal, emborronó el cierre del certamen y ratificó la idea de que este invento de Gianni Infantino, mandamás de la FIFA, se asemeja más a un gran torneo de verano, a esa International Champions Cup que los grandes afrontan en sus giras estadounidenses, que a un certamen universal con mayúsculas.

«Soy tonto, está así parado, me empuja, le toco y se tira». Esta confesión de Luis Enrique a sus ayudantes tras la bronca final, no le exime de responsabilidad. Pero más allá de la polémica en sí, del hecho de que un entrenador se meta de lleno en una trifulca, siendo parte activa de la misma, invita a una reflexión. ¿Sería imaginable ver algo así tras una final de la Champions? Seguramente no porque, entre otras razones, los culpables se expondrían a una sanción ejemplar que ahora se antoja improbable. En la la FIFA hay malestar con el preparador gijonés, pero la primera hipótesis apunta a una sanción económica. No parece que el posible castigo se traslade a la Ligue 1, ni a la Champions, ni siquiera a la próxima edición del Mundial porque queda muy lejos, a cuatro años vista.

El papelón de Donald Trump 

Esperpéntico también el teatro montado por Donald Trump. El presidente de Estados Unidos quiso ser tan protagonista en la final que, tras los actos protocolarios de entrega de trofeos, se quedó, literalmente, en medio del grupo de jugadores del Chelsea mientras los londinenses levantaban el trofeo. Figura clave en este negocio y muy bien relacionado con Infantino, Trump atrajo todas las miradas y dejó estupefactos a los jugadores del club inglés que celebraban el primer título mundial sobre el césped del MetLife Stadium de Nueva Jersey.

Infantino abrió un melón en vísperas de la final al calificar de «éxito» el campeonato e incidir, al ser cuestionado por los problemas del calendario, en que los futbolistas y técnicos le dicen que «prefieren jugar y no entrenar». El presidente de la FIFA elogió el apoyo de Trump, reveló que el Mundial ha generado 2.100 millones de euros y repartido más de 1.000 millones entre los 32 participantes.

Infantino justifica el éxito del formato en números y Fifpro muestra las consecuencias para el deporte

«La era de la edad de oro ha empezado, este Mundial ha sido un enorme, enorme éxito», enfatizó el dirigente suizo, feliz de que se vendiesen 2,5 millones de entradas. En el plano económico, pelotazo para los poderosos, con esos 127,7 millones en premios para el Chelsea, 120 para el PSG o 95 para el Real Madrid, que felicitó públicamente a la FIFA y a los estadounidenses por la organización del evento. 

Infantino y sus colegas como Florentino Pérez, enfrentados a su vez a la UEFA, han recibido una respuesta firme de las grandes ligas europeas, con Javier Tebas como mayor exponente, y del sindicato mundial de futbolistas FifPro. El organismo liderado por el argentino Sergio Marchi ha acusado a Infantino de «creerse Dios», perjudicar la salud de los futbolistas y provocar una «peligrosa desconexión con la verdadera realidad que atraviesan la mayoría de los futbolistas en el mundo».

«Lo que se presentó como una fiesta global del fútbol no fue más que una ficción montada por FIFA, impulsada por su presidente, sin diálogo, sin sensibilidad y sin respeto por quienes sostienen el juego con su esfuerzo cotidiano. Una puesta en escena grandilocuente que recuerda inevitablemente al 'pan y circo' de la Roma de Nerón, entretenimiento para las masas mientras detrás del telón se profundiza la desigualdad, la precariedad y la desprotección de los verdaderos protagonistas» denunció FifPro.

Retrasos, interrupciones y protestas, el Mundial comenzó tras duras jornadas de protestas por la política migratoria de Trump, con graves incidentes en Los Ángeles, y, más allá del dinero, dejó conclusiones negativas que deben corregirse pensando en el Mundial del 2026. Imposible esconder los retrasos injustificados en los horarios de los partidos y los descansos prolongados mucho más allá del cuarto de hora de rigor; tampoco las interrupciones constantes de partidos y aplazamientos por el riesgo de las tormentas eléctricas o el calor sofocante al tratar de ajustar los horarios al 'prime time' televisivo europeo.

Europa vuelve a mostrar su dominancia en el panorama futbolístico

Además, demasiados equipos de un nivel paupérrimo, gradas semidesiertas en numerosos encuentros pese a que The Athletic informó de rebajas suculentas en el precio de las entradas hasta para semifinales, y césped por lo general en mal estado. «En Europa no estamos acostumbrados a que el balón bote como un conejo», espetó Luis Enrique tras el triunfo ante Seattle Sounders en el cierre de la fase de grupos.

En el plano deportivo, sorprendió la coronación del Chelsea, pero el Mundial no hizo otra cosa que agrandar más si cabe la enorme diferencia entre el fútbol europeo y el resto. Y eso que los clubes del Viejo Continente echaban el cierre a un curso extenuante, mientras que los representantes brasileños y argentinos, por ejemplo, se hallaban en plena campaña y a tope de forma.

Pese a ese triunfo épico del Botafogo en la primera fase ante un PSG relajado y el heroico desempeño del Fluminense, que alcanzó las semifinales, se impuso la realidad del dominio europeo, con cinco representantes en cuartos de final y tres de cuatro en la penúltima ronda. La final se asemejó a una especie de Supercopa a la baja entre el último campeón de la Champions y el ganador de la Conference, ni siquiera de la Liga Europa. Cole Palmer, el joven prodigio inglés, fue el mejor del torneo, Musiala sufrió la lesión más grave y el torneo no definió el próximo Balón de Oro.