
España no jugó un mal partido, pero no brilló. Pero es que el propio enfrentamiento no fue brillante, por varios factores. Se notó cansancio en los jugadores y se trasladó al campo. El balón no se movió con intensidad, faltaba fuerza. No hubo juego fluido, de velocidad, ni se defendió arriba, presionando, faltaron ocasiones de gol... También hay que tener en cuenta que era una final entre dos equipos con mucha calidad y que se respetan. Los goles llegaron en acciones aisladas.
Hubo alternativas de ambos equipos, pero no un claro dominador. Los mejores jugadores no destacaron, contagiados por el colectivo. Lamine Yamal acusó el cansancio, Nuno Mendes lo defendió bien y no estuvo afortunado en el gol de Portugal. Ni generó muchas acciones de desequilibrio ni participó en el juego. Nico también lo intentó, y no estuvo mal, pero no brilló.
Los cambios no beneficiaron al equipo. A pesar de que entraron jugadores frescos, no aportaron fluidez ni desequilibrio. El partido se atascó con el 2-2. La selección no encontró la manera de generar desequilibrio ni ocasiones de gol. Estuvo demasiado espesa en ataque.
Sin embargo, España está haciendo bien las cosas. Faltaba Rodri. Y la de lateral derecho es una posición importante. Los dos jugadores más importantes, Pedri y Lamine Yamal, no destacaron, de modo que yo concluyo que España tiene mucho margen de mejora, porque debe acoplar a jugadores jóvenes con un gran potencial de crecimiento y deben regresar los que faltan. Va a dar mucho más de sí.