
Suplente por sus molestias el tobillo, rescató a un equipo rácano, que se había comportado como un bloque menor en la primera parte
27 abr 2025 . Actualizado a las 01:32 h.Con un límite salarial para esta temporada de 727 millones de euros; y un pago cercano a los 500 en traspasos por los jugadores que disputaron la final, el Madrid se comportó en la primera mitad como si fuera el Leganés. Como una escuadra vulgar que se encerró en su campo a la espera de que el grande (el Barça) cometiera un error para cazarlo a la contra. Y en esa cuenta no entra Mbappé, el considerado mejor jugador del mundo, en una operación millonaria de la que no hay cifras oficiales ni de primas ni sueldo, y que se perdió los primeros 45 minutos por las molestias en su tobillo.
Los blancos demostraron tras el descanso que son mucho mejor equipo que esa versión tan vulgar mostrada. Mbappé ejerció de Cid y los de Ancelotti se lo creyeron, ofreciendo un intercambio de golpes del que cualquiera pudo salir vencedor. Fue el francés el que se echó el equipo al espalda y el que empató con una falta en la frontal forzada por él mismo, en una genialidad en la que dejó retratado a Íñigo.
Con el galo colaboraron en la remontada un veterano y un veinteañero. Modric y Güler, también salidos desde el banquillo, le dieron otro aire al centro del campo blanco, completamente perdido en combate antes del descanso.
Al Madrid le duró el fuelle mientras Mbappé mantuvo la chispa. Perdió, pero al menos su ejemplo enseña el camino sobre cómo afrontar el próximo clásico liguero. Como lo hizo en el arranque de la segunda mitad.