Joaquín Sabina siguió buscando desde el Coliseum de A Coruña la canción más hermosa del mundo

Carlos Portolés
c. Portolés A CORUÑA / LA VOZ

CULTURA

El público vibró y se emocionó en el primero de los dos conciertos que el de Úbeda dará en la ciudad (el sábado será el segundo) dentro de su gira de despedida

19 sep 2025 . Actualizado a las 18:54 h.

Volvió Sabina a A Coruña como vuelven los grandes. Con rotundidad y vehemencia. Llegó y dijo, más que aquí estoy, aquí sigo. Su mes de abril sigue robado y su bulevar sigue teniendo los sueños rotos. Y todos sus admiradores respiraron aliviados con la sensación de que menos mal. De que todo está en su sitio.

El Coliseum rugió y coreó en los momentos de rugido y coreo. Se emocionó en los puntos de rasgeo sentimental y acompañó a esa voz rota por los zarandeos de la vida y las tiranías de la guitarra. Que, como decía Lorca, llora monótona como llora el agua y es imposible callarla.

Los temas de siempre ahondaron en los dolores irónicos, acaso con un toque cínico, también de siempre. A Sabina nos lo sabemos y, aun así, no deja de abrirnos las bocas, que acaban siempre convertidas en aeropuerto de moscas cuando, con una fuerza que por edad no procede, se levanta de nuevo y otra vez y para siempre a recordar cosas que fueron y cosas que pudieron ser.

A Sabina hay que escucharlo. Y eso hicieron ayer los coruñeses en hermanado tumulto. Quién sabe si vendrá más por aquí. Quién sabe si fue este el cisneo final de su melodía áspera y sus anécdotas etílico-románticas. Lo que sí se sabe, porque en la noche pasada bien se vio, es que sigue aquí y está todavía pergeñando sus diabluras varias. Paso dejen y reverencia hagan para el hombre que intentó escribir la canción más hermosa del mundo.