Así se gestó el aumento en dos plantas del edificio de Cuatro Caminos recién descubierto: «Se aceptó la propuesta más diferente»

VIVIR A CORUÑA

Se utilizaron dos módulos prefabricados para añadir cuatro nuevas viviendas a la edificación original, que en los próximos meses saldrán en alquiler
06 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.La plaza de Cuatro Caminos tiene desde este martes un andamio menos. La rehabilitación del número 19 de la calle Concepción Arenal, un edificio que data de 1940, aún no está terminada, pero ya luce su nueva fachada, que incluye un añadido de dos plantas realizado a partir de dos módulos prefabricados. «Sabemos que hay gente a la que no le gusta, pero estamos muy satisfechos con el resultado. En Patrimonio aceptaron la propuesta más diferente y nosotros estamos de acuerdo», explica Jorge Vázquez Couto, arquitecto del estudio Dousdevinte y autor de la intervención.
El diseño elegido para el añadido es «una especie de telón marrón, plano, que supone una ruptura total con el resto de la edificación original», comenta Couto, quien recuerda que a Patrimonio, dependiente de la Xunta de Galicia, presentaron dos proyectos distintos: uno que era más similar a la edificación rehabilitada y otro totalmente diferente, que fue el elegido finalmente.
Ruth Varela, presidenta de la Delegación del Colegio de Arquitecto de Galicia en A Coruña, señala en cambio que la tendencia del diseño hacia una mayor industrialización provoca «inevitablemente un proceso de homoxeneización e normalización urbana que provoca o rexeitamento da cidadanía, en tanto que a cidadanía non se ve recoñecida culturalmente neste tipo de solucións edificatorias», explica. «Máis alá deste exemplo concreto, no que non vou entrar, o que si é preciso é poñer o acento na necesidade de evitar a deshumanización das cidades e, no caso da Coruña, a necesidade de preservar a idiosincrasia local, plasmada en arquitecturas de gran valor das que podemos e debemos seguir extraendo ensinanzas», añade.
La carta de Venecia

La decisión de Patrimonio no sorprendió a Jorge Vázquez. Explica que la tendencia suele ser apostar por añadidos que se vean diferentes a la edificación a la que se unen. Sobre todo, desde la publicación de la Carta de Venecia de 1964, un documento fundamental en la conservación del patrimonio histórico y arquitectónico, elaborado durante el II Congreso Internacional de Arquitectos y Técnicos de Monumentos Históricos, celebrado en Venecia, Italia. Su aprobación estuvo marcada por la destrucción masiva de monumentos causada en la Segunda Guerra Mundial.
El artículo 12 de esta carta establece que: «Los elementos destinados a reemplazar las partes que falten deben integrarse armoniosamente en el conjunto, pero distinguiéndose a su vez de las partes originales, a fin de que la restauración no falsifique el monumento, tanto en su aspecto artístico como histórico». Más allá de esta carta, Vázquez Couto señala que en los últimos años es más habitual marcar esa diferencia con mayor radicalidad.
Construcción prefabricada
Otro punto clave en esta rehabilitación es que el añadido se realizó mediante la instalación de dos módulos prefabricados de la compañía Ensamble, de Narón. Su colocación tuvo lugar en julio del año pasado. La operación requirió el traslado de las piezas en nueve camiones y la participación in situ de más de 25 profesionales del sector.
Estos módulos prefabricados son diseñados y elaborados en taller, donde se realiza un estudio para identificar cómo se deben distribuir y transmitir las cargas a través de la estructura del edificio. Además, fue necesario reforzar la estructura mediante micropilotaje de los muros laterales, lo que ayuda a distribuir el peso de manera más uniforme y mejora la estabilidad del edificio.
Derechos de vuelo
La adición de altura a un edificio no es posible en todos los casos. Depende de los llamados derechos de vuelo, que son la «prerrogativa de aprovechamiento sobre los edificios existentes que algunos propietarios se reservan en las escrituras de constitución de la comunidad», explicó Toni Freire, arquitecto del área técnica del Colexio de Arquitectos de Galicia (COAG).
Esta facultad es bien conocida en A Coruña porque permitió, en la década de los noventa, añadir muchas de las características jorobas urbanísticas que hoy forman parte del skyline de la ciudad, con ejemplos como el número 7 de la calle Marqués de Amboage o el 13 de la plaza Pontevedra.

Esta posibilidad se vio restringida por el Plan Xeral de Ordenación Municipal de 2008, redactado por Joan Busquets. Sin embargo, todavía hay edificios que conservan esa facultad. Sergio Sampedro, director general de Ensamble, señaló que aprovechar esos derechos de vuelo es una fórmula interesante para aumentar la capacidad residencial de la ciudad. «El precio del suelo está carísimo porque hay poco, así que una manera de crear vivienda nueva en zonas céntricas es crecer hacia arriba. Aprovechar esos derechos existentes en las ciudades es muy interesante».
Antón Ares, de Grupo Ares, propietaria del inmueble, afirmó que la posibilidad de aumentar la capacidad del edificio no fue determinante en la decisión de adquirir y rehabilitar la edificación. Sin embargo, «subiendo dos plantas más, pasamos de 10 viviendas a 14, y eso es un aprovechamiento importante», dijo. El promotor también comenta que está satisfecho con el resultado y que la intervención está muy avanzada, aunque la comercialización no comenzará hasta el tercer trimestre del año. «Se hará en formato alquiler o alquiler con derecho a compra; aún no lo hemos decidido, ni los precios», dice.
Este aumento de la rentabilidad puede ser un incentivo para que inversores apuesten por la rehabilitación. Sin embargo, no es posible en todas las situaciones. «Permitir que los edificios crezcan es un aliciente, pero las condiciones urbanísticas no siempre lo permiten. Por ejemplo, el edificio contiguo, de la misma época, no tiene esa posibilidad», explica Jorge Vázquez Couto.