Yaiza Souto, campeona de kickboxing: «En la patada frontal soy infalible»

Loreto Silvoso
Loreto Silvoso A CORUÑA / LA VOZ

ARTEIXO

Yaiza Souto Iglesias (Vilarrodís, Arteixo, 1996), campeona de kickboxing.
Yaiza Souto Iglesias (Vilarrodís, Arteixo, 1996), campeona de kickboxing. CÉSAR QUIAN

La luchadora de Arteixo se proclamó campeona del mundo de kickboxing ISKA en el tercer «round» ante su competidora, la francesa Sara Alag, en Sobrado dos Monxes

05 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Rocky Balboa podría haber entrenado aquí. Un ring de aire setentero, guantes de boxeo por el techo, fotos de veladas por las paredes y un evidente olor a sudor. En un cartel negro y rojo reza la frase Mala fama, buena vida. Estamos en el Iago Barros Fight Club, en la calle Nueva Travesía de Buenavista del barrio coruñés de Os Castros, para conocer de cerca a la campeona de kickboxing Yaiza Souto Iglesias (Vilarrodís, Arteixo, 1996).

—¿Por qué la llaman BamBam?

—Porque cuando estoy entrenando, al soltar el aire, me sale decir bam, bam, bam... De eso viene.

—¿Cuál es su golpe maestro?

—La patada frontal para arriba y bien cerquita. En eso soy infalible.

—¿Es su punto fuerte?

—Sí, las patadas. Lo que me va más fuerte son las piernas.

—¿Cuándo empezó a dar patadas?

—Entré aquí a los 16 años porque empezó a entrenar mi padre. Por entonces, yo no practicaba ningún deporte, pero en casa me dijeron que había que hacer algo, así que decidí probar y empecé con el kárate y también con el kickboxing.

—Había que moverse y optó por el «sparring».

—Había hecho taekuondo y natación de pequeña, pero, realmente, nunca pasaba de un año. La esperanza de mis padres cuando me metieron aquí era que duraría un mes como mucho. El típico mes de prueba y ya. Al final, les sorprendí a todos y llevo casi diez años en esto.

—Y aún encima se ha convertido en una auténtica campeona.

—[Sonríe abiertamente] Sí, acabo de ganar el campeonato del mundo de kickboxing ISKA pro en la velada de Iago Barros Mala Fama Fighters VI celebrada en Sobrado dos Monxes. En la categoría de menos 55 kilos. Nadie creía que podría llegar tan lejos y aquí estoy.

—Dice su entrenador, Iago Barros, que el combate fue emocionante.

—Él es quien monta la estrategia, que es el que sabe. Empezamos a preparar la pelea tres meses antes, pero este combate ha sido el trabajo de diez años que se demostraron encima del ring. Detrás hay mucho sufrimiento y muchos entrenamientos.

—¿Cuál fue la clave de su victoria?

—En el primer asalto los dejé a todos asustados porque iba perdiendo y casi caigo por KO. En el segundo round remonté y en el tercero, de tanto repetir middles, que son las patadas al centro, mi competidora francesa ya no salió en el cuarto asalto. Se retiró. Luego me enteré de que se rompió dos costillas.

—¿Cómo se sintió?

—Cuando vi que no se podía mover me preocupé y fui a mirar cómo estaba, claro. Pero después no me cabía la alegría dentro, no paraba de saltar de la emoción. Todos los míos subieron conmigo al ring y casi ni me acordaba del cinturón. Me tuvieron que avisar de que fuera a recogerlo.

—¿Sus padres fueron capaces de mirar la pelea?

—Mi madre sufre. Cuando salgo yo, se tapa la cara con las manos y mira entre los dedos.

—No me extraña, la verdad.

—Y mi padre... pues más o menos. Siempre se pasa nervioso toda la velada, yendo de un lado para otro. El que también se pone muy nervioso es mi tío Santi. Al igual que yo, practica este deporte y me apoya muchísimo en todo. A mi madre ahora le está empezando a gustar el ambiente de las veladas y eso, porque se monta como una gran fiesta en cada una; pero el día del combate estaban allí abajo y no se lo creían. ¡Aún hoy ven el cinturón y no se lo creen!

—¿Dónde lo guarda?

—En el bar de mis padres, O Cruce, en Pastoriza. Está alí, lucindo!

—¿Qué se siente al ser la chica más fuerte de todo Pastoriza?

—No sé si la más fuerte, pero sí me siento más cómoda, más segura conmigo misma. Si me veo en una, malo será que non libremos [ríe otra vez a rienda suelta]! Esto te da confianza.

—¿Por qué enganchan los deportes de combate?

—En mi caso, porque al poco de empezar a entrenar ya entré en las competiciones y nos íbamos por ahí afuera a pelear. Así es como nos hacemos los luchadores. Hemos estado por Inglaterra, por Portugal y también en Canarias, Ponferrada...

La mejor: «Si la ves entrenar, te acabas anotando al gimnasio», afirma su tío Santi. «Yaiza es el ejemplo número uno de cualquier luchador. Es la mejor», dice. Según Iago Barros, lo que hizo Yaiza de casi caer por KO en el primer asalto a ganar el combate «solo se consigue con muchos años de trabajo. Es la primera en entrar y la última en salir».

«Entreno tres horas al día después de trabajar en el bar de mis padres»

Aparte de ir a por el campeonato de España de Boxeo, el sueño de Yaiza Souto es convertirse en entrenadora, para lo que se está formando en la actualidad.

—¿Cuántas horas le echa?

—Pues mínimo entreno dos o tres horas al día, de lunes a domingo. Y todo esto después de trabajar en el bar de mis padres y aquí en el gimnasio de entrenadora. También hago Muay Thai, pero mi fuerte es el kickboxing.

—Se quitará las gafas en el ring.

—Por supuesto, ja, ja... Las gafas son solo para ver de lejos. Al ring me subo siempre sin ellas.

—¿Su parte de lesiones?

—Lesiones graves no he tenido ninguna hasta el momento, por suerte. Sí magulladuras, moratones o dolores, pero lesiones no.

—¿Cuál es su siguiente meta?

—Ahora vamos a intentar ir a por el campeonato de España de boxeo. Voy a cambiar de modalidad. Ya tengo algunas peleas programadas contra chicas top de España. Y a seguir trabajando.

—¿Cuántas sois?

—Seguimos siendo pocas, muchas menos que los chicos, por eso es más difícil encontrar rivales y, a menudo, hay que ir fuera a buscarlas. En categoría profesional, que es la mía, hasta los 60 kilos sueles encontrar mujeres compitiendo, pero no hay muchas.

—¿Recomienda el kickboxing?

—Al 100 %. Puedes desahogarte y te da una enorme paz al terminar.

—¿No es mucha brutalidad?

—No, los que vienen aquí es siempre para divertirse. Obviamente, es un deporte de contacto y va a haber contacto, pero a este club vienen niños, jóvenes, mayores... Yo misma entreno a muchas señoras del barrio y a gente de todas las edades [Justo en ese momento sale del vestuario un chaval. Le pregunto la edad y tiene 15 años]. Los que ya sabemos cómo se practica este deporte nunca le vamos a hacer daño a nadie.