Una sustitución oportuna

Hugo Álvarez Domínguez A CORUÑA

A CORUÑA

Las sustituciones suelen bajar el nivel del producto, pero todo indica que aquí fue al contrario

07 may 2025 . Actualizado a las 19:35 h.

La cancelación de las artistas previstas propició la visita a la Sociedad Filarmónica de un dúo capaz de hacer música de cámara al más alto nivel: la violinista Maya Levy y el pianista Jean Baptiste Doulcet presentaron un repertorio exigente, hermoso y poco escuchado, mostrando todo su potencial.

Desde la Sonata op. 9 de Szymanowski se vio el buen entendimiento de dos músicos en una partitura de cautivadora belleza con pasajes exigentes. En perfecto equilibrio entre aliento lírico y empuje (los pizzicati del segundo movimiento fueron impecables), Maya Levy mostró fraseo delicado en el andantino tranquilo e dolce central, con gran calidez de timbre; negociando con comodidad cuestiones de técnica y afinación siempre resueltas de modo impecable junto a un Doulcet que tuvo siempre intención e intensidad en una versión que hizo plena justicia a la obra.

La Danza macabra de Saint-Saëns se planteó desde un crescendo progresivo: el íntimo comienzo condujo a una versión con garra (se potenció lo zíngaro de la partitura) y de dinámicas ágiles. Los músicos mostraron clase y personalidad.

La dificilísima Sonata para violín y piano de César Franck no es moco de pavo. El violín de Maya Levy afrontó el allegretto ben moderato desde un centro redondo y cálido, en una versión que aunó destreza técnica, dominio de la agilidad, fraseo y fuerza (impecable el allegro con Doulcet luciendo virtuosismo ante la compleja escritura pianística), destacando la coherencia discursiva (la fantasía central fue de rompe y rasga) y la decisión con la que Levy y Doulcet transitaron por sus pentagramas (el allegretto poco moso final probó la quínica que reinó durante la sesión). Si en algún momento se respiró cierta sensación de frialdad, no puede negarse que dieron sobresalientes versiones en lo técnico de piezas complicadas. Así lo apreció el público al que obsequiaron un encore de melancólica sensualidad.

Las sustituciones suelen bajar el nivel del producto, pero todo indica que aquí fue al contrario. Velada de compromiso servida por dos músicos en perfecto diálogo.