Dos empresas invertirán 30 millones de euros para transformar purín en energía en Mazaricos

Xoán Ramón Alvite Alvite
Xoán Ramón Alvite REDACCIÓN / LA VOZ

MAZARICOS

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Las plantas de biogás tendrán capacidad para procesar 340.000 toneladas al año

16 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

El purín vacuno, además de ser un excelente abono orgánico para los cultivos, encierra un notable potencial como fuente de energía renovable. A partir de su fermentación controlada es posible obtener biogás, un combustible capaz de generar electricidad y calor, reduciendo al mismo tiempo las emisiones contaminantes. Con este objetivo, dos empresas han anunciado su intención de instalar en Mazaricos, el primer ayuntamiento lechero de Galicia, sendas plantas de biogás que transformarán estos residuos ganaderos en energía limpia y aprovechable. Proyectos que prevén una inversión superior a los 30 millones de euros y que, a día de hoy, ya se encuentran en tramitación. De hecho, uno de ellos afrontará en pocos días su fase de evaluación ambiental.

De salir adelante, serían las primeras de este tipo que funcionan en Galicia, donde sí existe alguna instalación de producción de biogás, pero alimentada por restos de matadero, desechos avícolas o residuos derivados de la depuración de aguas. Incluso alguna granja vacuna que cuenta con un digestor propio para autoconsumo de reducida potencia.

Las que se instalarían en Mazaricos ocuparían una superficie de tres y cinco hectáreas, respectivamente, y su capacidad de procesamiento de purín y estiércoles vacunos rondaría las 340.000 toneladas anuales.

Se sumarían a las casi 150 plantas de esta tecnología que, según los últimos datos del Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la Energía (IDAE), ya se reparten por diferentes regiones españolas. Bien es cierto que la inmensa mayoría de estos complejos no utilizan deyecciones animales sino que están vinculados a vertederos —uno de cada tres—, a la depuración de aguas residuales o a sectores como el químico, el del papel o el alimentario. Solo 13 guardan relación directa con el ámbito agropecuario, sobre todo con el ganado porcino, y se ubican de forma mayoritaria en Aragón y Cataluña.

En este sentido, tal y como apuntan desde la Asociación Española del Biogás (Aebig), Galicia cuenta con una enorme capacidad para general biogás a partir de residuos agroganaderos. Solo en el ámbito lechero, la cabaña ganadera gallega supera las 310.000 vacas adultas y otras 108.000 reses de entre 8 y 24 meses que, en conjunto, generan un volumen de purín superior a los siete millones de metros cúbicos anuales.

Un euro por tonelada

Los dos proyectos mazaricanos se encuentran en diferente fase de tramitación. Mientras uno está a punto de comenzar su procedimiento de evaluación ambiental, el otro está pendiente de cerrar acuerdos con los ganaderos que le suministrarán el purín. En este sentido, la propuesta de los promotores pasa por abonar un euro por cada tonelada de purín que los granjeros aporten a la planta. Los gastos de transporte correrían a cargo del comprador que también devolvería a la granja, de forma gratuita, el digestato sólido resultante con el fin de poder ser aplicado como abono en las parcelas.

Si bien se desconocen hasta el momento los resultados de esta negociación, parece haber una buena disposición por parte de los productores ante este tipo de instalaciones. Sobre todo teniendo en cuenta que la elevada carga ganadera de las granjas de la zona y la escasa dimensión de las fosas de purín de muchos explotaciones puede llegar a convertir al purín, un recurso fertilizante barato y de alto valor, en un problema ambiental.

De hecho, sobre el ayuntamiento de Zas, a pocos kilómetros de donde pretende construirse una de las plantas de biogás mazaricanas, pende la declaración de zona vulnerable a nitratos, una medida que puede tener graves consecuencias sobre la actividad normal de las ganaderías lecheras.

Funcionamiento sencillo

El funcionamiento de una planta de biogás es relativamente sencillo. Todo comienza con la recogida del purín o estiércol que producen las vacas. Este material se introduce en un gran tanque cerrado llamado digestor, un lugar sin oxígeno en el que actúan bacterias especiales que descomponen la materia orgánica. Durante este proceso, conocido como digestión anaerobia, se libera una mezcla de gases compuesta principalmente por metano y dióxido de carbono: el biogás.

Un producto que se recoge en la parte superior del digestor y que puede aprovecharse de diferentes maneras. Una opción es quemarlo en un motor o caldera para generar electricidad y calor. Otra, más sofisticada, es purificarlo hasta obtener biometano, un combustible con características muy similares al gas natural. El proceso no solo produce energía sino que el material que queda en el digestor, llamado digestato, se aprovecha como fertilizante de alta calidad, con menos olor y más estable que el purín original.