Pablo Carbonell, sobre el lío musical del verano: «Toda mi solidaridad con Mägo de Oz si su actuación se ha caído por un delito de opinión»
VILAGARCÍA DE AROUSA

Toreros Muertos actúan esta noche en el parque de A Xunqueira, en Vilagarcía, a las 22.30 horas
20 ago 2025 . Actualizado a las 13:36 h.Esta noche, Toreros Muertos serán los encargados de poner el punto musical en el parque de A Xunqueira, a las 22.30 horas. Uno de los grupos icono de la movida madrileña se desplaza a Vilagarcía de Arousa, en el marco de las fiestas de San Roque, en una nueva etapa. En vísperas del espectáculo hablamos con Pablo Carbonell, rostro visible y fundador de la formación, sobre la banda y otras muchas cosas.
—El grupo ha ido y venido en varias ocasiones. ¿Cuál ha sido su momento más especial?
—El de ahora mismo. El grupo ha encontrado su definición. Cuando alguien va a ver un concierto de Toreros Muertos se encuentra algo muy parecido a una obra de teatro o a un número de circo.
—¿Qué representa su compañía de teatro?
—Un cajón de juguetes que se desparraman por la habitación. Nuestra propuesta siempre ha sido muy lúdica y entendemos el subirnos al escenario como una liberación absoluta, para ello tenemos que recurrir a reírnos de nosotros mismos.
—En el 2022 declaraba a «Rolling Stone»: «Hemos sido un grupo que nos hemos burlado mucho de las poses del rock & roll». ¿Cuales son esas poses?
—El mundo de rock se toma muy en serio a si mismo, y a mí esta pompa siempre me ha parecido muy ridícula. Yo venía del mundo del payaso, veía a los grupos del momento con cierto complejo de patito feo. Mi venganza fue hacer un grupo sin aparente personalidad... Pero los años nos han convertido en aquello de lo que nos burlábamos.
—¿Cree que la escena musical de los años 80 era más dura que la actual?
—No, creo que en mi caso no fue duro. Había muchos músicos y la escena nocturna estaba llena de jóvenes que estaban deseando formar un grupo. Ahora la música no se toca, se hace sonar. Mi hija Mafalda estaba escuchando reguetón un día y le pregunté quién era el que sonaba. Ella me dijo: «Otro que canta sin ganas». Me llenó de alegría escucharlo, porque mi hija saldría de ese bucle infernal de gente desapasionada.
—«Mi agüita amarilla» era vista como una provocación. Ahora se usan más términos malsonantes en géneros como el reguetón. ¿Considera que es un avance o acaba siendo un retroceso?
—El idioma es la cosa que nos puede salvar de la barbarie. Mi agüita amarilla es una canción que ha permanecido viva porque tiene muchas lecturas. La libertad de expresión que nosotros esperamos está en peligro actualmente, yo no creo que hayamos avanzado mucho.
—El Concello de Vilagarcía decidió cancelar el concierto de Mägo de Oz después de unas polémicas declaraciones sobre «la cocaína y las putas». ¿Se deberían censurar este tipo de discursos o dejar el asunto a la libertad de expresión?
—Entiendo que un Ayuntamiento puede contratar a un artista más o menos afín, pero también dudo que se pueda tirar a un artista por algo que expresa en un escenario. Un escenario es un espacio de libertad, donde las cosas hay que tomarlas como una invitación a la reflexión. Yo me tomo en serio las cosas que dice uno en el Congreso, en las redes sociales o en una entrevista. A veces se hacen cosas en el escenario por agradar, por incomodar, por ser el abogado del diablo... Desde luego siento rechazo ante cualquier tipo de censura, y ya puestos a pensar, si de verdad por un delito de opinión se ha caído Mägo de Oz, pues toda mi solidaridad con ellos. La gente tiene derecho a pensar como quiera siempre y cuando no se ofenda a las personas. Estamos en un terreno donde las ideas se pueden debatir y las personas deben ser respetadas.
—Como es un concierto sobre el escenario de Toreros Muertos?
—La posibilidad de dislocarse la cabeza y llevártela a casa dándole pataditas.
—Y que espera del público de Vilagarcía de Arousa?
—Tengo que decir que Galicia ha tenido a uno de los mejores grupos de rock, solo comparables a mis queridísimos Derribos Arias, que son Siniestro Total. Los adoro.