
Con apenas dos semanas de trabajo en ambos lados, con las ausencias de los internacionales Andersson y Brito en el Obradoiro, y Caio Pacheco y Macachi en el Leyma, más la de Olle Lundqvist, que todavía no está plenamente integrado en la disciplina de grupo por unas molestias en una rodilla, no era un partido para sacar muchas conclusiones. Pero sí para empezar a ver detalles.
Algunos ya sabidos. Porque si alguien tenía alguna duda, Barrueta no es nada medroso a la hora de apuntar hacia el aro. En su primer balón recibió, tiró y clavó un triple. En el segundo repitió la acción pero esta vez sin anotar. Apenas necesita tiempo y espacio para armar el brazo. No duda y lanza.
Salió en el cinco inicial formando pareja exterior con Barcello, quien también exhibió sus condiciones de tirador. El escolta lo pasó mal en defensa con Cremo, de lo mejor del Leyma Coruña.
Jugar con Goran Huskic en la pintura es como hacerlo con dos bases. En la cabeza tiene un radar, sabiendo en todo momento dónde esta cada pieza. A Felipe dos Anjos le gusta volar por encima del aro. Si puede hundir el balón, no se lo piensa.
En el base, a Westermann le costó hacerse con el ritmo del partido. Y las faltas personales propiciaron que Alonso Grela tuviese muchos minutos. No le pesó el escenario al canterano. Le faltó acierto en el tiro. Cuando también está en pista Sergi Quintela, las fronteras entre el escolta y el director de juego se difuminan. Rayó a un buen nivel. En los últimos tres minutos, con Westermann con cuatro personales, Epi optó por Quintela, Barcello y Barrueta en la columna exterior.
En la pintura, Galán y Etxeguren van a encargarse del trabajo más feo.
El partido dejó otro detalle que conviene no pasar por alto, la sana rivalidad entre dos aficiones muy respetuosas la una con la otra.