
San Pablo Burgos se agarró desde el principio a la plaza de ascenso directo: «Mi honra está en juego y de aquí no me muevo». De los grandes candidatos a disputársela, el primer «descartado» fue el Obradoiro por planificar la temporada al revés. Empezaron por buscar un genio maligno al que echar la culpa, después separaron la vigilia del sueño, las sensaciones de la realidad y acabaron fichando, cantidad y calidad. Y, ahora soy yo quien opina a partir de sensaciones, parece prevalecer la cantidad. No sé si por planificación de partido (llegar al final en mejores condiciones), de temporada (llegar al final en mejores condiciones y con más jugadores implicados), por ambas o por casualidad, se suceden combinaciones de quintetos más centrados en desgastar que en ganar, hasta que el rival no aguanta el envite, pierde intensidad, el Obra se suelta ofensivamente y el partido se rompe. Los resultados acompañaban y el Obradoiro se posicionó para la segunda plaza de ascenso: «Mi honra está en juego y de aquí no me muevo». Pero Palencia y Betis fueron capaces de igualar la apuesta física sin perder intensidad y el Obra no encontró su momento de inspiración. Se ganó como se pudo haber perdido. Y, en Fuenlabrada, además de igualarnos físicamente, fueron ellos los que terminaron por soltarse, romper el partido y dejarnos a la deriva en un «Sar de dudas». Aun así, sigo viendo al Obra como el gran favorito. Esto es deporte y, como dijo Roberto Benigni (¿o fue Adolfo Domínguez?), la duda es bella.