Ramiro Calle, pionero del yoga en España: «Viajé 99 veces a la India buscando a maestros que me pudieran enseñar»

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

Ramiro Calle, pionero del yoga en España.
Ramiro Calle, pionero del yoga en España.

El especialista abrió su primera academia en 1971 y reconoce que ha sido objeto de crítica en más de una ocasión

15 jun 2025 . Actualizado a las 11:34 h.

Ramiro Calle (Madrid, 1943) es pionero en la enseñanza del yoga en España. Abrió un centro de práctica en 1971, cuando España todavía no se había despedido de la dictadura. Fue criticado por la religión católica y, en la actualidad, sigue en activo. Sus más de ochenta años no le paran. Publica Los 7 Yogas (RBA Editorial, 2025), una guía práctica sobre todo lo que aporta esta disciplina. 

—¿Cómo se inició en el yoga?

—Cuando tenía 15 años de edad, conocí un amigo mexicano llamado Rafael Mastiarelli, que era unos años mayor que yo y un gran experto en todo lo que son las filosofías, las psicologías orientales, en todo lo que es el yoga y disciplinas afines. Comencé a iniciarme con él y a instruirme en todas estas temáticas. A partir de ahí, tuve la fortuna también de que vino a Madrid un año o dos después, un maestro de yoga que se radicó en las afueras de la capital y mi madre se convirtió en alumna suya. Meses después me llevó a mí y fue también otro contacto con el yoga. Empecé a investigar porque yoga sobre todo es experiencia, a formarme en diferentes clases de yoga, la física, la mental, la espiritual. Después de años creé una academia de yoga por correspondencia que se llamaba Asana, luego comencé a dar clases de yoga a domicilio y finalmente abrí el centro de yoga Shadak en el 1971. Ya llevamos impartiendo clases en este centro 54 años. Esto es un poco una síntesis porque habría que añadir 99 viajes a la India y ciento y pico a Asia buscando siempre maestros que me pudieran enseñar.

—¿Le criticaron mucho en sus comienzos? Ahora, el yoga es una disciplina conocida, pero no siempre fue así.

—Efectivamente. Mucho. Al principio, no lo comprendían, sobre todo las corrientes religiosas y, digamos, un poco fanáticas o demasiado rigurosos. Me criticaban incluso en algún periódico o revistilla pues. 

—¿Qué recuerda de esa primera vez que impartió una clase de yoga?

—Recuerdo que fue a una diplomática brasileña y me llamaba a su casa, donde le impartía clase. Eran particulares, y era muy emocionante porque era una mujer muy sensible con mucho interés en estos temas. La primera vez supongo estaría nervioso, pero desde entonces nunca he dejado de dar clases.

—Dice que el yoga fue tratado sin ningún respeto y se terminó convirtiendo en un ejercicio para millones de personas, ¿está mal verlo de esa manera como ejercicio?

—No, simplemente te voy a poner un ejemplo. No está mal, pero claro no le digas a la gente que el juego de damas o el juego del backgammon es el juego del ajedrez, porque no tienen nada que ver. Los dos son juegos de mesa, pero son diferentes, una cosa es el yoga auténtico, el yoga clásico, el yoga riguroso y otra cosa es la calistenia, aunque se ha inspirado en el yoga, otra cosa es el ejercicio yóguico y todas esas gimnasias sóticas que se ofrecen. ¿Quiénes fueron los primeros en desvirtuar el yoga? Paradójicamente, los maestros hindúes de yoga que llegaron a Estados Unidos, y que ya lo empezaron a deformar porque ya era puro ejercicio, incluso algo tan aberrante como que se hacían campeonatos de yoga, que eso es realmente increíble.

—¿Considera que actualmente muchas personas que hacen yoga solamente buscan un culto al cuerpo?

—Sí, una gran mayoría buscan un culto al cuerpo o una obsesiva flexibilidad; como si la flexibilidad solo fuera salud. Sí, es salud, pero también tiene que haber vigor y otra serie de elementos. Otros buscan en ese momento con un sobresfuerzo esos yogas atléticos muy esforzados, que desencadenen su adrenalina; otros buscan sudar y fortalecer los glúteos. En fin, eso es ejercicio, pero eso no es yoga como tal, el yoga siempre implica la mente, la actitud, la conducta, muchísimas más cosas. Por eso, en Los siete yogas, trato de expandirme en las diferentes modalidades. Antes de este yoga físico, miles de años antes, ya estaba el mental, la meditación o las técnicas de introspección. Esto no quiere decir que no haya un número de profesores e instructores serios, que imparten no solo un yoga gimnástico, sino auténtico, con interiorización, con consciencia de sí, donde se respeta la ética, se desarrolla la sabiduría y otros factores propios del yoga, porque si no, ¿en qué convertimos esta disciplina milenaria? La convertimos simplemente en contorsionismo, eso no es yoga, el postureo aquí también que está totalmente de moda, eso es una serie de habilidades de elasticidad, pero que no es yoga.

—¿Y cómo se debería entender el yoga?

—Lo debemos entender como un método de mejoramiento humano, que le da importancia al cuerpo, pero también a la mente, al carácter, a la personalidad, a la mejora en general de nuestras emociones, nuestros sentimientos. Todos somos una entidad biopsicosocial, por tanto tenemos que atender la biología, a la psicología y a la relación con los demás. Hay que tener el yoga como un conjunto de técnicas o metodologías también de transformación, donde tratemos de mejorarnos, tratemos de humanizarnos, que es el gran sentido de la vida. Como siempre les digo a mis alumnos, podemos hacer de nuestra mente un estercolero o todo lo contrario, y como al fin y al cabo la mente es el mundo, el mundo es la mente, pues de acuerdo a como sean las mentes de aquellos que configuramos una sociedad, así al final va a ser esa sociedad. Lo tenemos que entender como un método real de autoconocimiento y de transformación, sin quedarnos en la superficie. Si nos quedamos en la superficie, estaremos haciendo lo peor de esta sociedad, que es lo banal, lo accesorio. Y, al final, convertimos una técnica que es para engrandecer al ser humano en un deporte, en calistenia. Eso es otra cosa.

—Cuenta en su libro que el verdadero éxito llega tras años de práctica. ¿La gente busca dominar, controlar, el yoga en poco tiempo?

—Sí, es que muchas veces existe esta falsa idea de que podemos cambiar, modificarnos, mejorar incluso en un fin de semana. De eso abusan los mercenarios de la espiritualidad, que hacen falsas promesas y la gente se lastra. Le dicen a una persona que en un fin de semana pueden despertar su energía comunal o iluminar sus chakras, le dicen que en un fin de semana pueden liberarse de traumas, de frustraciones, de las grietas o heridas del alma, les prometen que en un fin de semana pueden desarrollar un conocimiento de orden superior, y como vivimos en la sociedad de la inmediatez, y la gente no quiere hacer esfuerzos para su mejora personal, siempre hay personas que se dejan atrapar, capturar, aturdir, embaucar por estas falsas promesas. Al final, como no se cumplen, desencadenan frustración, más amargura y dolor. Y lo que me duele de todo ello es comprobar que muchas personas han estado incluso meses creyendo que practicaban verdadero yoga, y no era yoga, o al descubrirlo, lo abandonan de por vida. Es como el que abandona un medicamento porque le dieron un placebo y luego ya desaprovecha ese medicamento que le podría haber sido muy beneficioso. Una vez, un profesor de yoga me hizo varias entrevistas y fue tan honesto que me dijo: «Después de haber hablado contigo, me doy cuenta de que yo no he dado yoga, yo he dado ejercicio».

—Pero, ¿usted no se fija en las posturas?, ¿en la forma?

—Sí, pero el yoga es más. Hay que involucrar la mente, la actitud, la personalidad, la ética, la virtud, por eso el yoga es tan amplio, es tan vasto, es tan rico, que es que yo llevo 60 años investigándolo y siempre noto que me falta mucho por aprender.

—¿Cómo se trabaja la atención mental mediante el yoga?

—De dos formas básicas. Una es meditando, es decir, haciendo las técnicas de meditación. Y otra es tratando de llevar la atención a la vida diaria. Ahora bien, pretender estar atento en la vida diaria si no meditamos, es un autoengaño. Eso es el engaño del falso mindfulness que está tan de moda. Para poder estar atento hay que entrenarse. Por un lado, hay que hacer meditación sentada y por otro lado estar meditativo, más atento en la vida cotidiana. Hay muchas técnicas para estar atento, el mismo yoga físico, las posturas, la respiración, la relajación, para que sea yoga verdadero, tienen que ejecutarse con una actitud de atención, de estar muy perceptivo, de estar alerta, de interiorizarse, y la atención es como un músculo que poco a poco la podemos ir desarrollando cada día en mayor grado.

—¿Qué razón tienen las posiciones de yoga?

—Por un lado tratan de crear bienestar físico a través de masajes, a través de estiramientos, una acción sobre las glándulas, mejoran el aparato locomotor, favorecen la circulación sanguínea. Esa sería la acción fisiológica, neurológica de las posturas. Pero luego las posturas también nos tienen que servir de soporte para estar más alertas, más atentos y, a través del cuerpo, llegamos a la mente, y viceversa. No olvidemos que el yoga es el precursor de la ciencia psicosomática y se le da mucha importancia a esta interrelación tan estrecha entre mente y cuerpo.

—¿De qué forma permite el yoga trabajar cuerpo y mente a la vez?

—A través de los siete yogas. En el yoga físico que es el Hatha Yoga, mediante posturas, estiramiento, automasaje, una especie de osteopatía natural muy consciente, una especie de acupuntura natural también muy consciente, estando muy atento. También son básicas las técnicas de respiración, que nosotros llamamos Pranayama. Por supuesto, otra serie de técnicas que hay de control neuromuscular y la relajación profunda y todo ello enriquecido por la meditación.

—¿Cuáles son las tres asanas que practica con más frecuencia y por qué las practica?

—Hay muchas, pero hay tres que para mí son muy importantes. Una asana, que es la que se llama de torsión, otra de flexión lateral y otra de flexión hacia adelante. Hay que complementarlas con posturas de inversión como la postura de la vela, y lo ideal es si se va a practicar solo un cuarto de hora o veinte minutos, un espacio muy limitado, lo mejor es elegir una posición, una asana, de cada uno de esos tres grupos.

—¿El ser humano respira mal?

—Muy mal. Todos respiramos de 15 a 20 veces por minuto, pero lo hacemos de manera entrecortada, sin uniformidad; muchas veces por la boca y superficialmente. Tenemos que aprender a respirar, a que sea más consciente, plena y regular. Aprender a respirar es esencial. Todos los deberíamos hacer. En mis memorias me quejo de que de niños nos enseñaron muchas cosas, pero no algunas tan básicas como respirar y meditar. Hay ejercicios de meditación especiales para niños que también se deberían impartir.

—¿Cuál es el efecto, la consecuencia del prana, en esta respiración?

—El prana es energía, es vitalidad, lo tomamos a través de la respiración, de la alimentación, del sueño, del descanso. El contacto con la naturaleza, de las emociones positivas, constructivas y audibles. Prana es fuerza vital. Se le ha dado importancia en las tradiciones antiguas para ir poco a poco sintiéndonos más vitales y más plenos. Es indudable que este cuerpo enferma, envejece, decae, pero mientras tanto algo podemos hacer por él y podemos atenderlo sin obsesión, sin un cuerpo, sin apego, pero sí poniendo inteligentemente los medios para que se mantenga lo mejor posible.

—Le voy a pedir que me diga un par de posturas para cada una de estas situaciones. ¿Qué puedo hacer justo al levantarme?

—Lo mejor cuando nos levantamos antes que nada es hacer ejercicios respiratorios, por ejemplo, la respiración completa. Y luego, si tuviera que elegir alguna postura, incluso para despedirnos, para empezar a estirarnos, pues yo empezaría por la postura de la pinza, que se puede hacer tanto sentado en el suelo como de pie. También son excelentes, cuando nos despertamos, todas las posturas de torsión, que hay varias pero incluso las más simples son excelentes. Es un buen momento para empezar el día con algunas posturas, con ejercicios de pranayama y con la firme actitud de que tenemos que estar más atentos, ser más cooperantes, ayudarnos también de la vida porque al final el verdadero maestro es nuestra vida cotidiana.

—¿Y para antes de dormir?

—Posturas no. Lo ideal es hacer una relajación profunda o savasana, la postura del cadáver. Es decir, muy tranquilos, irnos relajando y acompañar todo ello con respiraciones abdominales. Las respiraciones abdominales son las que más nos ayudan a sedarnos, a tranquilizarnos y a entrar plácidamente en el sueño.

—Para ganar flexibilidad en la espalda.

—Nada, simplemente posturas de yoga. No se pueden dar recetas, decir ahí estoy roto, no. Lo ideal es hacer una variedad de posturas puesto que en todas intervienen la espalda.

—¿Cómo entiende el yoga la relajación?

—Es hacerlo, no se puede decir. ¿Qué es la relajación? Es ir sintiendo el cuerpo en movilidad y aflojando, relajando cada parte del cuerpo. Eso ya es relajación. La primera relajación del mundo fue la de yoga. Por eso las personas también tienen que informarse y tienen que practicar. Lo esencial es practicar, practicar, practicar. Lo otro si no se queda en teoría, y eso no lleva a ninguna parte. Se aprende a meditar meditando, se aprende a respirar respirando, se aprende a relajarse relajándose. Por eso muchas veces soy poco dado a tanta teoría y a entrar más directamente en la práctica. No se pueden buscar recetas.

Lucía Cancela
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Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.