![La fruta es una de las protagonistas en una dieta antiinflamatoria.](https://img.lavdg.com/sc/MmC7edUUEa7zYqaiS3zh6MQcO4A=/480x/2024/05/08/00121715178062155992912/Foto/efe_20240215_111458004.jpg)
Este valor, conocido por la analítica, aumenta en cantidad cuando la dieta de una persona es rica en ultraprocesados
12 feb 2025 . Actualizado a las 09:57 h.Los triglicéridos son las grasas más abundantes en la naturaleza, tanto en el mundo animal como vegetal. Son, además, el principal tipo de lípidos que se encuentra en la sangre. Su función es la de actuar como una reserva energética en el organismo que se activa en determinadas ocasiones, como cuando la vía de la glucosa se agota.
En ocasiones, aparecen como motivo de preocupación por su alta presencia en las analíticas. Se considera que están en rangos normales cuando se mantienen por debajo de los 150 miligramos por decilitro. Si el baremo se sitúa entre los 150 y 200 miligramos, se hablará de una ligera elevación; de 200 a 500 es una elevación significativa y, cuando superan los 500 miligramos, los triglicéridos alcanzan concentraciones severas.
¿Por qué se incrementan?
Su cantidad en la sangre depende de varios factores: de la dieta, del metabolismo de las grasas y del aporte que haga el hígado. La genética también importa. Es más, cuando se elevan por encima de 500, los médicos suelen comprobar que no se trata de una hipertrigliceridemia familiar.
En cualquier caso, ya sea por causas endógenas o exógenas, una hipertrigliceridemia siempre es motivo de preocupación. Este diagnóstico eleva el riesgo de enfermedades cardiovasculares y pancreatitis. Un peligro que aumenta a medida que lo hacen los niveles. Una elevación ligera enciende las alarmas de un futuro riesgo aunque no existan datos objetivos de que en este rango pueda haber mayor enfermedad.
«El triglicérido es el marcador que, si está por encima de 150 miligramos por decilitro, me indica que mi paciente puede tener una inflamación de bajo grado, resistencia a la insulina y, con toda probabilidad, obesidad. Que es una persona con riesgo cardiovascular», explica el doctor Armando Oterino, vocal de la Asociación de Cardiología Preventiva de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), que destaca que es una especie de alarma. «Este resultado en las analíticas sugiere que se está produciendo algo que puede llevar a un infarto», ejemplifica.
Al funcionar como una reserva energética, los triglicéridos aumentan en el organismo cuando se produce un exceso de calorías ingeridas. Algo que suele darse cuando proceden de dietas ricas en ultraprocesados, con altas cantidades de azúcar y grasas de mala calidad, así como en personas que consumen alcohol. Por su parte, el hígado es el encargado de metabolizar estas calorías en triglicéridos, que posteriormente se almacenan como parte del tejido graso —la grasa subcutánea— donde finalmente están disponibles para usarse como fuente de energía.
¿Cómo se forman?
Cuando una persona come algún tipo de grasa, esta se sintetiza en el intestino en unas proteínas llamadas quilomicrones. Los triglicéridos, al igual que el colesterol, necesitan adherirse a unas proteínas para viajar por el torrente sanguíneo. De lo contrario, al ser lípidos, no podrían transportarse en este medio acuoso.
El quilomicrón es el tipo de lipoproteína más rica en triglicéridos que, además, también carga con las lipoproteínas de muy baja densidad —llamadas VLDL—, producidas en el hígado. Sin embargo, a medida que el quilomicrón pierde triglicéridos, las VLDL se transforman en LDL, el famoso colesterol malo. Así lo resume el especialista de la SEC: «El quilomicrón es la primera partícula que se sintetiza para llevar mucho triglicérido y un poco de colesterol. Lo que hace es ir soltando los triglicéridos que van a utilizarse como combustible y va aumentando su contenido de colesterol», indica el doctor Oterino.
El rizo se sigue rizando. Cuando una persona tiene obesidad, resistencia a la insulina, diabetes o síndrome metabólico, el hígado genera un exceso de VLDL grandes y ricas en triglicéridos. Aquí comienza la situación que muchos verán en sus analíticas. En primer lugar, porque estas lipoproteínas de muy baja densidad se acompañan de un incremento de las LDL, las cuales favorecen la formación de placas en las arterias. Además, al mismo tiempo que esto sucede, se reducen las HDL —el otro colesterol, llamado «el bueno»—, encargado de recolectar ese remanente de 'colestol malo' de los teijdos. Una alteración que provoca que, tras una analítica, su médico le diga que sus triglicéridos están en niveles altos, el colesterol HDL está bajo y el LDL sea variable.
«Por esta razón, los triglicéridos se asocian a un riesgo de accidente cerebrovascular. No tanto porque en sí sea malísimo, que lo es, sino porque es la fuente de producción de partículas más pequeñas», detalla el cardiólogo en referencia al remanente del colesterol. «Aumenta la inflamación del organismo y, al final, acaban convirtiéndose en partículas LDL. Está muy demostrado que esta es causante de enfermedad vascular», apunta.
Fuentes principales de triglicéridos
Las principales fuentes de triglicéridos son los hidratos de carbono refinados, como el azúcar, las grasas de mala calidad nutricional y los tóxicos como el alcohol. «Si yo ingiero muchos ultraprocesados, comida con más de tres ingredientes, se elevan», señala. A la cerveza o al vino se une el tabaco, «que además del daño en la célula que producen todos sus componentes, como el alquitrán, produce inflamación», señala.
¿Cómo se pueden reducir los triglicéridos?
La Fundación Española del Corazón destaca la importancia de disminuir el aporte de grasas saturadas en la dieta, que se materializan en alimentos como la mantequilla, la nata o las carnes grasas, así como en ciertos productos de origen vegetal, como el aceite de coco o de palma. Este último aparece con frecuencia en la lista de ingredientes de bollería industrial.
Por el contrario, recomienda sustituirlos por alimentos fuentes de ácidos grasos monoinsaturados, como el aceite de oliva, y aquellos en los que predominen los ácidos grasos omega-3, como son las nueces o los pescados azules, como la sardina, el atún, el bonito, los boquerones o los jureles. En la lista de la compra también conviene que el pescado, en especial el azul, tenga su hueco, «ya que, por los ácidos grasos que contiene, mejora el perfil de las lipoproteínas y la inflamación», explica el vocal de la Asociación de Cardiología Preventiva de la SEC.
«Para lograr disminuir el aporte lipídico, debemos seleccionar carnes magras, aves sin piel, quesos bajos en grasa, leches y yogures totalmente desnatados, y se retirará la grasa visible de la carne», precisa la FEC, consciente de que no siempre se puede apreciar, tal y como sucede en preparaciones procesadas.
Así, en estas, resulta conveniente consultar la lista de ingredientes para ver si entre ellos aparecen términos como aceite de palma, aceite de coco o aceites parcialmente hidrogenados. Precisamente, bajo esta última denominación —indica la FEC— «pueden esconderse los ácidos grasos trans que aumentan las concentraciones de triglicéridos y colesterol malo (LDL), y disminuyen los niveles de colesterol bueno (HDL)».
La entidad también recomienda evitar los azúcares simples, «como el azúcar, la miel, las bebidas azucaradas y los refrescos», la fructosa y, sobre todo, el alcohol, pues todas estas sustancias aumentan la síntesis hepática de los triglicéridos. «Hay que tener en cuenta que pequeñas cantidades de alcohol pueden elevar el nivel de triglicéridos significativamente», explican.
En contrapartida, la fundación de los cardiólogos recuerda la importancia de basar la alimentación en cinco raciones de frutas y verduras al día, ya que son una buena fuente de fibra y antioxidantes naturales. A su vez, recomienda incluir legumbres en la dieta semanal, «porque son pobres en grasas, aportan proteínas vegetales de mediano valor biológico, hidratos de carbono complejos y fibra soluble», señala.
La recomendación también incluye la práctica de ejercicio físico, fundamentalmente si es aeróbico como correr o hacer bicicleta. Sirve para reducir la grasa visceral y aumentar la masa muscular. «Con ello, tendremos una mejor resistencia a la insulina, y nuestros tejidos tendrán capacidad para recibir mejor los ácidos grasos y los triglicéridos para utilizarlos como combustibles», indica. En otras palabras, no se acumularán.
Medicación necesaria en algunos casos
Cuando la hipertrigliceridemia alcanza niveles muy elevados, el médico puede iniciar el tratamiento con estatinas, las cuales reducirán los niveles de estos lípidos, así como los del colesterol LDL. Ahora bien, como el triglicérido es un marcador de inflamación y de resistencia a la insulina, el profesional también puede pautar fármacos para reducir esta situación en pacientes que hayan tenido accidentes cerebrovasculares previos, como un infarto o un ictus. En este caso, está permitido el consumo de ácidos grasos, en concreto, del eicosapentaenoico, también conocido como EPA, de la familia de los omega-3.