¿Cuántos hijos hay que tener?: «La decisión no debería basarse en no querer un hijo único»

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

LA TRIBU

Padres paseando con los niños por la playa de A Rapadoira de Foz
Padres paseando con los niños por la playa de A Rapadoira de Foz Pepa Losada

Explicamos a nivel científico la evidencia sobre lo que significa criarse con o sin hermanos, y qué implica para los padres ampliar la familia

06 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Existe un número ideal de hijos? Si observamos las cifras globales, la media española se sitúa en 1,12 por mujer, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) del 2023, muy por debajo del 2,77 que teníamos en el año 1975. Pero, estadísticas aparte, detrás de la decisión de tener (uno o más) hijos hay motivos personales, médicos, económicos y culturales que inclinan la balanza para cada familia hacia uno u otro lado. Analizamos la perspectiva psicológica, evolutiva y social de esta pregunta que no deja a nadie indiferente en un contexto de caída de la tasa de natalidad a nivel mundial.

Una primera lectura de este fenómeno nos confronta con dos datos vinculados entre sí. «No solo hay un descenso importante de la natalidad, sino un retraso en la edad de la concepción del primer hijo que, efectivamente, tiene un impacto en la natalidad», observa en este sentido Begoña Castro Iglesias, miembro de la Sección de Psicología Educativa del Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia (Copg).

La experta atribuye estos cambios a causas sociales y culturales. «Hay que partir de la idea de que, en los últimos tiempos, se ha priorizado cada vez más el bienestar personal y el económico», explica. Estos cambios pueden impactar en el número de hijos, pero también han contribuido a redefinir cómo se desarrolla la crianza y qué espera la sociedad de un hijo y de unos padres. «El contexto temporal es importante, porque nuestros abuelos, a pesar de las carencias, tenían más hijos, pero el tipo de cuidado de ellos y las posibilidades de que vivieran con salud eran diferentes», señala Castro.

Hijos únicos o hermanos

Muchas personas desean tener más de un hijo, porque ellas mismas tienen hermanos y, en la vida adulta, tienen una buena relación con ellos. Este ha sido un comentario frecuente en la encuesta que realizamos sobre el tema en las calles de A Coruña. Pero las creencias populares sobre la importancia de tener hermanos no necesariamente se sustentan a nivel científico.

«Lo verdaderamente importante no es el número de hermanos, sino el grado de compromiso de los progenitores. Existe una tendencia a un mayor cuidado y a un intento de que todo sea perfecto con el primer hijo que, después, cuando llega un segundo y un tercero, va disminuyendo. Evidentemente, a menor número de hijos, la atención que reciben de los adultos es más focalizada», señala Castro.

Por otro lado, aunque están rodeados de mitos, los hijos únicos no sufren de mayores problemas que quienes tienen hermanos. «hay estudios científicos y empíricos en los que se demuestra que eso no es así», apunta la psicóloga. «Las diferencias en el desarrollo social de la persona no se deben a la presencia o no de hermanos, sino más bien a otros factores como la calidad de la crianza y de la educación», explica Castro.

Si bien una de las encuestadas, hija única, señaló que en las vacaciones familiares «a veces te aburres un poco más» que si hubiera varios hermanos, en general, la socialización no tiene por qué verse obstaculizada. «Los niños pueden socializar con muchísima facilidad y desarrollar habilidades sociales. Pero todavía persisten mitos sobre los hijos únicos, su capacidad de compartir y su socialización, que no están justificados», asegura la psicóloga.

Por esta razón, Castro considera que la decisión de tener un segundo bebé «no debería basarse nunca en no querer tener un hijo único. Antes, hay que sopesar otros factores, como el cuidado que implica cada hijo y su educación. La responsabilidad es para toda la vida, no solamente hasta que sean mayores de edad. Entonces, tenemos que pensar si realmente vamos a poder estar con ellos y acompañarlos en todas esas etapas, que es más importante y más enriquecedor que el hecho de tener o no hermanos».

¿Qué dicen los que ya están del otro lado? La mayoría de los encuestados que han sido padres o madres están contentos con la cantidad de hijos que han tenido, o bien, habrían deseado tener más, si las circunstancias lo hubieran permitido. «No escoges tú. El hombre propone pero luego la realidad dispone. Pero si hay algo en lo que vale la pena invertir tiempo y vida es en tener hijos», asegura un padre de gemelos en A Coruña.

Una mirada al pasado

Desde la biología evolutiva, la pregunta de cuántos hijos tener se puede responder a partir del pasado. «A lo largo de nuestra historia evolutiva, el número medio de hijos por mujer estaba en torno a cuatro», observa la investigadora Elena Bridgers, formada en Biología en la Universidad de Stanford (California). Sin embargo, la experta sostiene que intentar replicar estas cifras en la era actual no sería beneficioso para las madres ni para los niños.

Esto tiene que ver con cómo y cuánto han cambiado los modelos de crianza a lo largo de los siglos. «A lo largo del tiempo, lo que nos ha ayudado a poder tener hijos con una mayor frecuencia ha sido el hecho de evolucionar hacia crianzas más colectivas. Hay muchos estudios sobre esto y los hallazgos sugieren que, desde el punto de vista antropológico, los humanos podríamos clasificarnos como criadores cooperativos, una terminología que define a aquellas especies que crían a los pequeños de manera colectiva, en las que hay un grupo o comunidad de adultos que se reparten la carga de cuidado», explica Bridgers a La Voz de la Salud.

«Debido a esa ayuda de la comunidad, las mujeres fueron capaces de nutrirse mejor ellas mismas y de esa manera retomar la ovulación antes que nuestros antepasados primates», señala la experta. Fue así como llegamos a poder tener más hijos por mujer. Con todo, en el mundo de hoy, estas grandes tribus de adultos que se repartían el cuidado de los niños se han ido reduciendo. «Las madres van a necesitar de esa comunidad, van a necesitar ayuda y en el contexto de los hogares unifamiliares, muchas veces, desafortunadamente, tu pareja es el único otro adulto que hay», observa.

¿Cuántos años se llevan tus hijos?

¿Cuánto tiempo conviene esperar entre un nacimiento y otro? Más allá de consideraciones individuales, que deberán tener en cuenta la salud de la madre y la del niño o los niños que ya haya en la familia, entender cómo ha sido este intervalo a nivel evolutivo puede darnos algunas pistas. «Gracias al desarrollo de las técnicas de agricultura pasamos a tener dietas más altas en carbohidratos y, además, las mujeres pudieron empezar a alimentar a sus bebés de manera temprana con leche animal como sustituto de la leche materna, lo que permitió volver a ovular y redujo el tiempo entre embarazos. Pero, en mi opinión, esto es un desajuste evolutivo. Es verdad que es posible desde un punto de vista fisiológico, pero nuestros cerebros y nuestros cuerpos todavía no están cerca de adaptarse a ese intervalo más corto entre nacimientos», sostiene Bridgers.

La experta, que conoce de primera mano los desafíos de la maternidad actual, tuvo dos hijos con dos años de diferencia. «Obviamente, crea mucho estrés y agotamiento en las madres, porque es muy difícil criar a dos niños que están tan cerca en edad. El cuerpo de la madre todavía no se ha recuperado completamente y es probable que tampoco haya terminado de recuperarse del período de privación de sueño de esos primeros meses. Además, la maternidad es muy intensiva cuando son tan pequeños, sobre todo si les das el pecho», señala.

Es más, un mayor intervalo entre nacimientos podría ayudar a que los hermanos se lleven bien. «Muchos antropólogos y biólogos creen que los bebés humanos necesitan como mínimo tres años de atención y dedicación exclusiva de sus padres antes de poder recibir a un hermano que les robe algo de esa atención. Entonces, tener hijos con tan poco tiempo de diferencia crea el escenario perfecto para que haya rivalidades entre hermanos y los datos muestran que cuanto más cercanos son en edad los hermanos, más tendencia tienen a pelearse entre sí y competir», observa Bridgers.

Agrandar la familia

Adaptarse a la llegada de un bebé es un proceso que no siempre se hace más fácil con la práctica. «Cuando nace un hermano, hay una adopción o un acogimiento y llega otro niño, esto siempre provoca incertidumbre en los demás. Los padres tienen que estar preparados para que el comportamiento del primogénito se modifique con la llegada de un hermano, porque esto va a ocurrir de forma natural», señala Castro.

En esta transición de recibir al nuevo integrante del núcleo familiar, pueden surgir celos o no. Si aparecen, la experta indica que los padres no deben alarmarse. «Solo si después de pasado un tiempo prudencial se mantiene una celotipia o una conducta no adaptativa puede ser algo patológico, pero es normal que este cambio de comportamiento esté dentro de los patrones típicos al principio», asegura.

Por esta razón, si se decide tener más de un niño, los padres deberán estar atentos tanto al primer hijo como al bebé. Dependiendo de la edad del mayor, se le pueden dar ciertas normas y responsabilidades que pueden ayudar a que el niño se encuentre más cómodo en este nuevo rol. «Lo más importante en el desarrollo de un niño o de una niña es el grado de autonomía e independencia y, por lo tanto, de responsabilidad que nosotros le vamos administrando en función de las distintas edades por las que va pasando», señala Castro.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.