Pablo Tovar se quedó en silla de ruedas a los 21 años: «Trabajar con tu dolor te abre la puerta a continuar con tu vida»
SALUD MENTAL

Pablo Tovar cuenta cómo un accidente en moto cambió su vida a los 21 años y las adaptaciones que tuvo que hacer para llegar a ser deportista de alto rendimiento y estudiar psicología teniendo una lesión medular
19 jun 2025 . Actualizado a las 16:37 h.La vida de Pablo Tovar se puede dividir en dos partes, separadas por un accidente en moto que se convirtió en la bisagra entre ambas. El Pablo de antes, un joven inquieto, aficionado al movimiento, practicaba todo tipo de deportes desde pádel, hasta snowboard, pasando por el inevitable fútbol. El Pablo de hoy también mantiene esa faceta deportiva. Es más, ha llegado a ser campeón de España en esquí alpino adaptado. Pero también ha podido explorar otro gran interés que siempre le había fascinado, la psicología humana. Tras el accidente que sufrió en el 2008 y que le dejó parapléjico, se reinventó estudiando esa carrera y hoy dedica su vida a ayudar a personas y organizaciones a superar obstáculos y a gestionar mejor las frustraciones o, en otras palabras, a ganar resiliencia. Su nuevo libro, Reinventar el camino (Plataforma editorial, 2025) traza este recorrido.
Nada que lamentar
Cuando piensa en el accidente que cambió su vida de manera radical de un día para el otro, Pablo asegura que no le gusta usar palabras como «desgraciadamente», «desafortunadamente» o «lamentablemente». Asegura que su vida ha cambiado, pero que esto no ha sido una limitación. Sin embargo, en ese momento, su sensación era distinta. Tuvo que atravesar un duelo para poder llegar a aceptar estos cambios.
«Cuando tuve el accidente, tenía 21 años y estaba estudiando Administración y Dirección de Empresas. Me dieron la noticia de que tenía una lesión medular, que no iba a volver a caminar, y lo primero que recuerdo es pasar por una fase de muchísima negación y enfado, de no entender por qué me pasaba a mí todo esto», recuerda Pablo.
Tuvo que aprender a lidiar con la frustración. «Una de las cosas que más me frustraron al inicio fue no poder volver a jugar al fútbol. Es un deporte que no hay forma de adaptar a la silla. Yo había jugado mucho al fútbol y después del accidente no pude volver a hacerlo. Fue una pelea interna muy grande porque no quería aceptarlo. Empecé a jugar al pádel en silla y también me sentía muy frustrado porque, si ya es difícil ir detrás de la pelota de pie, ni hablar con la silla. Al principio tiendes a comparar lo que haces con lo que podías hacer antes y eso era muy duro», describe.
Con todo, retomó los estudios y se graduó. Poco a poco, logró dejar de compararse con el pasado y cuando pudo poner el foco en disfrutar del presente y de sus posibilidades, que no resultaron ser pocas, consiguió superar esa barrera de la negación y la frustración.
El deporte como motor
Al acabar la carrera, Pablo fundó una empresa de venta de mobiliario. «Esto me permitía moverme, desplazarme de un sitio para otro. Y elegí esto porque era lo que más me gustaba antes del accidente, moverme», cuenta a La Voz de la Salud. El movimiento es una parte tan transversal de su vida, que la silla de ruedas no le impidió seguir en contacto con ese lado suyo. «Mi idea era poder seguir haciendo deporte, poder seguir moviéndome, no tener que estar metido en una oficina que me limitara. Y eso me llevó a empezar a desplazarme con libertad y a retomar un deporte que yo hacía antes, que era el esquí», explica.
Trabajar una temporada como instructor de esquí había sido un proyecto desde antes del accidente y lo concretó en silla de ruedas. «Pude desplazarme a Sierra Nevada, alquilé un piso allí y aprendí a esquiar de nuevo, pero en mi silla de esquí. Estuve una temporada completa dedicándome a ello ese año y fue una experiencia increíble conocerme a mí mismo desde ese lugar», cuenta Pablo.
Aunque fue gratificante, la experiencia no fue fácil. «Sierra Nevada no es un lugar con accesibilidad. Es un pueblo en medio de cuestas de una montaña. Esta fue una experiencia en la que tuve que afrontar muchas situaciones estando en silla de ruedas y me sirvió para después extrapolar esa resiliencia a cualquier otra situación», relata, siempre enfocado en los aprendizajes.
Ese año esquiando en Sierra Nevada se convirtió en un período de casi un lustro. Cada invierno pasaba la temporada allí entrenando. «Entré en un equipo de competición y llegué a ser tres veces campeón de España en esquí alpino. Estuve compitiendo a nivel europeo y fue una gran experiencia para mí», cuenta. No se limitó al deporte que se le daba mejor. Hizo esquí náutico, buceo con bombona, pádel y hasta parapente. Estas actividades siempre fueron parte de su esencia y logró seguir haciéndolas con adaptaciones.
Fue también a través del deporte como llegó a redescubrir su interés por la psicología. «Me matriculé un poco para ver cómo era, por curiosidad. Acabé terminando la carrera y empecé dedicándome a la psicología deportiva, porque yo siempre había estado en el mundo del deporte. Pero me di cuenta de que los deportistas, cuando de verdad tenían algo que les afectaba de una forma significativa en su rendimiento deportivo, normalmente no tenía nada que ver con el deporte. Era más por algo que le había pasado en su vida, tenía más que ver con un tema clínico que con un tema deportivo. Entonces, empecé a verle la utilidad a la psicología clínica y sanitaria y decidí cambiar el enfoque», explica Pablo. Hoy está especializado en trauma y, además de atender a pacientes en su consulta, se dedica a dar conferencias.
La caja de herramientas
En el día a día, Pablo trabaja aportando recursos a las personas para que puedan hacer frente a la adversidad y salir airosas. «Una de las frases que más repito, que es del psicólogo Carl Jung, dice que lo que niegas te somete y lo que aceptas te transforma. Mantenerte en esa negación y en esa evitación lo único que hace es tenerte atrapado en esas situaciones. Porque cuando puedes trabajar con esa pérdida, puedes trabajar con ese dolor y puedes trabajar con esa tristeza, eso es lo que abre la puerta a continuar tu vida asimilando y digiriendo que esa situación que te ha ocurrido», asegura. En eso consiste, explica, elaborar un duelo.
El deporte no ha dejado de ser una herramienta en su vida y la recomienda a todo aquel que pasa por su consulta. Es, en su opinión, un psicofármaco natural. «Con cualquier persona que viene a trabajar conmigo en terapia, una de las primeras cosas que acordamos es que la actividad física y el deporte tienen que estar presentes en su vida como un instrumento más del proceso terapéutico. Porque esa actividad física y ese deporte liberan una serie de químicos que son los mismos que libera un ansiolítico, un antidepresivo o cualquier tipo de medicación para la salud mental», explica.
Para vencer la frustración, el experto siempre recomienda buscar el aburrimiento, algo que puede ser contraintuitivo, pero que tiene su lógica. «Vivimos tan ocupados, con tantas opciones y decisiones, sin parar, y acabamos romantizando el no tener tiempo. Esta es una de las razones por las que la frustración hoy en día se convierte en un problema mayor, porque es que no nos damos espacio a frustrarnos, a aburrirnos y a tener momentos con nosotros mismos en los que no estemos haciendo nada productivo. Saber tener momentos para nosotros, momentos de ser más que de hacer, es uno de esas pilares para ese trabajo de la gestión de la frustración», asegura.