Antonio Mera, reumatólogo: «La artrosis es el deterioro del cartílago y la artritis es la inflamación del tejido de las articulaciones»

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

Antonio Mera, en su consulta del Chus.
Antonio Mera, en su consulta del Chus. XOAN A. SOLER

El jefe de servicio en el Chus detalla la pérdida de calidad de vida que pueden tener los pacientes de artritis de no obtener un diagnóstico precoz

23 nov 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

La artritis y la osteoporosis son de los diagnósticos más frecuentes en la reumatología. Los hábitos de vida son clave en las dos enfermedades; en la primera, para el manejo de los síntomas, y en la segunda, para evitar su aparición. El doctor Antonio Mera (Santiago de Compostela, 1956), jefe del servicio de Reumatología en el Complexo Hospitalario Universitario de Santiago (Chus), unidad que en el 2024 fue galardonada con el Best in Class, detalla la implicación que suponen ambas enfermedades y cuáles son sus signos de alarma. 

—¿Es posible tener artritis y no saberlo?

—Siempre es posible, especialmente en aquellas personas que tengan trastornos en la sensibilidad, por ejemplo, que hayan tenido un ictus y que tengan una hemiplejia, y en ese lado, las inflamaciones no le molesten. También en los niños muy pequeños, que no tienen en su cerebro suficiente madurez como para identificar lo patológico de lo no patológico, y pueden tener una rodilla inflamada o con dolor y no referirlo. Pero en general, si tienes una enfermedad reumática inflamatoria te va a doler. La osteoporosis, por el contrario, sí es silenciosa. 

—Habla de un niño pequeño con artritis. Habitualmente se confunde esta enfermedad con la artrosis en terreno terminológico. 

—La diferencia fundamental es que mientras la artrosis se podría definir como el deterioro estructural del cartílago que hay en las articulaciones, la artritis es la inflamación del tejido que tapiza por dentro las articulaciones, que se llama tejido sinovial. En general, es mucho más sistémica, más grave, con una mayor capacidad para destruir las articulaciones que la artrosis. Y sí se puede padecer a cualquier edad, incluida la infancia. Las más frecuentes en nuestro medio, en el adulto, serían la artritis reumatoide y la artritis asociada a la psoriasis cutánea, que ocurren en la edad media de la vida. Digamos que entre los 40 y los 55 años. Por tanto, las enfermedades inflamatorias no son las enfermedades que afectan a la gente mayor, todo lo contrario. Son tópicos. Nuestra especialidad tiene un nombre que la gente asocia al envejecimiento de las articulaciones, a su desgaste. Pero nada más lejos de la realidad. Esa es una pequeña parte; el resto tienen enfermedades más graves como el lupus eritematoso, la artritis reumatoide o la esclerodermia. Son patologías más serias y que afectan, sobre todo, a gente joven o en la edad media de la vida. 

—¿Se conocen las causas de la artritis? Sé que hay varios tipos. 

—La causa intrínseca no se conoce, si no, se evitaría y no sería enfermedad. Pero al igual que prácticamente la totalidad de las enfermedades autoinmunes, la causa es la interacción entre algo que hay en el medio ambiente y el terreno genético. Nosotros tenemos una serie de genes que heredamos. No es un solo gen el que las provoca, sino la coincidencia de varios genes, que en un momento determinado de la vida, esa persona contacta con algo del medio ambiente. Por ejemplo, un virus. Ese patógeno, que en el resto de la población no va a producir más que la infección viral, en estas personas va a estimular suficiente su sistema inmune como para provocarle el inicio de una enfermedad crónica.

—Por cada tres mujeres hay un varón diagnosticado de artritis. ¿Por qué es más habitual en la población femenina?

—Lo que parecería más obvio es que tenga que ver con el estado hormonal del ser humano. La presencia de estrógenos haría que fueran más frecuentes las mujeres. Pero realmente no se conoce muy bien. También es cierto que no todas las enfermedades inflamatorias en reumatología son más frecuentes en las mujeres. Por ejemplo, la espondilitis anquilosante es mucho más frecuente en los hombres. 

—¿Con qué síntomas se presentan los pacientes? 

—El paciente va a iniciar el cuadro presentando sintomatología de dos maneras. Una es la rigidez matinal importante y prolongada. Todas sus articulaciones están muy tiesas. Y dos, aparece inflamación y es dolorosa. En el caso, por ejemplo, de la artritis reumatoide, va a comenzar habitualmente por los dedos de las manos y las muñecas. Están rígidas, se pierde movilidad y se hinchan los dedos. Con esas características se consulta. Para el diagnóstico realizamos analítica y estudios de imagen. La resonancia o la ecografía articular van a dar signos de inflamación. Después, analíticamente, vamos a tener la elevación de los marcadores de inflamación: la velocidad de sedimentación globular y las proteína c reactiva, que van a estar elevadas. No nos dicen si el paciente tiene tal enfermedad, pero sí manifiestan si está teniendo un estado inflamatorio. En el caso de la artritis reumatoide, entre el 70 y 80 % de los pacientes van a tener positividad para un anticuerpo que fabrica las propias células del sistema inmunitario que se llama factor reumatoide, y algunos otros anticuerpos que también se han identificado en estas enfermedades. 

—¿Por qué se dice que la osteoporosis es una epidemia silenciosa?

—La osteoporosis es la pérdida de masa ósea. En terminología popular, puede decirse que se pierde espesor del hueso y se modifica la arquitectura. El hueso tiene como un entramado, como si fuera una telaraña, que ocupa el cuerpo de ese hueso. En estos pacientes, se va volviendo cada vez más fino, pierde calidad y masa. Eso no tiene por qué dar sintomatología. Sin embargo, de repente, un buen día es tanta la pérdida que se produce la primera factura. Son microfracturas que, muchas veces, sí te duelen, pero hasta ese momento, has tenido mucha pérdida de masa ósea y no te ha avisado de nada. Por eso se llama epidemia silenciosa, porque es epidémica, porque afecta, después de la menopausia en las mujeres, a casi un tercio de todas ellas y cuando te quieres dar cuenta, ya te ha roto algo.

—¿Se puede decir que está asociada a la edad?

Hay dos tipos de osteoporosis. Hay una que se produce inmediatamente después de la pérdida de los estrógenos, que es la posmenopáusica. De los 55 a los 70 años, esa es la forma de osteoporosis más frecuente y la fractura más habitual es en las vértebras, en la columna. Luego, hay una osteoporosis senil, que se produce a partir de los 70 años. Ese tipo de osteoporosis es algo más frecuente en los hombres y tiende a fracturar la cadera. Y luego hay otras que son inducidas por fármacos o por situaciones de terapias. Por ejemplo, si una persona, porque tiene una enfermedad pulmonar crónica, necesita tomar corticoides, estos interfieren con el metabolismo de la vitamina D y van a dar lugar a osteoporosis. Otra forma que no tiene nada que ver con la edad y que tampoco tiene que ver con el estado hormonal del ovario se produce, por ejemplo, en los astronautas. Tienen que estar haciendo ejercicio constante para que los músculos estimulen el crecimiento del hueso, porque esa flotabilidad en el espacio hace que se pierda muy rápidamente masa ósea. Y luego en las niñas que tienen trastornos alimenticios, como la anorexia nerviosa, se produce también un trastorno que se caracteriza por amenorrea, falta de reglas, y por lo tanto, desarreglo hormonal. Son en general chicas, más que chicos, jóvenes, de veintipocos años a veces, con una masa ósea que se parece a la de una persona de más de 70. Las tres situaciones posibles serían estas, la que depende de las hormonas, la que depende de la edad y la que depende de otras situaciones patológicas que influyen en el crecimiento del hueso.

—¿Se puede prevenir?

—Sí, es la mejor manera de tratar la osteoporosis, que no aparezca. La masa ósea alcanza el pico máximo alrededor de los veintitantos años. En una mujer que tiene una función ovárica normal, con reglas normales, ese nivel se mantiene, pero a partir de la menopausia empieza a caer. Si yo alcanzo un pico muy elevado de masa ósea a los veintitantos, aunque pierda nunca llego al umbral que me permita tener una fractura porque partía de un punto muy alto. Por lo tanto, tener a estas edades tempranas una masa ósea muy potente es una forma de prevenir la fractura  osteoporótica, con ejercicio físico y buena nutrición. Algunos alimentos como las bebidas azucaradas, o el exceso de azúcar en general, pueden producir hipercalciuria, y por lo tanto, pérdida de calcio por la orina. Después, cuando una persona llega a la edad de la menopausia, se puede hacer un estudio de factores de riesgo. Existen varias calculadoras de factores de riesgo que pueden predecir si eres una persona predispuesta a tener osteoporosis y por lo tanto fractura osteoporótica. Fumar, beber alcohol, tomar corticoides, haber tenido una artritis o tener una artritis activa, tener enfermedades metabólicas como la diabetes, o el hipotiroidismo son factores de riesgo. Por lo tanto, si yo tengo una artritis, tomo corticoides y fumo, la posibilidad de que tenga una osteoporosis posmenopáusica y, por lo tanto, una fractura osteoporótica va a ser muy superior a las personas que no tienen nada de eso. Evitando esos malos hábitos, se puede corregir. Después, hay técnicas exploratorias, como la densitometría ósea, que también ayudan a predecir si una persona va a tener una fractura osteoporótica o no. Es como una radiografía muy simple que prácticamente no radia y es una técnica que se utiliza a diario para establecer cuál es la masa ósea de esa persona. Y, en base a eso, predecir cuáles son las posibilidades de que pueda tener una fractura osteoporótica. Obviamente, la osteoporosis en sí, como es silenciosa, no debería ser un problema. El problema de tener una osteoporosis es que te vas a romper un hueso si no le pones remedio. Cuando todo esto fracasa, hoy en día disponemos de bastantes herramientas terapéuticas, fármacos, que ayudan a proteger el hueso, a que esa pérdida disminuya notablemente y que las posibilidades de que te fractures un hueso sean menores.

—Habla del estilo de vida, ¿hacer ejercicio como el entrenamiento de fuerza o correr fortalece el hueso?

—Sí. Es algo que se conoce desde hace muchos años, y se le llama el efecto piezoeléctrico. Es decir, los tendones de los músculos, cuando se pegan a la corteza de los huesos y se tensan, estimulan la formación de corteza ósea. Se generan unas fuerzas electrostáticas que estimulan el crecimiento o la formación de más corteza de hueso. Es importante para que se mantenga una buena salud ósea, especialmente en aquellos que todavía no han alcanzado el pico de masa ósea y que necesitan obtener un pico de masa ósea lo más alto posible, como las mujeres. Por eso, correr suavemente o la natación estimulan la formación de masa ósea.

—¿Cómo afecta la osteoporosis a la calidad de vida?

—Como la osteoporosis es silente, hay una fase que es poco sintomática, donde las vértebras se van acuñando, van teniendo microfracturas. Esto provoca dolor de espalda, pero no tanto como para impedir al paciente a que haga una vida normal. El problema es que se va formando una joroba, se va perdiendo altura, y ya hay que intervenir porque el paso siguiente podría ser una fractura de cadera más adelante. Es más, solo con esa joroba y con el hundimiento del pecho, la persona respira peor, y cuanto peor oxigenan tus pulmones, peor oxigenas la sangre. Entonces, se cansa antes. Es un círculo vicioso. Por eso hay que hacer ejercicio en la edad media de la vida, y sobre todo en la juventud. De lo contrario, sí que irá disminuyendo tu calidad de vida. 

—¿Y la artritis?

 —La artritis es una enfermedad devastadora, que si no se diagnostica a tiempo, y no se consigue la remisión bajo tratamiento, va a destrozar las articulaciones. El producto final es la anquilosis, va a producir unas limitaciones severas, con dislocaciones de los pequeños huesos de los pies o de las manos. Un diagnóstico precoz es muy importante, cuando un médico, de cualquier especialidad, crea que un paciente tiene una artritis tiene que derivarle rápidamente al reumatólogo. Aquí el tiempo es crucial, como en la oncología. Una vez se ha detectado, el tratamiento precoz garantiza un pronóstico muchísimo mejor que si el paciente llega con un diagnóstico más tardío. Más allá de seis meses, podría haber ya secuelas irreversibles. La segunda arma que tenemos es que hoy en día disponemos, para la mayoría de artritis, de fármacos potentes que actúan por dianas terapéuticas. Somos capaces de bloquear una diana implicada en la artritis, y así conseguimos que entre en remisión.

—¿El tratamiento es de por vida?

—Sí, la mayoría lo necesitará. Es lo mismo que le pasa a un diabético, que sabe que si se pone su insulina puede mantener una vida normal. En los casos de estas artritis, tres cuartos de lo mismo. Están un poco condenados, por así decirlo, a utilizar algunos tipos de fármacos por siempre, pero a cambio van a tener una calidad de vida similar a la de las personas que no tienen artritis. Si no se hace el diagnóstico precoz y, por lo tanto, el tratamiento, la enfermedad va a dejar secuelas. Inicialmente se producen porque ese tejido que se inflama dentro de las articulaciones invade localmente como si fuera un tumor. Invade todos los tejidos que hay alrededor de la articulación y destruye el cartílago produciéndose una artrosis, en este caso, secundaria a una artritis. Esto destruye el hueso que hay debajo y produce unas lesiones llamadas erosiones, que conducen a la inoperabilidad de la articulación. Si esto lo multiplicas por cuarenta que tenemos y que pueden estar inflamadas, te puedes imaginar la severa incapacidad que puede producir. Y después, desde hace algunos años, sabemos que los procesos inflamatorios de las enfermedades autoinmunes que no están controladas, nuestras enfermedades que afectan básicamente las articulaciones, son capaces de provocar, igual que la diabetes, el tabaco la hipertensión, una arteriosclerosis acelerada. Estos pacientes van a tener un riesgo cardiovascular muy elevado respecto a la población general, que se va a traducir en mayor frecuencia de ictus y de infarto. Por lo tanto, no solo es cuestión de que uno piense que tolera bien el dolor y que no le importa su articulación inflamada, sino que está en juego su salud cardiovascular. De hecho, es la principal causa de muerte en los países occidentales de pacientes de enfermedades reumáticas inflamatorias como las artritis no controladas o mal controladas. 

Lucía Cancela
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Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.