Isabel Bermúdez, cirujana: «No es normal que haya escapes de orina al saltar, reír o estornudar»

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

La doctora Isabel Bermúdez.
La doctora Isabel Bermúdez. ANGEL MANSO

La experta del Chuac, que pasa consulta en el hospital Abente y Lago, explica los tratamientos disponibles para los pacientes de incontinencia fecal

19 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Isabel Bermúdez forma parte del servicio de cirugía general y aparato digestivo del Chuac, en concreto, trabaja en la unidad de Coloproctología y está especializada en suelo pélvico. Su servicio ha ayudado a muchas personas con incontinencia a sobrellevar este problema. Pero pese a su sobrada experiencia, quiere recalcar que todo esto no habría sido posible sin la ayuda de todo su equipo. La doctora también es colaboradora habitual de la Asociación de Incontinencia (ASIA), una organización sin ánimo de lucro formada por pacientes y profesionales que busca sensibilizar, divulgar y orientar sobre este problema.

—¿Qué es el suelo pélvico?

—El suelo pélvico está constituido por estructuras óseas, musculares y tejidos blandos. Tenemos la pelvis ósea y dentro de ella se alojan los órganos, fundamentalmente el aparato urinario, el aparato ginecológico en el caso de las mujeres y la parte final del intestino. Están sostenidos por unos tejidos musculares que funcionan como una hamaca que cierra la pelvis por la parte inferior. De esta manera, los órganos están suspendidos, apoyados en la musculatura que constituye lo que llamamos el suelo pélvico.

—¿Qué factores influyen en la pérdida de su capacidad?

—Como es una estructura ósea, se modifica poco con los años. No obstante, con el paso del tiempo y la edad, la curvatura de la parte final de la columna cambia, influyendo en la disposición de los órganos dentro del abdomen. Por su parte, los músculos, como los de todo el cuerpo, sufren con el paso del tiempo y el envejecimiento. Todos notamos que se van haciendo más laxos; si antes teníamos unos bíceps muy fuertes, con la edad se van aflojando. Con la musculatura del suelo pélvico sucede lo mismo. Y si la hacemos sufrir, más todavía.

—¿Cómo se le hace sufrir?

—Los músculos sufren fundamentalmente porque aumenta la presión dentro del abdomen; eso lo empuja hacia abajo, por así decirlo. Existen distintas variables que aumentan esta presión. El principal, es que ganemos peso. La obesidad hace que parte de la grasa se acumule en los órganos abdominales. En el caso de las mujeres, el embarazo en sí mismo ya es una distensión de la musculatura y en el momento del parto esa musculatura se distiende más fisiológicamente para dejar pasar los bebés a través del canal del parto. La zona también sufre por cualquier tipo de agresión como una cirugía, ya sea de hemorroides, de una fístula o una intervención pequeña a nivel urológico, lo que también les sucede a los varones. Esto tiene un impacto no solo porque se altera el músculo, sino porque esos músculos trabajan a respuesta de unos nervios. Si estos nervios se dañan por algún proceso, como una cirugía, van a mandar unas órdenes no adecuadas a la musculatura y esta dejará de contraerse.

—¿Cómo se ve alterado el suelo pélvico en el contexto de una incontinencia urinaria o fecal?

—Cuando la musculatura del suelo pélvico no funciona correctamente, puede deberse a que sea simplemente un problema de distensión de la musculatura, es decir, que se afloje y que los órganos desciendan en conjunto; algo mucho más frecuente en mujeres. Como consecuencia de esto descenso se produce una incontinencia urinaria y fecal, que suele ser más de urgencia; la persona tiene que correr para llegar a tiempo al baño. Cuando la afectación es de una lesión, como un parto muy complicado, donde hay un desgarro, esa musculatura ya no cierra bien el suelo de la pelvis y, por un lado, favorece que los músculos desciendan y, por otro, que no se contraigan adecuadamente cuando queramos ejecutar esa orden. En vez de contraerse al 100 %, se contraen al 70, provocando escapes o urgencia, tanto de tipo fecal como urinario.

—¿Observa que los escapes urinarios están normalizados?

—Sí, yo creo que están demasiado normalizados. En la consulta pregunto con frecuencia a pacientes con patología hemorroidal o con una fístula, incluso a mujeres jóvenes, si se les escapa la orina, y ellas siempre me dicen que lo normal. Que les ocurre cuando saltan o cuando estornudan. Yo siempre les digo que no lo es, ni cuando saltan, ni cuando estornudan o se ríen. Está muy normalizado. Creo que influye que tenga una alta incidencia. La incontinencia urinaria está presente en más de un 50 % de la población femenina, ya sea de urgencia o de esfuerzo. Esa normalización hace que, si a todo el mundo le pasa algo, se vea como algo inevitable.

El equipo de especialistas en el tratamiento de la incontinencia del hospital Abente y Lago.
El equipo de especialistas en el tratamiento de la incontinencia del hospital Abente y Lago. ASIA

—¿Se puede prevenir?

—Se pueden hacer cosas, pero hay que empezar a trabajarlas previamente, con tiempo de antelación siempre que podamos. Hay veces donde no es posible, como por ejemplo, si nos sometemos a una cirugía curativa de alguna patología, como un varón de una prostatectomía.

—¿Qué tratamientos disponibles tienen los pacientes para la incontinencia fecal?

—La incidencia de la incontinencia fecal es más baja, aunque aumenta a lo largo de la vida y en los pacientes institucionalizados hay un porcentaje elevado, que puede llegar casi hasta el 50 %. Sin embargo, en el resto de la población la incidencia es mucho más baja y la podemos estimar en un 14 %. Cuando es muy súbita y muy severa suele ser fruto de cirugías, o bien para tratar un cáncer de recto o intervenciones que se han hecho para una fístula o para una patología a nivel anorrectal. Si no nos pasa nada de eso, ¿qué podemos hacer para ir previniendo? De forma resumida, evitar la obesidad, regularizar nuestro hábito intestinal y realizar ejercicio que tonifique la musculatura del suelo pélvico.

—¿Y una vez se ha establecido?

—Tenemos mecanismos para corregirla que varían dependiendo del origen. Si la causa es una lesión muscular, la tenemos que tratar; si tienes un descenso del suelo pélvico se puede operar, o si hay una lesión del nervio podemos poner neuroestimuladores que lo estimulan a nivel sacro, pero esto ya es para casos muy particulares.

—¿Cómo funciona la neuroestimulación?

—La neuroestimulación sacra es un electrodo que colocamos en las raíces sacras. Estimulamos esas raíces de las que provienen los nervios que, por así decirlo, dan las órdenes, se encargan de la contracción y de la sensibilidad de toda la musculatura del suelo pélvico, tanto de la contracción como de la sensibilidad. Lo que hace es generar impulsos, es un dispositivo que se coloca subcutáneo en la zona alta de los glúteos y genera unos impulsos constantes a raíces sacras para que el nervio digamos trabaje y mande órdenes a la musculatura para que los músculos se contraigan. Es útil y válido, lo utilizamos tanto para la incontinencia urinaria como para la fecal. Pero tienen que ser pacientes en los que la causa sea nerviosa, no una causa exclusivamente muscular, si es de causa muscular tenemos que hacer otros tratamientos.

—¿No existen fármacos?

—Para la incontinencia urinaria sí hay fármacos, pero esta puede ser de diferentes tipos: puede ser de urgencia, puede ser porque el paciente no vacíe bien y enseguida se le llene la vejiga o puede ser una vejiga hiperactiva. Nosotros trabajamos en común desde el Chuac, donde están los urólogos que se dedican a analizar a los pacientes desde el punto de vista urológico, las ginecólogas que valoran lo que es el compartimento ginecológico y nosotros, que nos centramos en la parte posterior, la parte del recto. Todos vemos globalmente a los pacientes, los comentamos muchas veces y después valoramos qué tratamiento se les puede aplicar. No tenemos una medicación que sirva para la incontinencia fecal, lo único que podemos hacer es estreñir al paciente cuando tiene diarrea, porque es más fácil retener las heces sólidas. Pero no contamos con una medicación que contenga o corrija la incontinencia fecal. Es el mecanismo más complejo.

Lucía Cancela
Lucía Cancela
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Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.