Paloma Gil, endocrinóloga: «Si sabemos que hay disruptores endocrinos en los plásticos, evitemos el contacto de la comida con ellos»
VIDA SALUDABLE
La especialista destaca que pese a que las fluctuaciones hormonales son mayores en las mujeres, haciéndolas mucho más resistentes a sus cambios, «hemos sido mucho más criticadas»
18 nov 2025 . Actualizado a las 13:59 h.Paloma Gil, médico especialista en Endocrinología y Nutrición, acumula a sus espaldas más de treinta años de experiencia. En su faceta como divulgadora, siempre se ha centrado en los hábitos de vida y su peso en la salud. Sin embargo, su último libro lo dedica a las hormonas, que las describe como «grandes desconocidas»: El poder invisible de tus hormonas (Aguilar, 2025). Según la experta, «no somos conscientes de ellas porque están bien». La alarma llega cuando sus funciones se alteran.
—¿Qué peso se lleva el estilo de vida en las hormonas y cuál tiene la biología?
—Los seres humanos estamos muy bien hechos y nuestro cuerpo es bastante resistente a todo lo que le rodea, aunque no lo tratemos muy bien. Ahora bien, tiene un límite. Es decir, nuestro organismo está organizado para que todo funcione adecuadamente y de eso se ocupan las hormonas, pero si las estresamos, si las llevamos a su límite, se producen desequilibrios. Por eso en medicina siempre hablamos de prevenir. Si tú cuidas tu cuerpo, tu cuerpo cuida de ti y en el caso de las hormonas lo mismo, si tú cuidas tu estilo de vida, contribuyes a que tus hormonas sigan cuidando de ti.
—¿En un análisis rutinario podemos comprobar el estado de todas las hormonas?
—No. Cuando vienen pacientes a decirme que quieren que les controle sus hormonas, siempre les digo que me indiquen cuáles. En medicina hay una máxima y es que si no sabes lo que buscas, no sabes lo que encuentras. Tiene que haber una sospecha. Además, cada desequilibrio hormonal se caracteriza por una serie de síntomas.
—En su libro detalla qué sucede con las hormonas en cada etapa de la vida. ¿Qué pasa en la adolescencia?
—Los seres humanos somos tan inteligentes que, a veces, se nos olvida que somos animales y que muchos de nuestros comportamientos parten de esa naturaleza, pues es la que nos ha hecho sobrevivir. En la adolescencia, cuando hay una tormenta hormonal, exigimos a nuestros hijos que se comporten como si todo eso no estuviera sucediendo, cuando en realidad, somos animales y como tal nos comportamos. Creo que, igual que hablo de la adolescencia, hablo del embarazo, hablo del ciclo menstrual o hablo de la infancia. Muchas veces queremos que todo en nuestra vida transcurra de una forma lineal y esto no es ni bueno ni aconsejable. Por eso, creo que si nos hablasen un poco más de nuestras hormonas nos ayudaría a entender muchas cosas.
—¿Qué pasa en el cuerpo de un adolescente?
—En esta etapa, su cuerpo le está preparando para la naturaleza para la cual estamos hechos como animales, procrear. Por eso, se incrementan los niveles de las hormonas sexuales, con efectos en muchas partes de nuestro cuerpo: en los huesos, en la piel, por supuesto en el desarrollo de los órganos sexuales, y una parte muy importante en nuestro cerebro. El cerebro de los adolescentes cambia de una forma brutal y, además, lo hace de manera distinta en aquellas personas que tienen más hormonas masculinas y en las personas que tienen más hormonas femeninas. Como nuestras hormonas son diversas también lo serán los comportamientos. El primero que no entiende, muchas veces, lo que le está pasando es el mismo adolescente y hay veces en las que hay que tener un poco de compresión, porque así dejamos que su cerebro se desarrolle de la mejor manera.
—¿Las hormonas influyen tanto en los hombres como en las mujeres?
—Al mismo nivel, pero de una forma diferente. En las mujeres son más variables. Sin embargo, la pérdida de hormonas sexuales en los hombres acarrea muchísimos problemas en el estado mental, en la fuerza física o en su composición ósea. Ahora bien, la naturaleza ha hecho a las mujeres, por así decirlo, de una forma más complicada porque nuestros cambios hormonales son continuos a lo largo de toda nuestra vida y tenemos que adaptarnos sí o sí a esas variaciones, las cuales nos afectan mucho más a todos los niveles. Nuestras hormonas son más cambiantes, eso sí, siendo mucho más resistentes a estas fluctuaciones, hemos sido mucho más criticadas por ellos.
—¿Cómo se manifiesta el vaivén hormonal del ciclo menstrual?
—En general, la primera parte del ciclo, justo cuando acabamos de tener la menstruación, es la fase tranquila; las hormonas están un poquito más relajadas, es como nuestro momento de paz, porque ahí el cuerpo no se está preparando para nada. Ese período va cambiando hasta llegar la ovulación. Ahí siempre repito que, aunque ahora hemos cambiado, como animales, la especie humana quiere perpetuarse y, para eso, necesitamos reproducirnos. En la ovulación, el cambio hormonal hace que las mujeres tengan mucha más energía, puedan estar más positivas y también puedan estar mucho más receptivas a tener una relación sexual. Cambios que,a su vez, tienen una implicación en la fase posterior si no se produce el embarazo, porque hay una bajada de hormonas en la que ya no nos sentimos tan bien, hay menos energía, y a la naturaleza le intensa menos que nos relacionemos con los demás porque ya no somos fértiles en ese momento. Es el momento premenstrual, que no es el mejor momento para muchas mujeres porque tienen un síndrome muy acusado. Estamos más melancólicas, tener peor humor, sentirnos más hinchadas o la piel en peor estado.
—En el libro explica que las hormonas están presentes desde el primer momento del embarazo y formación del feto.
—Sí. A veces no somos capaces de ver la magnitud que tienen nuestras hormonas y uno de los ejemplos es el embarazo, porque se producen cambios hormonales desde el momento que se da la fecundación para mantener ese embarazo, para que haya una adecuada nutrición del bebé, para que vaya creciendo y también se vayan creando las hormonas que lo forman. Además, también actúan sobre el cerebro y hacen que las madres, primero, se cuiden más. Los médicos siempre solemos decir que las mujeres embarazadas son las mejores pacientes porque son muy obedientes, se cuidan mucho, son capaces de hacer todo lo que les digas, de comer mejor en personas que igual antes les costaba hacer dieta o de dormir mejor. También es increíble cómo, justo antes del parto, también hay cambios a nivel cerebral para que, una vez la mujer tenga ese bebé, se olvide de todo lo demás y solo se ocupe de él.
—¿La andropausia es lo mismo que la menopausia solo que en sexos diferentes?
—Es lo mismo en el sentido de que la menopausia es la bajada de hormonas sexuales en las mujeres y la andropausia es la bajada de hormonas sexuales en los hombres, pero son muy diferentes. La menopausia se produce en todas las mujeres y, sin embargo, no todos los varones tienen esa bajada con sintomatología o es necesario tratarlos.
—¿De qué depende la regulación de mi metabolismo? Muchas veces la gente presume de tener un metabolismo más rápido o más acelerado.
—Depende de muchísimos factores, incluidos las hormonas; el momento hormonal en el que estás; influye qué comes, porque eso influye en tus bacterias intestinales; a su vez tus bacterias intestinales influyen también en los niveles de tus hormonas, en cómo gastas las calorías, es decir, el metabolismo es una de esas partes. Es la parte del organismo que más acusa el que nos cuidemos cada día, porque en el metabolismo influye la temperatura que hace fuera, si es de día, si es de noche, las hormonas, la edad y prácticamente todo. Cuando la gente habla de cambiar el metabolismo, no saben que ya está cambiando en cada momento. Lo que sí que podemos hacer es influir sobre él durmiendo adecuadamente, teniendo una dieta saludable, haciendo ejercicio, teniendo buenas relaciones sociales e intentando reducir el estrés en nuestro día a día.
—¿Hasta qué punto deben preocuparnos los disruptores endocrinos?
—Siempre digo que lo ideal es preocuparse de lo que nos podemos ocupar. En el ambiente que nos rodea hay muchísimas sustancias químicas que o imitan ser nuestras hormonas o impiden que estas actúen. Sabemos que hay disruptores endocrinos en los plásticos, pues intentemos evitarlos en contacto con lo que comemos, no calentemos las cosas en plásticos, intentemos usar menos envases de plástico, intentemos usar ropa con menos tejidos que se obtienen del plástico y más fibras naturales. También tenemos que intentar limitar que no usemos siempre productos de limpieza tan concentrados, tan perfumados, tan artificiales. Es decir, intentemos en general vivir una vida con menos sustancias químicas que nuestro cuerpo no reconoce.