Por qué no debes tomar vitamina D sin indicación médica: «Se pueden producir depósitos de calcio que aumentan el riesgo de ictus»

VIDA SALUDABLE

La vitamina D se obtiene mayormente a partir de la exposición al sol, por lo que no se recomienda utilizar suplementos sin indicación médica.
La vitamina D se obtiene mayormente a partir de la exposición al sol, por lo que no se recomienda utilizar suplementos sin indicación médica. iStock

En los últimos años, este nutriente ha estado bajo la lupa debido a la reducción de la exposición al sol que necesitamos para sintetizarla, pero consumirla sin indicación puede causar problemas

18 oct 2025 . Actualizado a las 17:49 h.

El consumo de vitamina D sin prescripción médica es una práctica que muchas personas adoptan con el fin de mejorar su salud, pero que, realmente, podría ponerlas en peligro. Esta sustancia funciona en el organismo como una prohormona y tiene un papel crucial para el mantenimiento de los huesos.

Pero los expertos advierten que los riesgos de suplementarse en exceso no son menores. Cuando este nutriente supera ciertos umbrales, pueden aparecer a corto plazo cuadros como náuseas, vómitos, estreñimiento, pérdida de apetito y debilidad. A la larga, esto puede llegar a causar daño en los riñones, desde la formación de cálculos hasta insuficiencia renal, pudiendo incluso afectar a la salud cardiovascular. «Se puede producir una calcificación o depósito de calcio en los tejidos, que aumenta el riesgo de hipertensión y de ictus», explica la dietista-nutricionista Sheila Castiñeira.

«Se ha puesto de moda tomarla, y es verdad que las cifras en España indican que muchos pacientes tienen niveles bajos, pero esto debería indicarlo el médico a partir de un estudio», señala la doctora Isabel Jimeno, responsable del Grupo de Trabajo de Vacunas de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (Semg).

Para qué sirve la vitamina D

La vitamina D es una sustancia precursora que el cuerpo necesita para producir hormonas activas. Principalmente, para sintetizar calcitriol, una hormona clave en el metabolismo del calcio y del fósforo. Estos, a su vez, son nutrientes necesarios para mantener el tejido óseo.

Además, el organismo utiliza la vitamina D para otras numerosas funciones. Los músculos la necesitan para el movimiento y los nervios para transmitir mensajes entre el cerebro y otras partes del cuerpo. La vitamina D es indispensable para que el sistema inmunitario pueda combatir las bacterias y los virus que lo atacan.

Niveles óptimos

Gran parte de la situación que ha llevado a que las personas se suplementen con vitamina D sin control ni necesidad es el hecho de que, a día de hoy, no existe un consenso científico acerca de lo que realmente supone un déficit de este nutriente. Los parámetros varían entre diferentes regiones: algunas guías establecen la normalidad por encima de 20 nanogramos por mililitro y otras, por encima de 30. Esto se puede medir a través de una analítica de sangre.

Castiñeira explica que la preocupación por este nutriente surge de varios factores relacionados entre sí: «Por un lado, el contexto social en el que vivimos y la tendencia a una menor exposición solar. Pasamos más tiempo en interiores y usamos protector solar, que es necesario, pero reduce la síntesis cutánea de vitamina D. También hemos hecho cambios en nuestro estilo de vida y nuestra dieta. La alimentación moderna incluye menos pescados grasos».

Con todo, medir los niveles de vitamina D en individuos sanos no suele ser necesario. Como explican desde el Ministerio de Sanidad, «las guías clínicas coinciden en señalar que no está justificado el cribado poblacional ni la determinación rutinaria de niveles en personas asintomáticas sin factores de riesgo específicos». Asimismo, subrayan que no se recomienda el uso de suplementos sin una indicación médica precisa, dado que «la suplementación innecesaria puede conllevar efectos adversos, especialmente cuando se exceden las dosis recomendadas».

Castiñeira señala que «no hay evidencia fuerte para suplementar sistemáticamente a todos los adultos menores de 50 años. Sin embargo, las mujeres, teniendo alto riesgo de sufrir osteoporosis tras la menopausia, podrían beneficiarse» de la suplementación en determinados casos.

Cómo obtener vitamina D

El Ministerio de Sanidad explica que «la principal fuente de vitamina D en el organismo es la síntesis cutánea a partir de la exposición solar». Solo un 10 % de la vitamina D que obtiene nuestro cuerpo proviene de los alimentos. Si bien España es uno de los países europeos con mayor incidencia de los rayos solares, que nos aportan hasta 3.000 horas de luz plena al año, la latitud de la península, de unos cuarenta grados, provoca que la intensidad de esa radiación sea insuficiente durante los períodos de otoño e invierno, «más en zonas como Galicia a las que el cambio de hora no les favorece nada», señala Castiñeira. Cabe recordar que tomar el sol a través de una ventana no permite sintetizar esta sustancia, es necesario exponerse al aire libre.

La cantidad diaria recomendada de vitamina D varía según la edad. Lo ideal es introducir 400 UI (unidades internacionales) para los bebés de hasta doce meses, 600 UI para adolescentes y 800 UI en personas adultas, pudiendo incrementar la dosis en individuos de edad avanzada, «sobre todo, en caso de osteoporosis o en pacientes institucionalizados», apunta Castiñeira. Para comprender qué supone alcanzar estos valores, basta con saber que el huevo, que es uno de los alimentos más ricos en este nutriente, contiene entre 40 y 50 UI por unidad.

Para obtener vitamina D es necesario el colesterol. «Lo que hace el sol es modificar la estructura del colesterol y transformarlo en vitamina D. Por eso, las personas que tienen una cardiopatía y toman medicación contra el colesterol tienden a tener deficiencias de este nutriente», explica Castiñeira.

Más allá del sol, alimentos como el salmón, los champiñones y las setas son ricos en esta vitamina. Pero solo a través de la alimentación no es posible llegar a los requerimientos necesarios. «Lo ideal sería exponerse al sol tres veces por semana, sin protección solar en las zonas de las muñecas y la nuca, que son las que mejor ayudan a sintetizar esa sustancia», recomienda Castiñeira.

Riesgos del uso indiscriminado

El principal problema del consumo de vitamina D sin indicación médica está en consumir una cantidad demasiado elevada. «A veces vemos dosis muy altas que no deberían tomarse sin tener en cuenta el perfil del paciente. Pero muchas personas reciben información que les llega de las redes sociales y entonces el consejo no está individualizado», señala Blanca González, miembro de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Farmacéuticos de A Coruña (COFC).

En este sentido, la experta recomienda recurrir a un profesional sanitario capacitado que pueda dar indicaciones y garantizar la seguridad. «Si no nos podemos exponer nada al sol porque tenemos una enfermedad o porque estamos con tratamientos de corticoides o anticonvulsivos durante períodos prolongados, podríamos requerir una suplementación, pero lo mejor es acudir al médico para que nos haga una determinación de la vitamina D basal en caso de que lo considere necesario», aconseja González.

Incluso cuando existe una prescripción médica, es importante revisar las dosis y la duración del tratamiento para evitar este tipo de riesgos. «El paciente tiene que saber cuántas gotas o cuántas cápsulas tomar a la semana o al mes. Tenemos que asegurarnos de esto para evitar la hipervitaminosis», subraya la farmacéutica. «No hay suplementos que sean perfectos para todo el mundo, dependerá de la situación de cada uno y el objetivo que necesitemos alcanzar», concluye.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.