Menos alergia e infecciones y mejor transpiración: estos son los beneficios de quitarse los zapatos al llegar a casa
ESTILO DE VIDA

La ciencia avala esta práctica que permite limitar el contacto de las bacterias y los contaminantes del mundo exterior con las superficies del hogar y con nuestro organismo
16 may 2025 . Actualizado a las 14:44 h.¿Qué es lo primero que haces nada más entrar por la puerta de casa? Cuelgas las llaves, dejas el bolso o la mochila, guardas el abrigo y ¿te quitas los zapatos? Este gesto, habitual en muchas culturas, es una norma tácita de convivencia. En países como Japón, Suecia o Canadá, cruzar el umbral de un hogar con el calzado que ha estado en la calle es considerado descortés o incluso ofensivo. Pero más allá del aspecto cultural, la ciencia avala ha avalado los beneficios de esta costumbre desde una perspectiva sanitaria. Analizamos toda la evidencia a favor de dejar los zapatos en la entrada de la casa.
Bacterias y patógenos
Cada día, al caminar por la calle, las suelas de nuestros zapatos entran en contacto con una gran variedad de elementos y superficies, desde aceras en las que ha habido excrementos de animales hasta suelos de párkings con restos de carburantes, pasando por el césped de los parques o el sudor presente en las superficies del gimnasio. Hay que tener en cuenta que, por la fuerza de gravedad, toda partícula contaminante del aire acaba, tarde o temprano, depositándose en el suelo y puede adherirse a nuestros zapatos. Esto ocurre con bacterias, microplásticos y hasta moléculas fecales.
Caminar por la casa con el mismo calzado que ha pisado las aceras o que ha estado en un baño público implica depositar en el hogar todos los patógenos que han quedado en contacto con los zapatos en esos espacios. Esto se ha comprobado en diferentes investigaciones. Un estudio del Cleaning Industry Research Institute (CIRI), realizado por el Dr. Charles Gerba, microbiólogo y profesor de la Universidad de Arizona, investigó la cantidad de gérmenes que podían recoger los zapatos. Encontró una media de más de 420.000 bacterias en las suelas de los zapatos, entre ellas, la E-coli, que provoca infecciones intestinales y urinarias.
El experto asegura que el calzado actúa como un vector de transporte de microorganismos patógenos desde el entorno exterior a espacios cerrados. Estas bacterias pueden transferirse fácilmente al suelo, alfombras y superficies del hogar, algo especialmente peligroso si hay niños pequeños que juegan en el suelo o personas que se sientan en él.
Otro estudio halló que casi el 40 % de las suelas de zapatos portaban la bacteria Clostridium difficile, un patógeno potencialmente resistente a los antibióticos que causa enfermedades gastrointestinales graves que, en personas vulnerables, pueden resultar en un ingreso hospitalario. Kevin Garey, autor de la investigación, señala que «se encontraron más bacterias en las suelas de los zapatos que las que normalmente se pueden encontrar en las superficies de los baños y en los asientos de los inodoros».
Toxinas y disruptores endocrinos
Más allá de los microorganismos, nuestros zapatos también pueden ser vehículos de sustancias químicas nocivas. Un estudio del 2022 reveló que una gran parte del polvo doméstico contiene residuos de pesticidas organofosforados que ingresan a las viviendas principalmente a través del calzado. Entre los contaminantes que pueden acumularse en el polvo del hogar se encuentran los ftalatos, retardantes de llama, metales pesados y compuestos perfluorados (PFAS), todos ellos considerados como disruptores para el sistema endocrino y reproductivo y el desarrollo infantil.
En este sentido, el investigador Nicolás Olea, catedrático de la Universidad de Granada, señala que «el polvo de hoy en día no tiene nada que ver con el de hace cincuenta años. Entonces eran pelo y ácaros. Ahora es fibra textil y compuestos químicos. Las grandes víctimas de esa exposición doméstica son los niños, que hacen la vida en el suelo y que están enfrentándose a toda una serie de ambientes químicos nuevos por vía de boca y manos».
Más beneficios
Al contribuir a reducir la presencia de partículas y bacterias en el hogar, el dejar los zapatos en la puerta tiene un efecto positivo indirecto sobre la calidad del aire interior. Un estudio de la Universidad de Colorado Boulder halló que los hogares en los que se toma esta medida tienen una menor presencia de partículas finas que pueden agravar condiciones como el asma, la alergia y enfermedades respiratorias crónicas.
Además, caminar descalzo, en calcetines o con zapatillas de casa aporta beneficios a la biomecánica del pie, la circulación y el equilibrio. Esto es especialmente relevante en niños pequeños, ya que el desarrollo saludable del pie está determinado por la libertad de movimiento sin calzado rígido. Asimismo, retirar el calzado permite al pie transpirar, evitando que la humedad acumulada pueda generar olores o incluso infecciones por hongos.
Desde un enfoque práctico, adoptar esta rutina también reduce la suciedad acumulada en suelos y alfombras, lo que se traduce en menos esfuerzo de limpieza y una mayor sensación de orden. Esto puede parecer trivial, pero diversos estudios en psicología ambiental han demostrado que el desorden visual en el hogar puede aumentar los niveles de cortisol, la hormona del estrés. A nivel emocional, el gesto de descalzarse puede actuar como un ritual de transición del mundo exterior al espacio íntimo, ayudando a nuestro cerebro a desconectar de las tensiones del día.