Lucía Redondo, nutricionista: «En la mayoría de los casos, tres comidas al día son más que suficientes»

ENFERMEDADES

La experta explica cómo se pueden prevenir los síntomas digestivos a través de hábitos como comer despacio y evitar cenar tarde
20 ago 2025 . Actualizado a las 16:00 h.Nuestras vidas nos están llevando por el camino de la inflamación. El problema empieza con lo que comemos, pero no termina allí. Cuando hablamos de alimentación, una máxima repetida por los expertos es que no importa solo el qué sino el cómo. Desde la primera taza de café que tomamos apurados por la mañana, hasta la cena, que se suele consumir demasiado tarde como para darle a nuestro sistema digestivo el tiempo de descanso y reparación que le hace falta, todo nuestro día está marcado por un ritmo de vida que no conduce a una salud intestinal óptima.
La dietista-nutricionista Lucía Redondo Cuevas se dedica al estudio de las enfermedades que este estilo de vida moderno está contribuyendo a causar. La experta es la autora principal de una investigación que se publicó en el 2024 en la revista Nutrients, acerca de cómo los probióticos pueden ayudar en el tratamiento de los pacientes con SIBO (sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado, por sus siglas en inglés). Redondo nos explica todo lo que podemos hacer para mejorar nuestra salud intestinal y digestiva en el día a día.
—¿A qué se debe el aumento de los casos de ciertas enfermedades digestivas en los últimos años, como el SIBO o la esofagitis eosinofílica?
—El aumento no se debe únicamente a que tenemos cada vez una mejor capacidad diagnóstica. Lo que estamos viendo es el resultado de un entorno profundamente inflamatorio, tanto en cuanto a lo que comemos como también en cómo vivimos.
—¿Qué impacto tiene nuestro estilo de vida en estas enfermedades?
—Por un lado, la alimentación moderna, rica en ultraprocesados, aditivos sintéticos y azúcares, altera el equilibrio de nuestra microbiota intestinal. Por otro, el estrés crónico, el uso excesivo de antibióticos o inhibidores de la acidez gástrica, el sedentarismo y una vida desconectada del cuerpo y de la naturaleza, afectan profundamente al sistema digestivo. Además, el ritmo acelerado con el que comemos —rápido, con prisas— altera el sistema nervioso entérico, favoreciendo disfunciones como el SIBO, la dispepsia o la esofagitis por hipersensibilidad.
—Participó como investigadora principal en una investigación sobre el uso de complementos y probióticos para estas patologías. ¿Cuáles han sido los principales hallazgos?
—En el estudio lo que observamos es que el tratamiento para el SIBO, en donde se combinan antibióticos, herbáceos, probióticos, ayudas para recuperar la mucosa digestivas y dieta, es más eficaz a la hora de mejorar síntomas digestivos que el tratamiento de únicamente antibióticos y dieta.
—¿A qué se pueden atribuir estos resultados?
—Lo más importante es entender que el SIBO no es un simple sobrecrecimiento de bacterias. Es un reflejo de un ecosistema intestinal alterado. Y para resolverlo con éxito, no basta con matar bacterias; hay que restaurar, equilibrar y fortalecer el intestino. Esto también implica abordar las causas que han provocado el SIBO, y reforzar tanto la microbiota como la barrera intestinal.
—¿Por qué hay cada vez más síntomas digestivos en la población general, incluso en personas sanas?
—En consulta vemos a diario personas con dolor, diarrea o distensión sin un diagnóstico claro. Reciben etiquetas como síndrome de intestino irritable, gastritis o dispepsia, que describen síntomas, pero no explican la causa. Y sin causa, no hay solución real. Detrás de estos cuadros puede haber una disbiosis oral o intestinal, un exceso de histamina, una mala detoxificación hepática, una hiperpermeabilidad por estrés o por tóxicos, o incluso efectos adversos de algunos fármacos. Por eso, hace falta una mirada clínica integrativa, que conecte todas las piezas y escuche al cuerpo en su contexto real.
—¿Qué medidas recomendaría para cuidar la salud intestinal en el día a día?
—La salud intestinal requiere de cambios de hábitos mantenidos en el tiempo. Si tuviera que seleccionar algunos hábitos importantes, empezaría por dejar más tiempo entre comidas, ya que evitar el picoteo continuo permite que el intestino active su sistema de limpieza natural, el llamado complejo motor migratorio. En la mayoría de los casos, tres comidas al día son más que suficientes. También aconsejaría cenar pronto y dormir bien. El descanso nocturno es clave para la regeneración intestinal. Cenar tarde o acostarse con la digestión activa interfiere con la mucosa digestiva, el sistema inmune y la microbiota. El ejercicio físico también es clave. Hay que moverse cada día. El movimiento corporal estimula el tránsito intestinal, reduce la inflamación y favorece un ecosistema microbiano más diverso. Por otro lado, no debemos descuidar la salud oral: muchas alteraciones digestivas tienen su origen en la boca. La microbiota oral es la primera frontera y merece más atención de la que solemos darle. Finalmente, recomendaría aprender a gestionar el estrés y las emociones, puesto que la salud digestiva refleja nuestro estado emocional a través del eje intestino-cerebro.