Cómo protegerse del humo durante un incendio: «Las mascarillas FFP2 y las N25 son las mejores»

ENFERMEDADES

Los neumólogos recomiendan consultar el índice de calidad del aire en la web de la Aemet para saber cómo protegerse del riesgo en caso de que haya un incendio cerca de la vivienda
15 ago 2025 . Actualizado a las 12:50 h.Los incendios en la provincia de Ourense han causado estragos a lo largo de todo el verano, pero en los últimos días, la situación se ha intensificado y cada vez más vecinos han sido afectados a medida que el número de hectáreas quemadas ha ido ascendiendo. Esto representa no solo un riesgo directo de quemaduras para aquellos cuyas viviendas están próximas a las zonas en las que se concentra el foco del fuego, sino un peligro para todos los ciudadanos de la región, con la exposición a un humo que puede impactar de manera grave en los pulmones.
Respirar partículas tóxicas
El humo que se genera durante un incendio está compuesto por productos de la combustión y, por tanto, el tipo de partículas presentes en él dependerá de cuál sea el material que se queme. De manera general, «el humo se compone de diferentes compuestos orgánicos volátiles como el benceno, el formaldehído, el monóxido de carbono o el dióxido de carbono», detalla el doctor Hugo Gómez, neumólogo del Servicio de Neumología del Complexo Hospitalario Universitario de Ourense (CHUO).
Además, este humo suele contener otros elementos, como dióxido de azufre o gases que impactan en las vías respiratorias. «Incluso puede contener carcinógenos como el plomo o los hidrocarburos aromáticos policíclicos», observa el doctor Carlos Baeza, neumólogo y miembro de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ). Se trata de sustancias altamente inflamatorias, que acceden al organismo a través del aire y en muchos casos pueden llegar a la sangre.
Efectos a corto y largo plazo
El impacto de respirar el humo durante un incendio puede ser mayor o menor dependiendo de diferentes factores, desde la distancia a la que nos encontremos del foco de fuego hasta las condiciones previas en las que se encuentren nuestros pulmones. «Estas partículas son especialmente dañinas para aquellos que tienen un perfil de enfermos respiratorios crónicos, como los pacientes con EPOC, con asma o con patologías como la fibrosis pulmonar», explica Gómez. «Cuando hay un incendio en una zona cercana, estas personas necesitan con mayor frecuencia usar mediación de rescate, como el típico inhalador, o tienen que acudir a urgencias para ingresar», observa Baeza.
Algunos efectos se pueden notar de inmediato, incluso en población sin enfermedades. «Cuando una persona sana se expone a este humo, lo que hacen las partículas es irritar la vía respiratoria. Los principales síntomas que ocasionan son picor nasal, picor de garganta, tos o irritación de los ojos. A medida que aumenta el nivel de exposición, puede llegar a producir sensación de que nos falta el aire, fatiga, incluso mareo y dolor en el pecho», detalla Baeza.
Estos síntomas pueden agravarse en pacientes que ya tengan comprometido su sistema respiratorio, o bien, en aquellos que sean vulnerables. Los grupos de mayor riesgo son, en este sentido, «niños, embarazadas, personas mayores de 65 años, pacientes con patología respiratoria crónica o con cardiopatías», apunta Gómez. Durante la gestación, el riesgo aumenta especialmente, ya que exponerse a este humo puede incrementar las probabilidades de un parto prematuro o un bajo peso del bebé al nacer. Los menores, que tienen un sistema respiratorio aún en desarrollo, también reciben con más fuerza el impacto del humo.
Es frecuente que los tóxicos que se liberan durante los incendios lleguen más allá del pulmón. «Son capaces de atravesar la barrera de este órgano, llegar a la sangre y producir efectos a nivel cardiovascular. Respirar este humo aumenta el riesgo de sufrir arritmias. Una investigación que se publicó hace unos años en The Lancet halló que aquellas personas que viven en un radio de 50 kilómetros de un sitio donde en los últimos 10 años se ha producido un incendio forestal, tienen un 5 % más de riesgo de sufrir un cáncer de pulmón», ilustra el doctor Baeza.
Cuándo preocuparse
La principal señal de alerta cuando nos encontramos en una zona cercana a un incendio y respiramos el aire contaminado es quedarnos sin aire, tener una sensación de mareo o de dificultad para respirar. «Estos son síntomas que deberían hacernos consultar de manera inmediata, no debemos esperar. Porque estos cuadros, tanto los respiratorios como los neurológicos, pueden empeorar en cuestión de minutos o segundos», advierte Baeza. El experto aconseja también acudir rápidamente a los servicios sanitarios en caso de tener patologías respiratorias ya diagnosticadas y sufrir un empeoramiento abrupto tras la exposición al humo.
Protección frente al humo
La información es clave a la hora de resguardarse del humo y en este sentido, los expertos recomiendan consultar el índice de calidad del aire, un dato disponible en la web de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). «Además, tenemos las alertas. En el momento en el que vemos una alerta de nivel 2, como el que hemos sufrido estos días, cuando el fuego estuvo muy cerca de las casas y de las residencias sociosanitarias, tenemos que saber que la ventilación ya no es eficaz. Por tanto, vamos a estar inhalando esos compuestos volátiles. Muchos pacientes refieren una falta de aire en esas condiciones», detalla Gómez.
En estas situaciones, explica el experto, se despliegan los protocolos de emergencia establecidos y es posible que en determinados casos se requiera una evacuación del área afectada, como ha ocurrido en Ourense. «Si hay un incendio cercano a nuestra vivienda, aparte de estar alerta, tenemos que mantener las puertas y ventanas cerradas, si tenemos aire acondicionado, hacer uso de él para refrescar la casa, aprovechando que los propios filtros del aire acondicionado pueden ayudar a evitar que entre aire contaminado. Pero lo más importante es planificar con antelación para estar preparados para estos casos. Siempre debemos tener en casa, si hay enfermos crónicos, un kit de suministros respiratorios esenciales, inhaladores, concentradores de oxígeno y mascarillas, en caso de que haya una evacuación», aconseja el neumólogo del CHUO.
En la medida de lo posible, se recomienda permanecer en el interior de la vivienda. «También deberíamos evitar hacer actividad física al aire libre. Si tenemos que salir, el uso de mascarillas filtrantes puede ser de ayuda. Las FFP2 o las N25 son las mejores, aunque cabe recordar que la mascarilla tampoco es la mejor solución, porque filtra las partículas más grandes, pero no las pequeñas ni tampoco el gas, que es una parte importante de la composición del humo», aclara Baeza.