El cáncer de próstata en el foco tras el anuncio de Joe Biden: guía completa para entenderlo

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

El expresidente de Estados Unidos Joe Biden, en su primer discurso tras dejar la Casa Blanca, el 15 de abril en Chicago.
El expresidente de Estados Unidos Joe Biden, en su primer discurso tras dejar la Casa Blanca, el 15 de abril en Chicago. Kamil Krzaczynski | REUTERS

La Sociedad Española de Oncología Médica recomienda seguir una alimentación alta en licopenos, priorizando frutas y verduras como el tomate o la sandía, así como el café

19 may 2025 . Actualizado a las 17:07 h.

Joe Biden ha anunciado que sufre cáncer de próstataEl comunicado oficial del expresidente ha vuelto a poner el foco en este tumor, que es el más frecuente en varones y es también una de las principales causas de muerte en la población masculina. Se estima que uno de cada ocho hombres será diagnosticado con esta patología. Es una enfermedad asociada a la edad, con un riesgo que aumenta a partir de los 50 años, aunque la mayoría de los casos ocurren en pacientes mayores de 65 y la edad media del diagnóstico se sitúa en 75. Se trata de un cáncer que puede no dar síntomas al principio, por lo que hace que acudir a controles médicos sea especialmente importante para la detección temprana y el tratamiento eficaz.

Qué es el cáncer de próstata

La próstata es una glándula del aparato reproductor masculino que produce un fluido que forma parte del semen. En condiciones normales, tiene el tamaño de una nuez y se localiza en la pelvis, justo debajo de la vejiga (el órgano que recoge y desecha la orina) y delante del recto (la parte inferior del intestino), alrededor de la uretra.

Existen diferentes tipos de cáncer de próstata. Muchos de ellos crecen de manera extremadamente lenta y es poco probable que se diseminen, aunque otros pueden ser de crecimiento rápido. Los principales tumores que pueden aparecer en la próstata son:

• Adenocarcinoma acinar: es el tipo más común de cáncer de próstata y representa alrededor del 90% de los casos. El adenocarcinoma acinar se desarrolla en las células glandulares externas de la próstata.

• Adenocarcinoma ductal: este tipo de cáncer de próstata se desarrolla en las células que recubren los conductos (o tubos) de la glándula prostática. El adenocarcinoma ductal tiende a crecer más rápidamente que el adenocarcinoma acinar.

• Cáncer de células transicionales (o urotelial): este cáncer se desarrolla en las células de la uretra. Por lo general, comienza en la vejiga y se disemina a la próstata, siendo muy poco frecuente que comience en la próstata y se disemine a la vejiga y a los tejidos cercanos.

• Cáncer de células escamosas: este tipo de cáncer se desarrolla a partir de las células planas que cubren la próstata y tiende a crecer más rápidamente que los adenocarcinomas.

• Cáncer de células pequeñas: este es un tipo de cáncer neuroendocrino compuesto por células redondas pequeñas, que a veces también se llama cáncer de células en avena. El cáncer de próstata de células pequeñas es muy poco frecuente y representa menos del 2% de todos los casos de cáncer de próstata.

Factores de riesgo

Según explican desde la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), el cáncer de próstata es un tumor maligno que se origina en las células de esta glándula. «Como ocurre con otros tumores, todavía no se conocen con exactitud las causas del cáncer de próstata y se piensa que la mayoría ocurren por varios factores que interaccionan entre sí», detalla la SEOM.

Entre los principales factores de riesgo se encuentran la edad, ya que estos tumores son más frecuentes a partir de los 50 años, y los antecedentes familiares de esta enfermedad. «El cáncer de próstata es más frecuente en hombres de raza negra y menos frecuente en países asiáticos. Además, los hombres de raza negra tienen una enfermedad de peor pronóstico», observan desde la sociedad médica.

«Los varones con un familiar de primer grado diagnosticado de cáncer de próstata tienen más probabilidad de desarrollar la enfermedad, incluso con edad de aparición más precoz de lo habitual, por debajo de los 55 años. Se conocen varios genes asociados con el riesgo de desarrollar un cáncer de próstata, destacando BRCA2, y en menor medida BRCA1, que también predisponen a otro tipo de tumores, como el de mama. En general, las mutaciones en el gen BRCA2 están asociadas a un peor pronóstico de la enfermedad», explica la SEOM.

Otros factores que podrían contribuir al cáncer de próstata están relacionados con los hábitos. Una dieta rica en grasas animales y pobre en verduras, especialmente las crucíferas como el brécol o la coliflor, la carencia en esas dietas de ácidos grasos omega-3, abundantes en los aceites de pescado, y el consumo de alcohol se asocian con mayor riesgo de cáncer de próstata. La obesidad puede contribuir asimismo al riesgo de padecer la enfermedad y empeorar a su vez el pronóstico.

«Aunque hay menos evidencia al respecto, también se ha observado un mayor número de casos de cáncer de próstata en hombres que utilizan complejos multivitamínicos, suplementos de zinc o que presentan niveles elevados de ácido fólico y vitamina B12. No está clara la influencia de la vitamina D sobre el cáncer de próstata», señala la SEOM. El tabaco, aunque no tiene una asociación tan clara con este cáncer como con otros, puede aumentar el riesgo de cáncer de próstata y su mortalidad.

Síntomas y diagnóstico

En la mayoría de los casos en los que el tumor se diagnostica en una fase temprana, la enfermedad es asintomática. No obstante, a medida que el tumor crece, puede producir síntomas urinarios como la disminución del calibre o interrupción del chorro de orina, aumento de frecuencia de la micción, sobre todo nocturna, dificultad para orinar o escozor durante la micción. Otros síntomas menos frecuentes pueden ser la presencia de sangre en la orina o en el semen, o la disfunción sexual.

En las fases avanzadas de la enfermedad, pueden aparecer dolores óseos por el desarrollo de metástasis en los huesos, con posibilidad de fracturas, cansancio y pérdida de peso, edema o hinchazón de las piernas, debido a que el retorno venoso y linfático puede verse afectado por el crecimiento de los ganglios linfáticos, o pérdida de fuerza en las piernas por compresión de la médula espinal en casos de afectación de la columna vertebral.

Dado que los síntomas no suelen estar presentes en la fase inicial de la enfermedad, el diagnóstico suele realizarse a partir de un tacto rectal y una analítica de sangre. El antígeno prostático específico (PSA, por sus siglas en inglés) es una proteína producida por las células de la próstata. El PSA se encuentra tanto en células normales como cancerosas de la próstata y se puede detectar en pequeñas cantidades en la sangre.

«Por lo general, a mayor valor de PSA, mayor probabilidad de cáncer de próstata. Sin embargo, hay que tener en cuenta que los niveles de PSA también se pueden elevar simplemente con la edad, por una hiperplasia benigna de próstata, infecciones o inflamación por prostatitis, o traumatismos en la zona debidos a sondajes vesicales o cirugías», detalla la SEOM.

El tacto rectal consiste en la palpación de la próstata a través de la pared rectal en busca de nódulos o áreas sospechosas, ya que la mayoría de los tumores se localizan inicialmente en la parte periférica de la glándula. «En el caso de existir anomalías en el tacto rectal o en el resultado del PSA, es muy probable que le aconseje someterse a una ecografía transrectal junto con la realización de unas biopsias de próstata para llegar a un diagnóstico que excluya o confirme la presencia de cáncer», explica una guía elaborada por la Asociación Española Contra el Cáncer.

Una vez confirmada la malignidad, para conocer el estadio de la enfermedad, es decir, saber si se localiza únicamente en la próstata o se ha extendido a los ganglios u otros órganos en forma de metástasis, se realiza un estudio de extensión. Esto es fundamental para poder planificar y ofrecer el mejor tratamiento a cada paciente en cada momento de la enfermedad.

El sistema de estadificación más utilizado es el TNM, un acrónimo de Tumor, Node (Ganglios linfáticos y Metastásis. Así, se clasifica a los pacientes en función del tamaño tumoral y su contacto con órganos vecinos (T), la afectación ganglionar (N), la presencia de metástasis a distancia (M), el grado tumoral y los valores de PSA en cuatro estadios:

  • Estadios I y II: Tumores que solo afectan a la próstata. Son los de mejor pronóstico.
  • Estadio III: Tumores localmente avanzados pero sin metástasis o bien tumores que solo afectan a la próstata pero con criterios de alto riesgo. Son tumores de pronóstico intermedio.
  • Estadio IV: Tumores con afectación de los ganglios linfáticos regionales, los huesos u otros órganos a distancia. En este caso se considera que la enfermedad, por lo general, no es curable (aunque sí se puede cronificar durante años con los tratamientos actuales) y el pronóstico es malo.

Tratamientos

El tratamiento dependerá de las características de cada caso y del riesgo que presente cada paciente. Las principales opciones terapéuticas son la cirugía, los tratamientos sistémicos como la quimioterapia o la hormonoterapia, o la radioterapia. En algunos casos, el tratamiento de la enfermedad se limita al protocolo de observación y vigilancia.

Esta actuación puede estar indicada en algunos cánceres de crecimiento lento, ya que un 80 % de los pacientes con cánceres de próstata de baja agresividad y muy localizados, sobreviven, aproximadamente más de diez años sin que medie ninguna actuación sobre dicho cáncer. Esto es debido al lento crecimiento y progresión de la enfermedad cuando tiene estas características.

Prevención

Algunos elementos protectores frente al cáncer de próstata están vinculados con la alimentación. «El tomate y la sandía tienen un alto contenido en licopenos, antioxidantes que ayudan a prevenir el daño al ADN y que en algunos estudios se han asociado con un menor riesgo de cáncer de próstata. De igual manera, los fitoestrógenos presentes en la soja y otras legumbres o el consumo de café con y sin cafeína también se han vinculado con una disminución del riesgo de cáncer de próstata», detalla la Seom.

«Es posible que las estatinas o algunos antiinflamatorios como la aspirina puedan disminuir el riesgo de cáncer de próstata, aunque tampoco están recomendados como agentes preventivos», observan desde la sociedad médica.

En todo caso, la mejor arma preventiva es la detección precoz para poder tratar de manera más eficaz los tumores incipientes. «Por todo ello, la recomendación más aceptada en la actualidad es el cribado con una determinación anual o bianual de PSA en función del riesgo individual de cada paciente, a partir de los 50 años en la población general y a partir de los 40 años en pacientes de alto riesgo, sobre todo con antecedentes familiares o mutaciones genéticas que confieren alto riesgo como BRCA2, hasta los 75 años», aconseja la SEOM.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.