Las claves para cuidar tu boca: «Sin seda dental, se deja el 35 % de la superficie de los dientes sin limpiar»

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

EL BOTIQUÍN

Los dentistas recomiendan el uso de seda dental, al menos, una vez al día.
Los dentistas recomiendan el uso de seda dental, al menos, una vez al día.

Según la «Encuesta poblacional de la salud bucodental», el 14 % de la población adulta en España no se cepilla los dientes con la frecuencia mínima recomendada

19 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Dice el doctor Óscar Castro, presidente del Consejo General de Dentistas de España, que la gente comete dos errores en lo que a higiene oral se refiere. El primero, dedicarle menos de dos minutos al cepillado de dientes, tiempo recomendado; y el segundo, estar por debajo de los dos cepillados diarios mínimos. «En población infantil —reconoce— además de los mencionados, un fallo frecuente de los padres es que no supervisan el cepillado de sus hijos hasta que tienen siete u ocho años».

La relación de la boca y todo lo que en ella suceda es de sobra conocida para los profesionales de la salud. No sucede lo mismo con la población general: «La gente debe ser consciente que no está al margen del cuerpo, sino que forma parte de él y que, por lo tanto, su estado afecta a otros órganos y viceversa», comenta. Tanto es así que, cuando hay un proceso infeccioso o inflamatorio en la boca, como la periodontitis, «las bacterias pasan al torrente sanguíneo y favorecen otros procesos inflamatorios que aumentan el riesgo de enfermedades cardiovasculares, complican el control de la diabetes e incluso pueden estar implicadas en enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer», explica el experto. A su vez, también se ha visto que puede afectar a la salud respiratoria o al embarazo.

De hecho, el dentista es capaz de detectar muchas afectaciones por el estado de la boca. Así, la anemia, problemas hepáticos o la deshidratación se manifiestan en la lengua. Lo mismo ocurre, según el experto, con el estado de las mucosas orales: «Pueden servir de sospecha para determinados cuadros sistémicos, como por ejemplo, la diabetes», precisa.

Este binomio no es el único en aras de investigación. La relación entre la boca y la mente también tiene camino de ida y vuelta. «Una persona con una mala salud oral, con los dientes en mal estado, se sentirá insegura y esto derivará en aislamiento social y baja autoestima», apunta el doctor Castro, con conocimiento de causa. A su vez, un trastorno mental como la depresión puede pasar factura a nivel bucal. «Es frecuente que lleven una mala alimentación; que los fármacos antidepresivos puedan producir xerostomía, o que la depresión origine desórdenes en la articulación temporomandibular debido al aumento de ansiedad», alerta. En concreto, hay estudios que cifran que el 50 % de las personas que padecen esta condición consideran que tienen una mala salud bucodental.

Con esto en mente, es fácil ver el hilo que conecta la salud general con la oral. Velar por su buen estado es muy sencillo. En la base de la pirámide se encuentra una correcta higiene bucodental diaria: «Se debe realizar con pasta dentífrica fluorada, idealmente después de cada comida o, al menos, dos veces al día durante dos minutos», explica el especialista. Eso sí, sin dejar de lado la higiene interdental. Casi al mismo nivel de la anterior medida se puede situar la de acudir a revisiones periódicas al dentista, «como mínimo una vez al año o siempre que se note alguna anomalía», aconseja. Un hábito que, pese a su importancia, no está instaurado entre la población, pues solo la mitad cumple con esta cita anual.

Y, en un tercer puesto, el doctor Óscar Castro recuerda que la boca también agradece una dieta saludable, rica en pescados, verduras, frutas y aceite de oliva, con una menor presencia de azúcares, y evitando el tabaco y el alcohol.

El daño que ocasionan los azúcares

Uno de los grandes enemigos de los dientes, por su frecuencia de ingesta en todos los grupos de la población, son los hidratos de carbono, en especial, los azúcares. Este grupo de alimentos son transformados en ácidos por algunas de las bacterias de la saliva, «lo que incide en el esmalte provocando una desmineralización del mismo, con pérdida de calcio y fosfato y debilitando la estructura del esmalte», dice el presidente del consejo nacional, que explica que todo ello favorece la aparición de caries.

Que haya ciertos alimentos con un mayor efecto perjudicial para la boca no significa que estos deban desaparecer de la dieta por completo, sino de consumirlos con moderación y tratando de evitar las repercusiones que pueden tener. «Si te comes una golosina y después te cepillas los dientes, no pasa nada. El problema es cuando hay un abuso en la ingesta de productos azucarados y de bebidas carbonatadas que no van seguidas de una higiene adecuada», reconoce. De igual forma, también es importante el momento del día en que se consumen. El especialista recomienda no tomar productos altos en azúcares justo antes de irse a dormir y «siempre hay que evitar consumirlos entre horas».

¿Cuándo debe ser la primera visita al dentista?

La primera visita al dentista debe coincidir con el primer año de vida del niño. A partir de aquí, el profesional puede establecer una frecuencia mayor o menor según muchas variables, entre ellas, el riesgo de desarrollar caries. Si este es alto, las revisiones deben ser más asiduas.

El cepillado, al menos, dos veces al día

El consenso está claro: lo ideal es cepillarse los dientes después de cada comida. Ahora bien, si esto no es posible, «al menos, dos veces al día, por la mañana y por la noche, durante dos minutos cada vez», apunta el experto. Un hábito tan interiorizado como errado, pues también tiene su técnica correcta. Se debe dividir la boca en cuatro cuadrantes y dedicar medio minuto a cada uno de ellos. «Mitad superior izquierda, mitad superior derecha, mitad inferior izquierda y mitad inferior derecha», detalla el doctor Castro. Si la persona usa un cepillo manual, debe colocarlo en un ángulo de 45 grados con respecto a las encías y realizar movimientos suaves de arriba a abajo o en círculos pequeños. En caso de que utilice uno eléctrico, «también hay que colocar el cabezal del cepillo en un ángulo de 45 grados hacia las encías, pero no es necesario aplicar presión, simplemente guiar el cepillo por todas las superficies de los dientes, cambiando de cuadrante de la boca cada 30 segundos», describe. En ambos casos, la limpieza debe aplicarse por todas las superficies de los dientes, tanto externas, como internas y las de masticación.

Y, ahora, la eterna pregunta: ¿cepillo eléctrico o manual? Los dos aseguran un cepillado dental eficaz «siempre y cuando se sigan las recomendaciones básicas». Ahora bien, dice el especialista, «es una herramienta avanzada que puede facilitar una limpieza más profunda». Especialmente, los de tecnología oscilante-rotatoria, eliminan más placa bacteriana que el cepillo manual, «por lo que reduce el riesgo de padecer gingivitis», indica.

Cuidados del utensilio

El cabezal del cepillo eléctrico debe cambiarse cada tres meses. Puede cuadrar con el cambio de estación para que la persona lo recuerde con mayor facilidad.

De igual forma, es aconsejable cambiar de cepillo manual cada tres meses. Se recomienda que sea de cerdas suaves y de cabezal pequeño o mediano.

Y, en ambos casos, debe realizarse después de una infección bucal o de garganta.

Fuente: Consejo General de Dentistas de España.

La pasta dentrífica correcta

En el supermercado, no todas las patas dendríticas son igual de correctas. La premisa principal es que debe llevar flúor a una concentración adecuada en función de la persona que la utilice. «Hasta los 6 años de edad debe usarse una pasta con una concentración de 1.000 ppm de flúor, aumentando a 1.450 ppm a partir de los 6 años y en edad adulta», precisa. Este tipo de dentífricos fluorados tienen una alta eficacia en la reducción de caries.

Por su parte, en el lineal de la tienda, el usuario también puede encontrarse con una amplia gama de pastas blanqueantes. Estas suelen llevar el peróxido de hidrógeno o el peróxido de carbamida como principios activos. «La legislación europea exige que la concentración máxima de peróxido de hidrógeno sea del 0.1 % en los productos dentales cosméticos de venta al público, reservando concentraciones mayores para su utilización profesional», reconoce. Por eso, el efecto que estos productos tienen es mínimo. Pueden mejorar algo las manchas más superficiales, leves y extrínsecas, que se encuentran en el exterior del esmalte», aunque la mayoría de veces sería necesario recurrir al dentista para hacerlas desaparecer porque se requieren técnicas específicas.

Truco extra. Por la noche, el Consejo General de Dentista recomienda no enjuagarse la boca después del cepillado, solo escupir la pasta. «De esta forma, el flúor permanece en la superficie de los dientes, lo que maximiza su efecto protector contra la caries», aclara el presidente.

El colutorio, nunca sin consejo del profesional

Pese al uso habitual que muchos le dan, el colutorio solo debe emplearse cuando así lo aconseja el dentista. Si bien el especialista reconoce que hay ciertos colutorios que tienen efectos beneficiosos para la salud bucodental, como la reducción del riesgo de caries o la eliminación de la placa bacteriana, «estos no deben eludir la imprescindible prescripción del dentista por las posibles consecuencias negativas que algunos de estos productos pueden suponer, por ejemplo, tinciones amarillentas en los dientes, alteraciones del gusto y, sobre todo, lo más importante, la posibilidad de enmascarar determinadas lesiones que pueden ser graves», apunta. Además, se recomienda que este producto nunca contenga alcohol y siempre se usen como complemento o parte de un plan de prevención o tratamiento, pero no como sustituto del cepillado. Eso sí, si se utiliza, no se debe enjuagar con agua: «Para no eliminar los principios activos del colutorio. Además, es aconsejable no beber ni comer hasta pasados treinta minutos», recuerda el doctor Castro.

Es probable que le falte la seda dental

La seda dental, al contrario de lo que se recomienda, no forma parte de la rutina de limpieza de la mayoría. Según el presidente de la entidad, «solo el 34 % de los españoles realizan la higiene interdental a diario a pesar de la importancia que tiene», lamenta. Su labor no la cumple ni el cepillado eléctrico ni el manual, «porque no son capaces de alcanzar las bacterias que se acumulan entre los dientes». de ahí que siempre se daba incluir, al menos, por la noche. «La placa que eliminamos con la seda o el cepillo interdental contiene más de 300 especies bacterianas», expone. De no llevarla a cabo, se deja el 35 % de la superficie de los dientes sin limpiar, «por lo que esas bacterias podrán pasar al torrente sanguíneo e incrementar el riesgo cardiovascular», indica.

Para esta limpieza interdental se puede recurrir a la seda o al cepillo interdental. Si bien este último es más efectivo (elimina el 93 % de la plancha dental en comparación al 73 % de la primera), su uso debe ser valorado por el dentista: «Depende de si existe suficiente espacio entre los dientes», aclara el doctor Castro.

Irrigadores, solo cuando se recomiendan

Aparato y recomendación distinta se aplica a los irrigadores, que pese a su venta libre en plataformas online, solo pueden utilizarse cuando los prescribe el dentista. En ocasiones, se plantean a personas con ortodoncia, implantes dentales o prótesis fija sobre dientes naturales. «Mal empleado puede provocar retracción de encías debido a una mala orientación del chorro del agua o a una presión excesiva de la misma», alerta.

La higiene bucal incluye a la lengua

Por último, en la limpieza se recomienda incluir un raspador de lengua, una herramienta diseñada para limpiar su superficie. «Para que se entienda bien, este órgano es como una esponja que acumula bacterias y hay que limpiarla. Si no se hace, se forma en ella una película de microorganismos que disminuirá la eficacia del cepillado», dice Castro. Por eso, se aconseja incluirlo una vez al día, preferiblemente, después del último cepillado nocturno: «Así, eliminamos la placa bacteriana y los restos de alimentos de la superficie de la lengua». Usarlo es muy sencillo, «pues consiste en sacar la lengua y arrastrar el limpiador por la parte central hacia la punta de la lengua, ejerciendo una leve presión», describe el experto.

Un hábito que nunca es tarde para adquirir, pues según según la Encuesta poblacional de la salud bucodental, el 14 % de la población adulta en nuestro país — o lo que es lo mismo, 5,5 millones de personas—, ni siquiera se cepilla los dientes con la frecuencia mínima recomendada y, a medida que avanza la edad del individuo, esta higiene empeora.

Lucía Cancela
Lucía Cancela
Lucía Cancela

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.