Todo el mundo recomienda ir al psicólogo: preguntas y respuestas sobre cuándo y cómo acudir a psicoterapia

SALUD MENTAL

Ante problemas habituales que todos sufrimos, la frase de «¿por qué no vas al psicólogo?», surge como un reflejo, pero si tu terapeuta no te cae bien o no tienes ganas, quédate en casa
14 abr 2025 . Actualizado a las 13:03 h.María, de 32 años, rompe con su novio Juan. O mejor, Juan rompe con María. De manera inesperada y sin señales previas que facilitasen predecir un colapso de la relación. Llevaban juntos siete años, dos conviviendo, y tenían planes de cara al futuro. Después de que Juan haya desaparecido, las amigas de María le han recomendado ponerse en contacto con una psicóloga para iniciar terapia.
Antonio, de 66 años, acaba de perder a su hermano Luis, con el que estaba muy unido. Luis llevaba años padeciendo una enfermedad cardiovascular que se fue agravando hasta que la medicina no pudo hacer más para mantenerle con vida. Antonio no suele hablar de sus sentimientos y fue criado en el «tirar para adelante». Las hijas de Antonio temen las repercusiones del duelo e insisten a su padre para que comience un proceso de psicoterapia.
Son dos casos prácticos, no reales, pero que podrían serlo. Y, tras el no poco cacareado estallido de la importancia de la salud mental en nuestra sociedad, probablemente muchos tendría el mismo modo de operar que las amigas de María o las hijas de Antonio: saltar como un resorte para recomendar tratamiento en salud mental, incluso antes de que el vacío aparezca. A veces, pensamos que a alguien le vendría bien la terapia sin que ni siquiera nada pase. «Creo que a mi madre le vendría bien hacer terapia». Y la duda es legítima: ¿se trata de prevención o de precipitación? ¿Hacemos bien en desenfundar la recomendación de acudir al psicólogo a todo el mundo?, ¿qué expectativas se generan sobre el proceso de psicoterapia?, ¿le conviene a una persona que vive su vida de una manera relativamente funcional perderse esa introspección personal?
«Una pregunta sincera. Creo en la necesidad de normalizar el hecho de ir a terapia cuando uno lo necesita pero… ¿no podría ser también que estamos patologizando emociones que son resultado de estar vivo y de los conflictos naturales que surgen de relacionarse con otros?». Quiso la casualidad que esta semana el cantautor Ismael Serrano lanzase esta pregunta al aire en X, una discusión a la que se sumaron cientos de usuarios, incluidos psicólogos que aportaron sus puntos de vista.
Café para todos
Dicen que dos no se pelean si uno no quiere. Se podría debatir sobre esto es así. Lo que es impepinable es que no hay terapia que funcione si uno no está convencido. Ni tampoco si el momento no es el adecuado. «Hay un principio máximo, algo que nos enseñan en primera de Psicología, que es que para que la psicoterapia sea efectiva tiene que haber ese grado de motivación por parte del paciente. Querer trabajar, querer modificar, querer aprender o querer cambiar. Por otra parte, también debe establecerse una buena alianza terapéutica con el profesional. Estos dos pilares son fundamentales para el inicio. Si una persona no está motivada o no se siente cómoda, entonces es muy poco probable que la terapia sea exitosa», comienza detallando Raquel Rodríguez-Carvajal, psicóloga clínica y Profesora Titular de la Universidad Autónoma de Madrid. También será clave,algo que apunta Hafdallah Menni, psicólogo sanitario y coordinador de la clínica Instituto Imaya de Vigo, estar convencido de que es el momento: «Junto a la motivación y la disposición para para abordar la problemática, muchas veces que el momento sea el adecuado es un elemento fundamental. No necesitamos "ir siempre a terapia", sino cuando sea el momento adecuado porque ya hemos probado otras cosas, tirado de nuestra red de apoyo o de nuestra propia estructura de nuestros recursos personales. Si con esto no se ha resuelto, desde luego es recomendable empezar un proceso terapéutico».
Aunque sean ellos quienes más hayan enarbolado la bandedra, la psicoterapia no la han inventado ni los millennials ni los Z. No habrá sanación a través de la psicología si la persona no está motivada o si cree que no es el momento. Y la dejará si el profesional no es de su agrado. Por muchos esfuerzos e insistencia que ponga su círculo.
Cómo detectar el momento
Alicia Álvarez está especializada en el tratamiento del trauma. A lo largo de una vida, todos nosotros, incluido el lector, sufrirá algún evento potencialmente traumático. Sin embargo, solo un 3,6 % de la población acabará por desarrollar un trastorno de estrés postraumático. Afortunadamente, tenemos mucha capacidad de superar situaciones adversas. Es difícil lograr prever cuándo un acontecimiento difícil en nuestras vidas acabará por convertirse en material de consulta. Por tanto, es complejo saber si esa recomendación de «ir al psicólogo» es necesaria o no. Por supuesto, se puede trabajar en prevención. No solo se puede, sino que se debe, pero no siempre resulta obvio cómo hacerlo.
«La psicología en lo preventivo es fundamental. Desde el colegio de psicólogos lo defendemos en todos los ámbitos, pero tiene más que ver con el ámbito comunitario que con el individual. Solo deberíamos prevenir de manera individual cuando, debido a lo excepcional de las circunstancias, podemos prever con seguridad que va a existir una dificultad de adaptación. Y aún así, con mucha precaución. Ni siquiera en una catástrofe como pudo ser la del accidente del Alvia se le va a recomendar hacer psicoterapia a todo el mundo. De entrada, la mayoría de la población tiene capacidad para adaptarse. Y adaptarse no significa pasarlo bien o no asustarse —recalca—. La mayor parte de la población, con sus recursos propios y comunitarios —familia, amigos y demás red social— va a ser capaz de salir adelante sin mucha dificultad», opina José Berdullas, psicólogo clínico y miembro del Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia (COPG).
En cualquier caso, la posibilidad de consulta también está ahí. ¿Tienes dudas de si en tu caso particular empieza a haber consecuencias que requieran intervención? Pues como sugiere Alicia Álvarez: «Cuando una persona tiene un malestar que no desaparece y condiciona nuestro día a día, podemos ir a consultar a un psicólogo. La idea es que ese profesional nos indique si entra dentro de la normalidad. Nos puede dar indicaciones o cosas para hacer; si estamos ante un estado sano, natural, adaptable y si tiene que seguir su curso o no. O, si por el contrario, tenemos factores de riesgo o alguna sintomatología detecte que conforma un cuadro clínico». Ante la insistencia de quien nos conoce, tampoco está de más curarse en salud si es que no vemos con malos ojos el proceso terapéutico, pero tenemos dudas de «si es para tanto». «Cuando sufres una ruptura, muchas veces te dicen lo de ‘‘¿por qué no vas al psicólogo?’’ Pues el psicólogo puede decirte si lo estás llevando bien, si estás ante un proceso normal, si tienes herramientas o se pueden trabajar algunas otras. Y esto es prevención. Ahí no has enfermado con el duelo. Porque no tienes por qué necesariamente enfermar por perder a alguien», recalca Álvarez, insistiendo en ese símil entre la psicología y la medicina.
¿ME CONVIENE IR A TERAPIA? PREGUNTAS Y RESPUESTAS
- ¿Debo ir a psicoterapia? Tanto si se plantea iniciar este proceso como si lo está recomendando, tenga claro que sin motivación; si se considera que el momento no ha llegado; o si no hay sintonía con el profesional, el fracaso está asegurado.
- Diferencia generacional. Pese a que sean los jóvenes los que mayor interés muestran en este tipo de procesos, las investigaciones demuestran que incluso durante la vejez se conserva la capacidad neuroplástica que permite lograr cambios en los patrones emocionales o de pensamiento.
- Diferentes enfoques disponibles. Existen diferentes enfoques en función de hasta qué punto se busque profundizar en un problema o la necesidad de soluciones rápidas. Las terapias cognitivo-conductuales suelen ser más breves y orientadas al problema actual. Por contra, la terapia humanista es mucho más introspectiva.
- Pasos adelante y atrás. Es común que durante un proceso de terapia se viva una sensación de estancamiento o incluso de empeoramiento sintomático. Esto no tiene por qué significar un retroceso en el proceso.
- Ante la duda, pregunta. Los profesionales son perfectamente conocedores de las dudas que pueden surgir en el paciente ante el proceso. No hay problema por preguntar por los progresos.
La expectativa mágica
Y luego están, claro, las expectativas. Porque si nos han insistido una y otra vez en que la solución a nuestros problemas pasa por hacer psicoterapia, la psicoterapia deberá sanarme. «Es otro factor, el de la expectativa mágica o el pensamiento mágico. Personas que, de alguna forma, esperan resultados rápidos e inmediatos Pero es que el proceso tiene sus tiempos. A mis pacientes siempre les digo que van a estar conmigo una hora a la semana, pero las 167 horas restantes con ellos mismos. Por tanto, el rol del terapeuta no es hacer cosas por la persona, sino guiarle, acompañarle y hacerle ver aspectos que se repiten en su vida y que suelen generar el mismo resultado. Reajustar expectativas es lo primero», aclara Hafdallah Menni, incidiendo, eso sí, en que la terapia, aun siendo lenta, debe tener un final.
Pero es que somos nosotros mismos en muchas ocasiones los que marcamos los límites, los que decimos que esto y aquello no lo queremos sacar a relucir. «Esto hace que todo se vea un poco frenado. Es como si tuviéramos que ir de la ciudad A a la B, pero por carreteras secundarias. Esto hace que el proceso pueda ser más lento. Puede ocurrir y está perfectamente bien, porque un buen profesional debe saber cuándo es un buen momento para tocar qué cosa», certifica la profesora Rodríguez-Carvajal, que también deja claro que el profesional acompaña; nunca decide. «Cuando me dicen que a no sé quién su psicólogo le ha dicho que se divorcie... Pues o mal psicólogo, o mal explicado, o mal recibido. Porque el trabajo es en base a los valores de esa persona, a cómo quiere proyectarse en su vida, con el propósito que le quiere dar y con sus valores personales. El paciente debe ver, que no hay una transgresión. Que primero hay una clarificación, porque hay personas que no tienen ni claro cuáles son sus propósitos vitales o sus valores. El terapeuta está para clarificarlo, y luego desarrollar una serie de acciones y cambios en patrones de pensamiento, emoción y acción, que permita estar alineado con sus valores, su proyecto. Eso es fundamental».
Tendencias de búsqueda en Google en Galicia
El índice muestra la evolución del interés en el término, siendo 100 el momento de máximo interés histórico y 0 el de menor importancia.
¿Callejón sin salida?
La psicoterapeuta Mariel Buqué reconoce en su libro Esta herida no me pertenece (Diana, 2025) que «muy pocas cosas son tan frustrantes para un profesional de salud mental como llegar a lo que parece un callejón sin salida en una sesión». ¿Pero seríamos capaces como pacientes de reconocer que el profesional que tenemos sentado en frente de nosotros está perdido? Al fin y al cabo, en esta relación estamos en una posición de inferioridad en cuanto a conocimientos de lo que debe y no debe ser una psicoterapia. Lo esperable, es que si ese profesional se encontrase esta situación, expusiese con total honestidad que nos hallamos en un callejón sin salida, pero también nosotros podemos detectar señales.
«En el momento en el que la persona ve cómo se incide una y otra vez sobre un tema que no se está clarificando, puede ser una señal. A veces queremos trabajar algo, pero no se clarifica en qué medida eso está relacionado con los objetivos que la persona quiere conseguir. Porque no olvidemos que el trabajo terapéutico tiene que ser en función de los objetivos que la persona quiere conseguir y el psicoterapeuta debe estar para orientarle. Esto no consiste en crear una nueva persona, sino en recoger tus propias fortalezas y recursos y encontrar el mejor camino para hacer esa trayectoria», deja claro la profesora de la UAM que aclara, por cierto, que preguntar por el proceso no es solo pertinente, sino también recomendable.
Y aunque se haya creado un vínculo, quien escucha nuestros problemas no es un novio o una amiga. Pedir una segunda opinión, no es en ningún caso una traición. Y romper con tu psicólogo si crees que ahí no es, tampoco. «Imagínate que la voz de tu terapeuta te incomoda. Pues tenemos un problema. Si yo tuviese que ir a un médico de según que especialidad y me diese asco, yo no podría», explica con absoluta honestidad Alicia Álvarez. Una psicoterapia no es una hipoteca.