Cuando el cuerpo grita lo que la mente calla: «La lista de enfermedades psicosomáticas podría ser infinita»

ENFERMEDADES

El nuevo paradigma de la medicina reconoce al cuerpo y la mente como una única entidad.
El nuevo paradigma de la medicina reconoce al cuerpo y la mente como una única entidad. La Voz de la Salud | iStock

Desde hace décadas se conoce que el cerebro tiene la capacidad de producir síntomas físicos reales, pero una nueva generación de expertos postula que la somatización forma parte de todo tipo de enfermedades y condiciones médicas

22 nov 2025 . Actualizado a las 15:55 h.

¿La mente gobierna al cuerpo, o es al revés? Esta es una de las preguntas fundamentales de la ciencia médica y la respuesta es demasiado compleja para caber dentro de ese paradigma binario. Desde que René Descartes postuló el dualismo entre la razón y el cuerpo en el siglo XVII, la tradición de todo el pensamiento occidental se decantó por esta separación que llegó a ser considerada la base de la filosofía moderna. Si hacemos fast forward hasta el momento presente, hemos llegado a entender a la mente como una entidad tan separada del cuerpo que ahora es difícil volver a unirlos.

Pero cada vez más, los expertos están convencidos de que esta dualidad cartesiana supone hoy un obstáculo para el progreso de la medicina. De hecho, desde diferentes especialidades comienzan a alzarse voces contrarias al cartesianismo, que abogan por un reconocimiento de la medicina psicosomática.

Trastornos psicosomáticos

El fenómeno psicosomático engloba todo tipo de experiencias en las que factores psicológicos pueden llegar a manifestarse a través de síntomas físicos. El cerebro tiene la capacidad de causar síntomas y sensaciones en el organismo, a través de un mecanismo cíclico de refuerzo y atención. Así, «hay enfermedades de manifestación corporal que tienen su origen en alguna alteración o algún conflicto del ámbito psíquico», explica el psiquiatra José Luis Marín, presidente del Foro Internacional para la Formación en Psicoterapia y especialista en medicina psicosomática.

En realidad, todos experimentamos sintomatología psicosomática de manera constante: basta con pensar en un problema o una preocupación para que cambien nuestra frecuencia cardíaca, nuestra respiración, la tensión de nuestros músculos e incluso nuestra digestión, aunque no siempre seamos conscientes de ello. «Por eso, realmente, todas las enfermedades deberían considerarse psicosomáticas, porque todas las enfermedades ocurren sobre personas completas, sobre su cuerpo y su aparato psíquico, que son una unidad», señala en este sentido Marín.

Para hablar de trastornos psicosomáticos, se tienen que cumplir ciertas características. Principalmente, la ansiedad o el estrés tienen un papel importante a nivel causal. «Son trastornos en los que no suele haber una lesión orgánica, aunque sí haya una afectación en el cuerpo y una serie de síntomas objetivos», detalla Alejandro Muriel, Psicólogo Clínico en la Interconsulta de Psiquiatría y Psicología del Hospital Gregorio Marañón. En estos casos, «hay una carga emocional muy elevada que la persona tiene dificultades para tramitar. Cuanto mayor dificultad para elaborar toda esta parte emocional, más grave será el cuadro que veamos», describe Muriel. El experto explica que, entre la población europea adulta, la prevalencia de estos trastornos se sitúa en torno al 9 %.

La doctora Eva Jaureguizar, presidenta de la Sociedad de Estudios Psicosomáticos Iberoamericana (Sepia), define la psicosomática como «la relación entre la mente y el cuerpo y cómo se influencian recíprocamente». Para la experta, «es la vida de cada sujeto la que le da un sentido a sus dolencias». No todos van a manifestar los mismos síntomas, porque en esto influyen no solo las condiciones en las que se encuentre el organismo de cada uno, sino también su biografía, sus experiencias previas y los traumas psicológicos por los que pueda haber pasado. En muchos casos, «se ha visto que las circunstancias vitales, afectivas y emocionales del paciente durante los períodos previos a una enfermedad permitían explicar la aparición de esta», observa Jaureguizar.

Un cambio de paradigma

Si la filosofía moderna ha escindido la mente del cuerpo, la tarea de la ciencia, a medida que aumentan los conocimientos sobre el fenómeno psicosomático, pasa por volver a unir ambas mitades de la experiencia humana. «Todo lo que ocurre en el plano psíquico afecta al cuerpo y viceversa. Todo lo que afecta al cuerpo influye también sobre lo psíquico», resume Marín. Se trata de un vínculo estrecho que la medicina está, todavía, camino a reconocer y a aplicar a sus tratamientos.

Este es, para el experto, el gran desafío. «La separación entre lo psíquico y lo somático es académicamente impuesta, no es real. Cuando yo empecé a estudiar medicina, hace cincuenta años, se hablaba de ciertas enfermedades de origen psicosomático: ciertas úlceras de estómago, el colon irritable o algunas dermatitis. Lo que se ha ido viendo con el paso de los años y con la investigación es que esa lista de enfermedades podría ser infinita», señala.

Sin embargo, el sistema sanitario no está «en absoluto» preparado para integrar esta perspectiva, observa Marín. «Uno de mis hijos acaba de terminar la carrera de medicina y solo el 4 % de las horas curriculares se dedican a humanidades. Con eso digo todo. El sistema médico no está hecho para hacerse cargo de los aspectos psicológicos de los enfermos y el primer paso para cambiarlo sería cambiar el currículum de la formación», propone.

Para el experto, el solo hecho de que la medicina psicosomática sea una especialización dentro de la medicina es parte del problema. «Los retos pasan por dar cristiana sepultura a Descartes y entender que hasta el último movimiento intestinal de nuestra vida está regulado por lo psíquico a través del eje neuro-endocrino-inmunitario que controla todo nuestro funcionamiento», asegura.

Contra el estigma

Un gran obstáculo que deberá sortear la medicina para integrar el paradigma psicosomático son los mitos y la estigmatización que rodean a este abordaje de los síntomas físicos. Muchas veces, cuando se les ofrece esta perspectiva, los pacientes pueden sentir que no se les está haciendo caso, sobre todo en un contexto en el que la somatización se ha entendido históricamente como una falsificación o simulación de los síntomas. Esta es una noción errónea, sostienen los expertos: el síntoma, sea debido a una causa orgánica o psíquica, es real y debe ser atendido. No obstante, a nivel social, señala Muriel, existe «cierta confusión entre los trastornos psicosomáticos y los facticios», siendo estos últimos los casos en los que una persona finge estar enferma. 

Apoyado en esta confusión, el estigma permanece. En la serie de televisión Better call Saul, precuela de la aclamada Breaking Bad, el personaje de Chuck sufre una hipersensibilidad a los estímulos de los electrodomésticos que claramente es de origen psicosomático. Una situación que otros personajes a su alrededor son capaces de reconocer, pero que nadie se atreve a comentar con Chuck, quien está en negación al respecto. El desenlace de este personaje, que, a riesgo de caer en el spoiler, acaba humillado públicamente por su enfermedad, resalta el tabú que supone, para muchos individuos, aceptar esta unión entre mente y cuerpo de la que resultan síntomas, en muchos casos, graves.

No ayuda el hecho de que el ámbito médico no siempre esté dispuesto a integrar esta perspectiva. En una profesión orientada a buscar soluciones a causas orgánicas, persiste la desconfianza. «Nuestro enfoque despierta muchas reticencias y hay que ir con mucha tranquilidad, explicando y mostrando lo que hacemos. A veces el problema no está tanto en los pacientes, sino que viene por parte del colectivo médico, que puede tener actitudes despectivas frente a esto», observa Javier Alarcón, psicoterapeuta y vicepresidente de la Sepia.

El rol de la psicoterapia

Los expertos sostienen que diversas enfermedades, sobre todo aquellas de larga duración, como el cáncer o las patologías crónicas reumáticas, pueden beneficiarse de un enfoque psicosomático. «A lo largo de muchísimos años de trabajo, hemos visto que esta terapia tiene efectos muy importantes en la evolución de los cuadros de pacientes aquejados de enfermedades orgánicas. Sabemos que aquellos que sufren enfermedades graves y hacen esta psicoterapia llevan mejor su patología», observa en este sentido la doctora Jaureguizar.

En muchos casos, el trabajo debe empezar por indagar acerca de toda la historia del sujeto, no solo de sus vivencias recientes. «Los últimos estudios demuestran que las experiencias infantiles adversas, de abandono, abuso, negligencia o maltrato, provocan consecuencias corporales a corto, medio y largo plazo. Ahora sabemos que esto está claramente asociado a la aparición de enfermedades corporales y lo más terapéutico para estos pacientes puede ser poder hablar de ello», explica Marín.

En este sentido, la labor no corresponde únicamente a los especialistas en salud mental. «Los médicos deberían cambiar la pregunta, pasar de preguntar qué le pasa a la persona a preguntarle qué le ha pasado. Porque lo más terapéutico es dar la posibilidad de hacer la asociación entre la enfermedad actual y experiencias pasadas adversas. Una vez reconocemos esa asociación, podemos trabajar sobre las repercusiones del trauma, de forma que el tratamiento de la enfermedad pasa por el abordaje de estas secuelas de la experiencia traumática», señala Marín. Esto no quiere decir que una enfermedad física se pueda tratar únicamente desde la psicoterapia, sino que existen beneficios cuando esta forma parte del abordaje, aclara el experto.

La terapia puede ayudar a estos pacientes a construir herramientas para procesar sus problemas emocionales antes de que se manifiesten en síntomas corporales. «Hay que analizar cada caso y el recorrido que ha tenido cada persona. Si, por ejemplo, sus síntomas tienen que ver con una gran autoexigencia, habrá que trabajar sobre ella. Si derivan de una situación traumática, habrá que abordarla. La incapacidad para gestionar determinadas emociones o situaciones que provocan una tensión emocional importante pueden dar lugar a su manifestación en el cuerpo. Y a medida que se va pudiendo digerir esa situación emocional, la manifestación en el cuerpo también mejora», explica Muriel.

Si todo problema de salud tiene un componente psicosomático, todo paciente podría, en mayor o menor medida, beneficiarse de este enfoque. En este sentido, luchar contra el estigma de la somatización será clave para que exista un mayor acceso a estas terapias que no pretenden curar patologías físicas, pero que son un apoyo crucial para muchos individuos que las sufren. «Conocer los beneficios de la terapia repercute en que los pacientes sean más permeables y no lo vean extraño cuando se les ofrece una psicoterapia para un trastorno que se manifiesta en su salud física. Y yo veo todos los días a pacientes que en un momento determinado empiezan a entender lo que les pasa y mejoran radicalmente», concluye Alarcón.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.