Yamile Zabana, médico digestivo: «Achacamos los síntomas de la enfermedad inflamatoria digestiva en mujeres a la regla o a la menopausia»

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

Yamile Zabana es la presidenta del Grupo Español de Trabajo en Enfermedad Inflamatoria Intestinal.
Yamile Zabana es la presidenta del Grupo Español de Trabajo en Enfermedad Inflamatoria Intestinal.

La experta reconoce que existe una demora mayor en el diagnóstico de patologías como enfermedad de Crohn o colitis ulcerosa en mujeres debido a un retraso en pedir las pruebas necesarias

03 oct 2025 . Actualizado a las 12:32 h.

La enfermedad inflamatoria intestinal (EII) afecta a más de 300.000 personas en toda España. Este nombre engloba patologías como la colitis ulcerosa o la enfermedad de Crohn, que están aumentando a nivel nacional, con 16 nuevos casos diagnosticados cada año por cada 100.000 habitantes. Las previsiones apuntan a que, para el año 2030, los pacientes que conviven con diarrea, dolor, estreñimiento y otros síntomas de estas enfermedades podrían alcanzar el 1% de la población. La doctora Yamile Zabana, presidenta del Grupo Español de Trabajo en Enfermedad de Crohn y Colitis Ulcerosa (Geteccu), explica las causas detrás de este panorama, en el marco de su 36º Reunión Anual, que se celebró en Madrid.

—¿Por qué están aumentando los casos de enfermedades inflamatorias entre la población?

—Lo que vemos no es un aumento en la incidencia, sino en la prevalencia. A día de hoy tenemos 300.000 personas en España que sufren enfermedad inflamatoria intestinal y se prevé que en el año 2030, es decir, en el próximo lustro, afecte al 1 % de la población. La prevalencia aumenta porque la gente se hace mayor y esto es algo que estamos viendo todos los países industrializados, no es algo que le pase solamente a España. Está ocurriendo en todo el resto de Europa y está empezando a pasar en países como Brasil, Argentina y hasta Colombia. Se estabiliza la incidencia y aumenta la prevalencia. Los estadios epidemiológicos de la enfermedad inflamatoria intestinal son diversos, empiezan con una fase de emergencia con casos muy esporádicos y después hay una gran eclosión en la incidencia, para posteriormente llegar a esta situación en la que estamos ahora en Europa, porque esta enfermedad tiene una baja mortalidad.

—¿A qué se atribuyen estas enfermedades en nuestra población?

—La enfermedad inflamatoria intestinal sucede cuando hay una persona que tiene una predisposición genética. Lo que heredamos de nuestros familiares no es directamente el riesgo directo a la enfermedad, sino la predisposición del sistema inmune de reaccionar de manera desproporcionada frente a eventos concretos, en este caso con una inflamación desmedida y, además, autoperpetuada, que es una característica propia de esta patología. Hasta que no cortamos esta autoperpetuación, el paciente mantiene la inflamación. No sabemos qué pasa en el medioambiente que hace que empiece esta reacción inadecuada a, por ejemplo, la microbiota normal de una persona.

—¿La microbiota tiene un rol en esta inflamación?

—Probablemente tenga algo que ver con las características de la microbiota. La microbiota de una persona sana es muy variable, heterogénea, diversa. Tiene un ecosistema como una selva. En cambio, en un paciente con enfermedad inflamatoria intestinal, la microbiota es muy homogénea. Eso hace que cualquier cosa desestabilice el equilibrio y puedan crecer microorganismos que de otra manera no tendrían capacidad para hacer daño. Es posible que una de las causas esté en la microbiota.

—¿Qué factores alteran la microbiota o impactan en su diversidad?

—La microbiota se puede ver influenciada por muchos aspectos, uno de ellos es el tabaco. Un consumo de tabaco puede tener un impacto muy importante en la microbiota, pero, por ejemplo, el estrés y la dieta también. Eso no quiere decir que vayamos a curar la enfermedad inflamatoria intestinal solamente con dieta, aun cuando en los niños es un tratamiento primario, y muchas veces único, muy eficaz. Lo que pasa es que los adultos somos más complicados a la hora de hacer dieta enteral, solamente líquida. Implica tomar unos batidos específicos con una cantidad mesurada de proteínas, carbohidratos y grasas, de por vida, o durante temporadas largas.

—¿Por qué en países industrializados hay una eclosión de esta patología?

—Probablemente, en regiones industrializadas en las que la cadena de frío es mejor y las condiciones de limpieza son mejores, tu sistema inmune no esté preparado, como en otros países, para luchar contra agentes externos. El hecho de que todo sea más limpio, que tengas menos retos a nivel inmunológico, hace que tu sistema no esté preparado y se altere con más probabilidad. Esta es una hipótesis.

—¿Cómo se diagnostica la patología inflamatoria intestinal?

—Lo que estamos utilizando cada vez más es la ecografía intestinal. Lo que hace es mirar las capas del intestino para poder ver si la sospecha de enfermedad inflamatoria se confirma, hasta dónde llega la inflamación, si está mejorando o empeorando. Estamos empezando a incorporar esta técnica en todas las unidades que llevan enfermedad inflamatoria intestinal del mundo. Además, cada vez utilizamos más técnicas como la cápsula endoscópica, que nos permite ver en tramos la mucosa del intestino delgado, al que de otra manera es difícil acceder.

—¿Ha habido cambios en el diagnóstico?

—Lo que ha empezado a cambiar es la sensibilidad en la población. Tardamos menos que antes en diagnosticarla porque tenemos la sospecha clínica antes, cuando una persona joven empieza con diarrea con sangre, por ejemplo, hay que pensar en esta enfermedad. Hoy, en España, la media hasta llegar al diagnóstico de la colitis ulcerosa es un mes; en enfermedad de Crohn, cinco meses. Esto es porque en el Crohn los síntomas pueden ser muy específicos y variados. En niños, puede haber incluso una disminución en el crecimiento o solamente una disminución del hierro. Pero es verdad que una cuarta o quinta parte de los pacientes se diagnostican hasta dentro de uno o dos años. Y esto es más frecuente en mujeres, probablemente porque en algunos casos, con síntomas tan específicos, las tildamos de trastorno funcional, lo achacamos a nervios, a la regla o a la menopausia y tardamos más en hacer las pruebas. Tenemos que empezar a pensar en género.

—¿Qué tratamientos tiene disponibles un paciente a día de hoy?

Estamos haciendo medicina personalizada. Estudiamos a cada paciente, su edad, otros tratamientos, si fuma, si ha tenido cirugías y otros factores y pautamos el tratamiento en base a eso. En el futuro queremos ir a medicina de precisión, como ocurre ya en oncología. Todavía no estamos en ese punto, pero lo que sí tenemos son muchos más fármacos que antes. Tenemos terapias avanzadas. Algunos son medicamentos biológicos y otros moléculas muy pequeñas con efecto inmunosupresor, para mantener controlado ese sistema inmune desadaptado que ha causado la inflamación. En algunos casos refractarios, incluso podemos combinarlos. Afortunadamente, en los últimos tres años ha habido una eclosión de nuevas moléculas que bloquean nuevas líneas de inflamación. Algunos fármacos se pueden poner de manera subcutánea, otros se toman incluso vía oral. Esto es un cambio del paradigma de la inflamación intestinal.

—¿Qué hace falta para tener opciones de precisión?

—Lo que nosotros conocemos como enfermedad inflamatoria intestinal, a nivel molecular, puede ser causado por diferentes vías que están alteradas. En un paciente puede ser la vía A, en otro la vía B y así hasta la Z. Evidentemente, el que tiene alterada la vía A, el de la vía B y el de la C no van a responder igual a la medicación. Lo ideal sería poder encontrar al paciente de la vía A y darle el tratamiento que va a funcionar en la vía A. Eso sería medicina de precisión y para llegar a ello probablemente serán necesarias muestras obtenidas a través de biopsias. Creo que el problema es que hay demasiadas vías distintas. Estamos aprendiendo acerca de la enfermedad para poder llegar a la precisión.

—¿Es posible lograr la remisión total de la enfermedad inflamatoria intestinal?

—Cuando el paciente viene a la consulta, ni el paciente ni nosotros sabemos cómo es su enfermedad. Pensemos que no hay dos personas iguales y eso es una de las justificaciones por las que necesitamos que estos pacientes sean tratados en unidades acreditadas, que tengan muchísima experiencia. En función de cómo se comporta la enfermedad, a veces tenemos pacientes que debutan y nunca más tendrán problemas, otros que van haciendo un brote cada año, otros casos en los que la enfermedad ha estado dormida durante mucho tiempo y de repente se activa. Lo importante es que el paciente sepa que no podemos bajar la guardia y que ante los signos de alarma, se ponga en contacto con su equipo médico. También se tiene que comprometer a no fumar y a tener una dieta mediterránea, disminuyendo todo lo posible los ultraprocesados.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.