Mónica Carrillo y la evolución de su aspecto tras su cáncer de piel: «Protección solar, apósitos, gorras y grandes dosis de paciencia»
ENFERMEDADES

La periodista y presentadora ha recordado el carcinoma basocelular que tuvo en el 2020 en una publicación de Instagram
02 jul 2025 . Actualizado a las 16:26 h.La periodista y presentadora de televisión, Mónica Carrillo (Elche, 1970), ha recordado con sus seguidores de redes sociales su historia con el cáncer de piel. «Hace cinco años, cuando todavía andábamos renqueantes saliendo de la pandemia me detectaron un carcinoma basocelular, el tipo de cáncer de piel más frecuente». La escritora lo contaba en una publicación de Instagram, que acompañaba de varias fotos en las que mostraba el progreso de esta lesión con el paso del tiempo.
El 16 de junio del 2020, Carrillo fue intervenida con una cirugía de Mohs hasta que la zona quedó limpia. «Esa misma semana aún me volvieron a operar hasta en dos ocasiones más porque la cicatriz tiraba más de lo previsto», explica la periodista, que describe aquellos días como «raros».
En un verano atípico para todos —la pandemia había empezado ese mismo año—, la presentadora rememora que el suyo llegó acompañado «de protección solar, apósitos, gorras y grandes dosis de paciencia y confianza en los médicos».
Carrillo, que ha compartido en varias ocasiones su experiencia como paciente de este cáncer, insiste en su publicación en la importancia de las redes para dar visibilidad a cuestiones como esta. «El tiempo me ha demostrado que así ha sido. Muchas personas me han escrito describiéndome su caso: heridas que no cierran, manchas, lunares irregulares…Si mi testimonio ha servido de ayuda para animar a ir a revisiones y calmar la angustia de alguien, me doy por satisfecha», escribe la periodista, para después terminar su publicación con un texto que redactó el día que estuvo de vuelta en su trabajo.
«La vida, como nosotros, está llena de imperfecciones que hacen que este juego sea apasionante. En ocasiones la vida nos da zarpazos. Creo firmemente que somos todo lo que nos ha hecho llegar hasta aquí. A partir de ahora, a mí me acompañará siempre este arañazo en el rostro. Ya nos estamos acostumbrando y creo que incluso nos caemos bien», redactaba en el 2020, para finalizar con un mensaje que ha repetido desde entonces: «Cuídense, vayan al dermatólogo y protéjanse del sol. Salud».
Tipos de cáncer de piel
El carcinoma basocelular es el tumor cutáneo más frecuente, pues representa entre el 50 y el 74% de todos los cánceres de piel. Se suele localizar en áreas que han estado expuestas al sol, sobre todo la cara y el cuero cabelludo; pero también se puede encontrar en el escote, en la espalda o en las extremidades. Es más, se sabe que los cambios de hábitos en la exposición solar han sido determinantes en el incremento del número y de sus localizaciones.
La Asociación Española contra el Cáncer (AECC) explica que su aparición se debe «al crecimiento de las células basales que se sitúan en la capa más profunda de la epidermis, que a su vez, es la capa más superficial de la piel».
Este carcinoma puede presentar diferentes formas, aunque las más habituales es que están ulcerados en su superficie o que sean planos con un borde más elevado.
El pronóstico es muy bueno en una amplia mayoría de pacientes, ya que se puede eliminar mediante extirpación quirúrgica. Al tener un crecimiento lento y progresivo, que se alarga durante años, es raro que puedan llegar a producir metástasis. Las lesiones más superficiales también pueden tratarse con métodos no quirúrgicos como la crioterapia, las pomadas de imiquimod (medicamento tópico) o la terapia fotodinámica.
La radiación ultravioleta excesiva es la causa principal de todos los tipos de cánceres de piel. En concreto, los carcinomas cutáneos aparecen, sobre todo, a partir de los cincuenta años y el perfil más afectado son las personas mayores que se han expuesto al sol de forma crónica. «Respecto al melanoma, parece ser que serían peores las quemaduras del sol. En cambio, existen otros tipos de cánceres de piel más relacionados con la exposición crónica, la cual sucede por ejemplo en personas que trabajan al aire libre», detallaba en este reportaje Rosa María Marti, catedrática de Dermatología de la Universidad de Lleida y jefa de la sección de Dermatología del Hospital Universitario Arnau de Vilanova de Lleida.
Precisamente, los carcinomas cutáneos son un tipo de tumor diferente al melanoma, que se distinguen según la célula afectada. Así, el melanoma no es el más habitual pero sí de los más graves. Deriva de los melanocitos, «que son las células que fabrican la melanina y que dan color a nuestra piel», explicaba la experta.. De ahí, el color característico de este tipo de lesiones: marrón o negro. Es más, cuando son pequeños pueden confundirse con un lunar.
En función de las células afectadas, los carcinomas cutáneos se pueden dividir en:
- Basocelulares: atacan las células basales de la epidermis, encargadas de renovar la piel. Representan del 70 al 80 % de los carcinomas.
- Espinocelulares o escamosos: en este tipo, las células implicadas son las espinosas, que están situadas en la zona más externa de la epidermis. Suponen, aproximadamente, el 20 % de los carcinomas.
Gran parte de los melanomas surgen en la piel que ha sido expuesta al sol, ya sea por un impacto continuado, como sucede con una persona que trabaje al aire libre, o debido a las exposiciones intermitentes, que derivan en las quemaduras solares en la playa.
Así, «cuando los daños producidos por esta radiación superan la capacidad que el cuerpo tiene de repararlos, se producen mutaciones en estas células que las hacen perder el control de su proliferación. Si esta no es detenida por las propias células, o si el sistema inmune no es capaz de detectarlas y destruirlas, el melanoma aparece», describe la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).
El melanoma es menos frecuente pero presenta una mayor capacidad de metástasis. «Con volúmenes pequeños, es decir, con profundidades de más de cuatro milímetros, las probabilidades de metástasis a distancia son bastante altas», indicaba la doctora Marti, que añadía : «Necesitamos diagnosticar el carcinoma a un tamaño mucho más pequeño para que, con la extirpación quirúrgica, nos aseguremos que no llegue a otras partes». De lo contrario, el crecimiento de las células tumorales puede producirse a gran velocidad.
Este tipo de cáncer de piel es mucho más frecuente en personas de piel blanca; dentro de este grupo, se distinguen seis variedades del tipo de piel. «El fototipo 1 es el de una piel extremadamente blanca, pelo rojizo y multitud de pecas. Los fototipos de pieles más oscuras, que corresponden a personas con ojos oscuros y pelo negro, generalmente tienen pieles más protegidas. Cuanto más bajo es el fototipo del 1 al 6, mayor es el riesgo de tener daños producidos por el sol», apuntaba el doctor Alfonso Berrocal, oncólogo y presidente del Grupo Español Multidisciplinar de Melanoma, en esta entrevista.
La regla del ABCDE
Los tumores cutáneos se hacen ver mediante una lesión en la piel, ya sea una mancha, costra, nódulos, úlceras o una evolución de estas. A la hora de revisarse el órgano más grande del cuerpo, es recomendable seguir la regla del ABCDE.
El A corresponde a asimetría, que la mitad de la lesión sea plana o abultada o de otros colores. La B es de bordes. Si estos son irregulares o dentados, se podría sospechar. La C es de color: «Un melanoma puede tener diversos colores aparte del marrón claro o negro en la misma lesión. Puede ser blanco, grisáceo o rojizo», señalaba la profesora de la Universidad de Lleida. «La D viene del diámetro. Si está por encima de los 6 milímetros y además, otras características nos puede hacer pensar en un melanoma. Finalmente, la E que pertenece a la evolución», añadía.
El aspecto de las lesiones de carcinoma cutáneo no melanoma es muy variado. No están pigmentadas de color marrón, sino que se presentan como manchas o bultos que van creciendo de forma sostenida a lo largo de los meses, y que se ulceran con mucha facilidad. «Le aparece una herida pequeña en el centro que sangra un poco, parece que se cura pero con el simple roce de una toalla se vuelve a abrir», describía la especialista.
Para reducir el riesgo de desarrollar un cáncer de piel se recomienda reducir la exposición solar y protegerse cuando esta se produzca. «La vida en el planeta depende de la radiación solar y nosotros la necesitamos para producir parte de la vitamina D que tenemos. Esta es una vitamina necesaria, pero con alrededor de 30 minutos al día de exposición solar tenemos una generación más que suficiente de vitamina D», explicaba el doctor Berrocal, quien recordaba que cualquier exposición superior a esta ya se asocia a riesgos, y que el bronceado no es salud.