
Señales de alarma
Señales de alarma
Viernes, 20 de Octubre 2023
Tiempo de lectura: 6 min
El suelo se desploma y todo comienza a dar vueltas de forma vertiginosa. Imposible controlar la situación. No hay equilibrio. El cuerpo no responde. Y mover la cabeza es todavía peor. El corazón se dispara y comienzan los sudores, las náuseas… Parece el fin del mundo. Es como si alguien tirara de la alfombra bajo mis pies». Los pacientes que han sufrido un episodio de vértigo lo describen como algo aterrador. Más que una situación molesta, estamos ante un trastorno incapacitante que representa la tercera causa de consulta en atención primaria.
Ocho de cada diez españoles lo han sufrido alguna vez y 2300 personas podrían padecer una crisis de vértigo al día. Son datos de la Sociedad Española de Otorrinolaringología, Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC). «El término 'vértigo' proviene del latín vertere, que significa 'girar', y se presenta como la falsa sensación de movimiento de uno mismo o de los objetos que nos rodean», explica el doctor Marcos Rossi Izquierdo, jefe de Servicio del Hospital Universitario Lucus Augusti, en Lugo.
Afectan al 20 por ciento de las personas mayores de 60 años; y, a partir de los 80, la cifra llega hasta el 50 por ciento. Suelen comenzar de manera muy brusca y duran entre 10 y 30 segundos, aunque en ocasiones el desequilibrio persiste durante varias horas. Además, muchas personas cuentan que les produce ansiedad. «Durante la primera crisis de vértigo, el paciente está muy angustiado porque desconoce lo que le ocurre. En este caso, es importante saber que suele mejorar al estar sentado o tumbado. También funciona fijar la mirada en un punto concreto o permanecer con los ojos cerrados. Si la duración de esa primera crisis de vértigo es superior a 24 horas, es conveniente obtener una valoración médica», recomienda el doctor Rossi, presidente de la Comisión de Otoneurología de la SEORL-CCC.
Es un comienzo: reconocer lo que nos pasa y saber reaccionar. Pero hay más. Porque, como explica el especialista, un vértigo no es una enfermedad en sí mismo, sino un síntoma de múltiples patologías. Por eso, lo importante es averiguar la causa. Y, aunque la mayoría de los casos tiene un origen benigno, es conveniente descartar que se trate de algo grave.
Miriam Navarro, jefa de la Unidad de Otorrino-laringología del Hospital Ruber Internacional, distingue entre dos clases de vértigos en función de su localización: los periféricos, que se originan en el oído, y los centrales, que tienen una causa neurológica, potencialmente más grave. «En términos generales, los vértigos del oído asustan mucho porque llegan de repente y pueden ser muy desagradables, pero son bastante benignos. De todos ellos, el más común es el vértigo posicional paroxístico benigno. Se caracteriza por crisis cortas y con mucha sensación rotatoria. Están desencadenados por cambios en la posición, por eso son muy frecuentes en la cama: al tumbarnos, al levantarnos o al girar la cabeza de un lado a otro».
Y, aunque se suelen pasar de forma muy rápida, «los pacientes sienten mucha angustia porque no entienden que todo les dé vueltas alrededor. La causa está en los otolitos, unas pequeñas piedras que tenemos en el oído interno y que ayudan a mantener la sensación de equilibrio. Cuando los otolitos se desprenden de su lugar habitual y se introducen en distintas partes del laberinto, llega esa sensación errónea de movimiento». Hablamos de un cuadro que dentro del mundo médico se ha achacado, durante muchos años, a un problema de columna cervical: «Todo el que ha tenido una contractura fuerte en el cuello sabe que te produce cierta sensación de mareo o inestabilidad. Pero eso no es un vértigo rotatorio porque no sientes que todo da vueltas».
El problema viene cuando el vértigo llega acompañado de sintomatología neurológica «como pérdida de fuerza, temblor, visión borrosa y trastornos de sensibilidad en brazos o piernas. Eso nos podría llevar a pensar en un vértigo de origen central. Incluso pueden aparecer trastornos del habla o falta de coordinación motora, es decir, que no atinas a coger algún objeto», explica la doctora.
En este caso, su aparición suele ser más lenta y no es tan intensa, pero va aumentando a medida que la enfermedad que lo provoca evoluciona. «Son pacientes a los que normalmente les vas a hacer una resonancia para descartar que puedan tener un proceso vascular, un ictus o un proceso tumoral».
En cuanto a los tratamientos, las operaciones ya son muy poco frecuentes. «Ahora, las intervenciones quirúrgicas solo quedan para casos muy concretos como, por ejemplo, un tumor auditivo», continúa la doctora Navarro. «Los fármacos están indicados solo en el caso de las crisis más agudas de vértigo, como la enfermedad de Menière; o los que son muy intensos y duraderos, como la neuritis vestibular, que es una inflamación del nervio del equilibrio que a veces dura muchos días».
En el caso del tipo más frecuente, ese que se produce con un cambio de posición, la curación suele ser espontánea y, si perdura, «se puede recurrir a las maniobras de reposición realizadas por un especialista que ayudan a reubicar los otolitos en los canales semicirculares del oído interno. Son técnicas que duran unos diez minutos y tienen una tasa de éxito muy alta».
Según el doctor Marcos Rossi, «una de las secuelas más frecuentes de los pacientes que presentan vértigo es la inestabilidad, que en ocasiones puede conllevar caídas. Para estas personas con inestabilidad crónica de diversa etiología, la rehabilitación vestibular es un tratamiento eficaz y seguro». Y es en este terreno donde más han avanzado los tratamientos gracias a nuevas tecnologías como la realidad virtual.
Rodrigo Castillejos es fisioterapeuta especialista en reeducación vestibular y trastornos del equilibrio en el Instituto de ORL y CCC de Madrid (IOM) y trata con pacientes que sufren las secuelas de algunos de estos vértigos: «Se estima que entre el 25 y el 30 por ciento de los pacientes con vértigo posicional paroxístico benigno termina desarrollando cuadros de inestabilidad residual, es decir, de mareo. Esto significa que, de repente, empiezan a percibirse de una manera incorrecta con respecto al entorno».
Y es aquí donde entran en juego las imágenes en 3D. La realidad virtual permite que el paciente haga frente a un problema de inestabilidad de forma controlada y lo entrena para que sea capaz de afrontar esas situaciones reales que le provocan desequilibrio. «Los exponemos a entornos como, por ejemplo, un supermercado o una estación de metro muy cargada de gente y con mucho movimiento para que su sistema nervioso central se adapte».
Según el doctor Alejandro Harguindey Antolí-Candela, director del Instituto de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello de Madrid (IOM), alrededor del 60 por ciento de los vértigos o mareos tiene su origen en el oído, el 30 por ciento responde a causas neurológicas y el resto se debe a otras patologías como las cardiacas. Es imprescindible conocer algunos signos de alarma, que pueden ocultar enfermedades importantes.