El IVA del aceite de oliva virgen extra vuelve a subir: estas son las alternativas más saludables

La Voz de la Salud

VIDA SALUDABLE

FERNANDO ALVARADO | EFE

Aunque el AOVE es la joya de la corona nutricionalmente hablando, existen otras opciones que también pueden ser beneficiosas para nuestra salud

04 oct 2024 . Actualizado a las 16:02 h.

Octubre empezó con la desescalada de la rebaja del IVA superreducido que aplicó el Gobierno a principios de este año para intentar paliar la inflación. Así, los alimentos de la cesta básica han pasado de un tipo impositivo del 0 % al 2 %. Entre ellos, la leche, el pan, los huevos, la fruta, las legumbres, los tubérculos, las verduras o la harina. Una subida que incrementa más el precio de productos como el aceite de oliva virgen extra (AOVE), que ha pasado a ser incluso más inaccesible para muchas familias. Una botella suponía un desembolso de 13,8 euros el lunes, y con el incremento del IVA, el martes estaba 14,07. La buena noticia es que, a pesar de ser la joya de la corona nutricionalmente hablando para acompañar a nuestras comidas, existen alternativas. 

Los aceites de oliva vírgenes son extraídos por procedimientos mecánicos u físicos que permiten obtener el «zumo» de la aceituna de forma natural. «Como no lo has calentado, que sería el proceso que se lleva a cabo en los refinados, mantienes muchas propiedades de la propia grasa. Porque si esta se calienta se puede oxidar, se van algunas vitaminas y polifenoles, y algunas moléculas. Al realizarse mediante un prensado en frío, se mantienen todas estas propiedades», indicó Pablo Zumaquero, dietista-nutricionista.

A su vez, los vírgenes se clasifican en: virgen extra (acidez igual o menor a 0,8 %), virgen ( igual o inferior al 2 %), refinado (igual o inferior al 0,3 %, debido al proceso de neutralización) y aceite de oliva (mezcla de aceites de oliva, refinados o no, con una acidez igual o inferior al 1 %).

«Desde el punto de vista nutricional, podemos considerarlo la mejor fuente de grasa de todas las que hay», apuntó Beatriz Robles, tecnóloga de alimentos y dietista-nutricionista, a La Voz de la Salud.  «No solo por su composición de ácidos grasos, ya que tiene ácido oleico como todos sabemos, que se relaciona con menor riesgo cardiovascular. También contiene fitoesteroles y antioxidantes de distintos tipos que son los que, aunque se encuentren en esa pequeña proporción, marcan la diferencia porque ejercen efectos bioactivos sobre nuestro organismo y salud», añade. 

¿Cuáles son las alternativas saludables?

Un estudio científico llevado a cabo por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el que se valoran nutricionalmente distintos aceites y grasas que hay en la dieta, desveló que, aunque el AOVE es el que llevó una mayor puntuación, existen alternativas. 

En el top cinco nos encontramos con el de semilla de lino oliva común, orujo de oliva y onagra. No obstante, tanto en el de semilla de lino como el de onagra no son especialmente baratos, dan un sabor peculiar a las comidas y no es fácil encontrarlos en el supermercado. Por eso, podrían descartarse como alternativa. 

Aceite de orujo de oliva 

Este aceite se obtiene a partir del alperujo, un producto compuesto por los restos de la aceituna que queda tras extraer el aceite de oliva virgen. Se caracteriza por su durabilidad, rentabilidad y sabor neutro, y presenta una composición rica en ácido oleico y compuestos bioactivos de alto interés nutricional. 

Investigadoras del Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos y Nutrición (Ictan) del CSIC, demostraron que el consumo regular de aceite de orujo de oliva puede tener efectos positivos en la salud cardiovascular y en patologías asociadas, como la diabetes y la obesidad. Los resultados de la investigación, publicados en las revistas European Journal of Nutrition, Nutrients y Foods, se obtuvieron a partir de dos ensayos clínicos de intervención nutricional en 132 voluntarios sanos y en sujetos de riesgo (hipercolesterolémicos), comparando el efecto del aceite de orujo de oliva con el aceite de girasol y el girasol alto oleico.

De esta forma, se confirmaron los efectos positivos que tiene un consumo regular de aceite de orujo de oliva frente a la enfermedad cardiovascular, tanto en el grupo de sujetos sanos como en el de riesgo. Existió una mejora del perfil lipídico en sangre en los sujetos gracias a un descenso de los niveles de colesterol y de las lipoproteínas de baja densidad (es decir, el «malo» o LDL). 

En los dos grupos estudiados también se redujo el perímetro de la cintura, un marcador esencial de la evaluación de los pacientes con obesidad por su asociación con un mayor riesgo cardiometabólico. Por todas estas razones, puede decirse que la ingesta de aceite de orujo de oliva también tiene beneficios para nuestra salud.

Aceite de girasol alto oleico 

Después de ese «top» cinco de los mejores aceites nutricionalmente hablando elaborado por el CSIC, nos encontramos, en una nada desdeñable sexta posición, el aceite de girasol alto oleico

¿Qué diferencia aporta ese apellido «alto oleico»? En realidad, se elabora igual que el de girasol normal. La diferencia recae en que se emplean semillas de variedades seleccionadas por tener un alto contenido de ácido oleico. Precisamente esta característica es lo que lo convierte en un aceite con unas características nutricionales y propiedades similares al aceite de oliva. 

El aceite de girasol tiene ácido linoleico, también conocido como omega 6. Junto con el ácido alfa-linoleico (de la serie del omega 3), es uno de los dos ácidos grasos que nuestro cuerpo no es capaz de sintetizar y que depende exclusivamente de nuestra dieta. En concreto, este aceite tiene un 20 %, además de ser fuente de vitamina E, un poderoso antioxidante. 

Aceite de colza 

En nuestro país, este aceite no cuenta con buena fama. Sobre todo, por aquellos que vivieron la intoxicación masiva que se produjo en 1981 y que afectó a más de 20.000 personas. En realidad, la causa de esta no fue ninguno de los componentes del aceite de colza como tal, sino una serie de contaminantes que aparecieron en él a raíz de ser una versión industrial no apta para consumo humano. Pero la huella de la colza perduró en la sociedad. 

La colza convencional produce un aceite con un contenido muy elevado de ácido erúcico, que resulta perjudicial para la salud, ya que contribuye a la formación de depósitos grasos en el corazón. Por eso, su principal aplicación es como lubricante, para la fabricación de jabones, etcétera. No fue hasta la década de los setenta cuando se seleccionaron cultivares de colza con contenidos bajos de este ácido.

Con todo, las variedades que podemos encontrar en el mercado a día de hoy para consumo humano son una fuente importante de omega 3 y destaca la presencia de vitamina E. «El aceite de colza como tal, a nivel de salud, no es muy malo», concluye Zumaquero.