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Desayuno de domingo con... Natalia de Molina: «El alcoholismo, que es sobre todo un problema emocional, afecta a todos en una familia»

Nací en Linares (Jaén) en 1990, pero viví en Granada hasta los 18. Soy actriz y hemos estrenado en el Festival de Cine Europeo de Sevilla 'Desmontando un elefante'. En diciembre, en cines.

Javier Ocaña.

Viernes, 08 de Noviembre 2024, 10:16h

Tiempo de lectura: 3 min

XLSemanal. En este filme, el elefante simboliza algo que llena toda la habitación y de lo que nadie habla: la adicción al alcohol de su madre (Emma Suárez).

Natalia de Molina. Sí, ella es una arquitecta de éxito que regresa a casa tras dos meses en rehabilitación. Pero en su familia no se habla de ello, las apariencias importan y no quieren que su problema se sepa de puertas afuera.

XL. Y Darío Grandinetti es su padre...

N.M. Otro actorazo que empezó ayer [ríe]. Para él tampoco es fácil la vuelta a casa de su mujer: cuando alguien de la familia sufre esta enfermedad, que es sobre todo emocional, les afecta a todos.

«Los lazos entre madre e hija, la codependencia, los círculos tóxicos… Al final se trata de no vivir tu vida para vivir la del otro por esta idea de que querer a alguien implica renunciar a todo, a veces por no defraudarlo»

XL. Usted es la hija menor, cuida de su madre y por ella renuncia a ser bailarina.

N.M. Los lazos entre madre e hija, la codependencia, los círculos tóxicos… Al final se trata de no vivir tu vida para vivir la del otro por esta idea de que querer a alguien implica renunciar a todo, a veces por no defraudarlo.

XL. Una de cada siete personas en nuestro país sufre, al parecer, alguna adicción.

N.M. Y poco me parece. Esto va a más porque el mundo está fatal, y te agarras a un clavo ardiendo para sobrevivir; de ahí los problemas de salud mental.

XL. Todo lo celebramos bebiendo y, cuando algo nos supera, muchos recurren al alcohol para anestesiar la pena.

N.M. Incluso hay quien cree que da mala suerte celebrar sin alcohol. Esta película me ha ayudado a cambiar mi relación con él. Nunca tuve problemas con eso, pero muchas veces ya pido agua.

XL. ¿Tiene alguna adicción confesable: al trabajo, al deporte, a ciertos alimentos…?

N.M. Si es adicción, ninguna es buena. Yo tengo mi punto friki y juego mucho a la consola [ríe]. He tenido que parar muchas veces porque, la verdad, noto que los videojuegos me atrapan [ríe].

XL. Debutó a los 23 años y tenía dos Goya a los 25. Y la nominaron tres veces más. Tiene el Shooting Star de Berlín, la Biznaga de Plata de Málaga; desde 2018 es miembro de la Academia de Hollywood…

N.M. [Ríe]. ¡Son daños colaterales que no controlas! Yo sabía que servía para actuar y, cuando David Trueba me ofreció trabajar en mi primera película y me dieron un Goya, se me abrió el cielo.

XL. Su madre crio sola a cuatro niñas. Su relación es de admiración. ¿Renunciaría a sus sueños por ella, como en el filme?

N.M. No sé qué contestar; ella no ha tenido una vida fácil: durante años solo fue madre y renunció a todo por nosotras. Le debo muchas cosas, pero lo que más quiere ella es que seamos independientes. La quiero muchísimo. El día que no esté, no sé qué será de mí, no quiero ni pensarlo.

«Dos cafés con leche de soja; un zumo de naranja; una tostada con aguacate y tomate; y un yogur con leche de soja, semillas de chía y lino, canela y miel».