
Contra los aranceles
Contra los aranceles
Miércoles, 30 de Abril 2025, 15:46h
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A sus 94 años, es la prueba viviente de que para ganar dinero en los Estados Unidos de Donald Trump no hace falta hacerle la pelota al nuevo presidente. Cuando este inició su mandato, el pasado 20 de enero, Warren Buffett era, según el Índice de Multimillonarios de Bloomberg, el sexto hombre más rico del mundo. Tres meses después es el cuarto.
Es más, entre los 18 primeros nombres de la lista, el llamado oráculo de Omaha (su ciudad natal y la sede de su compañía, Berkshire Hathaway) es el único cuya fortuna personal ha crecido con el retorno del magnate inmobiliario al Despacho Oval, especialmente tras la última andanada arancelaria lanzada por el mandatario hace más de un mes.
Elon Musk, sin ir más lejos, ha perdido 135.000 millones de dólares en lo que va de año, de los cuales 30.900 millones se le fueron en los dos días que siguieron al anuncio de aranceles masivos de Trump. El fundador de Amazon, Jeff Bezos, otro socio VIP del presidente, ha perdido 42.600 millones; mientras que las pérdidas de Mark Zuckerberg, mandamás de Meta e igualmente entregado a los brazos de Trump, suman ya 24.500 millones. Cifras que dan la razón a quienes ya consideraban a Buffett como el mejor inversor de la historia.
Al fin y al cabo, desde 1965, año en que se hizo cargo de Berkshire Hathaway y empezó a cotizar en bolsa, su compañía ha generado una rentabilidad anual que, de media, duplica la de todo el mercado de acciones de Estados Unidos. La clave de su éxito, una vez más, ha sido la cautela.
Conocido por priorizar enfoques de inversión a largo plazo y la diversificación de sus intereses, Buffett recomienda paciencia a la hora de invertir. La gente que «se pone demasiado nerviosa con las fluctuaciones de precios no debería siquiera invertir», dijo a la CNBC en febrero de 2018. Su consejo más frecuente, de hecho, es: «No tome decisiones de inversión precipitadas basadas en los últimos pronósticos financieros o predicciones de los economistas». Y eso es justo lo que hizo, una vez más, el año pasado.
Por eso, en 2023 y 2024, cuando los mercados de valores vivían una auténtica orgía inversora, con ganancias anuales por encima del 20 por ciento en el S&P 500, el índice más representativo del mercado, Buffett y los suyos optaron por acumular liquidez y vender, por valor de miles de millones de dólares, títulos de gigantes incuestionables como Apple (pérdidas del 17 por ciento en lo que va de 2025), Bank of America o el Citigroup, la mayor empresa de servicios financieros del mundo. Redujo la cartera de participaciones de su compañía en 82.000 millones de dólares y, a cambio, amasó un récord de 334.000 millones de dólares en liquidez al acabar 2024. Es decir, prefirió guardarse el dinero y, ante las previsibles turbulencias que Trump se disponía a provocar, esperar.
A Buffett, de hecho, no le gustan nada los aranceles de Trump. «Son una pésima idea», dijo en 2016, cuando el actual presidente ya los enarbolaba como amenaza al comercio mundial durante su primera campaña electoral. Dos años después, tras la primera ronda arancelaria made in Trump, menos severa que la actual, Buffett advirtió que las tarifas del presidente habían elevado los costos de numerosas empresas.
En 2019, en plena tensión entre Estados Unidos y China, el gurú de los negocios fue aún más explícito en una entrevista para la CNBC: «Una guerra comercial será perjudicial para todo el mundo. En un mundo más cercano al libre comercio habrá más personas que vivan mejor que en un mundo con aranceles significativos y cambiantes».
El regreso de Trump a la Casa Blanca no ha variado las posiciones de Buffett sobre este asunto. En una entrevista a CBS News a principios de marzo, un mes antes del «día de la liberación», Buffet no dudó en afirmar que los aranceles tienden a contribuir al aumento de precios ya que, «con el tiempo, se convierten en un impuesto sobre los bienes»; definió estos derechos de aduana «un acto de guerra..., hasta cierto punto» y señaló que, en economía, siempre hay que hacerse una pregunta: «¿Y luego qué?», dejando en el aire la impresión de que, quizá, el actual presidente y su equipo no se habían hecho las preguntas adecuadas.
Contrariamente a su tendencia natural, Trump nunca ha replicado al Oráculo de Omaha. Hace unas semanas, sin embargo, el presidente compartió un vídeo en la cuenta de Truth Social, red social de su propiedad, en la que Buffett alababa sus medidas económicas como «las mejores que había visto en 50 años». Semejante respaldo por parte del inversor más famoso del mundo, sin embargo, era falso. Berkshire Hathaway publicó poco después un comunicado clarificador: «Circulan informes en redes sociales (incluyendo Twitter, Facebook y TikTok) sobre comentarios supuestamente hechos por Warren E. Buffett. Todos son falsos».
Poco después, Buffett declaró que no volvería a hablar sobre «los mercados, la economía ni los aranceles» hasta el próximo 3 de mayo, fecha en que Berkshire Hathaway celebrará su reunión anual en Omaha, Nebraska, antes sus 40.000 accionistas. Más que nada, porque ese día será inevitable hacerlo ya que él y otros ejecutivos de la compañía suelen dedicar una media de cinco horas a responder a las preguntas de sus asociados. A nadie le cabe duda de que la actual política económica de su país centrará la mayor parte de ellas.