Adelantar y posicionarse en cabeza en una carrera de Fórmula 1 sin conducir el coche? ¿Ganar la carrera sin siquiera haber tocado el acelerador? Sí, competir en Fórmula 1 ya no será algo exclusivo para valientes pilotos. Desde el próximo 28 de abril, la nueva tendencia serán las competiciones de A2RL —la Liga de Carreras Autónomas de Abu Dhabi—, en las que los programadores informáticos serán las nuevas estrellas del pit lane, los encargados de alimentar, desde fuera de la pista, la unidad de control central de cada vehículo –algo así, como el cerebro de cada coche— para lograr una conducción autónoma de alta competición. Un trabajo informático que implica realizar más de 24.000 millones de operaciones por segundo, equivalente al rendimiento de 150 ordenadores trabajando en simultáneo.
Con un peso de 690 kilos y equipados con la última tecnología en inteligencia artificial, los nuevos coches —Dallara Super Formula SF23— alcanzan los 300 km/h en cuestión de segundos —superan incluso a los Fórmula Uno— y se los podrá ver por primera vez quemando goma sobre el circuito de Yas Marina, en Abu Dhabi, también utilizado por la competición en la que brillan Verstappen, Hamilton, Sainz o Alonso.
Participarán del esperado A2RL inaugural diez 'escuderías' en representación de universidades e instituciones de investigación de Emiratos Árabes Unidos, China, Alemania, Hungría, Italia, Singapur, Suiza y Estados Unidos.
Estos equipos cuentan con acceso exclusivo al innovador coche de conducción autónoma diseñado específicamente para esta liga y el ganador será el vehículo que haya aprendido sobre la marcha más que sus rivales. Un objetivo que cada 'escudería' tendrá que afrontar, en igualdad de condiciones, con los mismos elementos: entre ellos, los sensores LiDar –con los que se puede determinar la distancia desde el láser hasta un objeto–, varias cámaras, sensores ultrasónicos y de posición o radares. La clave, sin duda, radica en el software de inteligencia artificial, que deberá ser hábilmente manejado por los equipos para optimizar las maniobras durante el recorrido, afinando y adaptando los algoritmos de sus respectivos coches para ampliar los límites de la inteligencia artificial. La 'escudería' que trepe a lo más alto del podio se embolsará un premio de 2,25 millones de dólares.
El fin último de esta iniciativa —y por eso participan de ella los países que participan— es revolucionar el desarrollo de los vehículos autónomos. La organización planea incluso expandir estas competiciones a otros países del mundo para fomentar la investigación en tecnología de coches de conducción autónoma. Al igual que lo ha sido la Fórmula 1, la A2RL apunta a convertirse en un campo ideal para la experimentación de los algoritmos y de las situaciones que solo pueden comprobarse sobre el terreno de conducción.
Tom McCarthy, director ejecutivo de Aspire —la unidad de desarrollo de programas del Consejo de Investigación de Tecnología Avanzada de Abu Dabi— define la misión de A2RL como «una combinación de talento, tecnología y deportes extremos para forjar un camino hacia el futuro de la movilidad». Resulta evidente que hablamos de mucho más que de una mera competición de coches. Se trata de una auténtica carrera industrial y económica en la que la bandera a cuadros flameará sobre los quizá nuevos líderes de la nueva conducción. El tiempo dirá.
El espectáculo está, a su vez, garantizado. Los espectadores podrán seguir la carrera en directo a través de diversas opciones, incluyendo las de realidad aumentada y realidad virtual. Algunas de las propuestas que se barajan es la posibilidad de seguir la carrera desde un simulador que ofrezca la visión del piloto.
Hasta el momento, los Dallara Super Formula SF23 están en fase de prueba en el circuito corrigiendo errores y optimizando datos para convertirse en el vehículo que supere las curvas, rectas y maniobras sin la intervención de un piloto. Al menos, desde el asiento del coche.
Aunque en términos de tecnología no se ha ido hasta hoy tan lejos, la idea de una competición entre coches autónomos no es, desde luego, nueva. Ya en 2015 aparecía en el mercado el modelo de vehículo autónomo Robocar, creado por Kinetik y diseñado para competir, y en noviembre de ese mismo año se anunciaba el campeonato Roborace, cuyas primeras carreras no llegaron hasta 2016. Ya un año, más tarde, la competición enfrentó diferentes desafíos técnicos y organizativos que provocaron que algunas de las carreras programadas fueran canceladas. A día de hoy, continúan trabajando en mejorar la tecnología de su competición, incorporando nuevas características, como el 'metaverso automovilístico', que combina los mundos virtual y físico para los participantes y espectadores.
El potencial del Mediterráneo