Viernes, 14 de Julio 2023, 08:05h
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No es la Atenas que recordaba, pero sigue siendo ella. Hace más de treinta años que no volvía a esta ciudad, escala frecuente por barco y avión en mis viajes profesionales. El lugar sucio y ruidoso que conocí nada tiene que ver con la urbe moderna, tan parecida a cualquier otra, llena de tiendas, bares y turistas, integrada desde hace tiempo en el parque temático en que se ha convertido Europa. Atenas es hoy una ciudad agradable, organizada para pasear y sentarse a tomar una copa o comer en sus innumerables restaurantes. Camino desde mi hotel en la plaza Syntagma hasta Plaka y Monastiraki, con la Acrópolis visible arriba, a mi izquierda, disfrutando de todo, de los comerciantes que ofrecen sus productos –los griegos siguen siendo listos y simpáticos– y hasta de los carteristas que se mueven entre nubes de turistas a la caza de incautos. Bajo el barniz de modernidad europea reconforta advertir, a poco que escarbes, la Grecia de toda la vida.
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