Viernes, 18 de Julio 2025, 11:43h
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Han sido muchas las noticias sórdidas o despampanantes que se han publicado durante las últimas semanas, acompañando la descomposición del partido de Estado, piedra angular de esa cleptocracia en metástasis que es el Régimen del 78. Tantas que, con frecuencia, nos pasan inadvertidas, cuando no involucran millonadas rapiñadas en licitaciones públicas, o serrallos de putas sufragadas con cargo al contribuyente. Una de esas noticias apenas comentadas se refiere a una conversación mantenida entre dos de los facinerosos más conspicuos (aunque subalternos) de la cleptocracia en metástasis, Cerdán y Ábalos, cuando ya la Guardia Civil había detenido al faraute de ambos, el inefable Koldo. Cerdán, por encargo del partido de Estado, acudió a casa de Ábalos para rogarle que abandonase su escaño en el Congreso y se comprometiese a guardar silencio; a cambio, le ofreció un abogado de confianza (de cuyos emolumentos se encargaría el partido de Estado) y un «puesto de trabajo en una consultora» (o sea, una sinecura en un chiringuito dedicado al tráfico de influencias y a la rapiña del erario público) vinculada también al partido de Estado, así como la «participación en tres tertulias televisivas».
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