Alejandro Mesa, profe en Irlanda: «Aquí puedes llegar a cobrar 6.000 euros al mes por dar clase»

ANDRÉS QUINTIÁN / S. F.

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Alejandro Mesa, de 31 años, ha dado clases en España, Japón e Irlanda.
Alejandro Mesa, de 31 años, ha dado clases en España, Japón e Irlanda.

Docente de profesión e «influencer» en sus ratos libres. Alejandro Mesa, que da clases a niños en Irlanda, tiene un perfil muy activo en redes, en el que compara ambos sistemas educativos

10 nov 2025 . Actualizado a las 13:31 h.

«Soy una persona muy crítica. Mi trabajo es algo que hago porque me encanta, es mi vocación y mi pasión. Entonces cuando yo no estoy de acuerdo con algo, me gusta decirlo». Este es el sentir de Alejandro Mesa, docente de 31 años nacido en Tarragona, que comenzó hace un par de años a hablar sobre los problemas del sistema educativo en España: «Veo fallos en aspectos que realmente no son tan complicados de solucionar. Entiendo que no es fácil atender a toda la diversidad que hay hoy en día en el alumnado, pero deberían destinarse más recursos económicos a contratar más profesores». No solo eso, el catalán también aprovecha sus perfiles en Instagram y TikTok para documentar sus vivencias como maestro en el extranjero: «Siempre he querido viajar y conocer mundo. Primero, trabajé de profesor de español en Japón y ahora estoy en Irlanda dando clases a niños de preescolar. Me encanta conocer tantas cosas diferentes, incluso otras formas de educar».

La carrera de Alejandro comenzó como interino en Tarragona. «Te van llamando y vas de colegio en colegio, lo que tiene sus ventajas porque puedes ver escuelas diferentes y distintas formas de trabajar. Lo negativo es que empiezas haciendo un tercio de jornada y luego media, y con el sueldo que ganas, no te da para vivir», narra. Esta época de ir saltando entre centros educativos permitió a Alejandro identificar diferencias entre la enseñanza pública y la concertada: «Notas más control por parte del equipo directivo en las concertadas. Tienes que seguir bien la ruta y la pauta que marca la escuela. Recuerdo tener discusiones cuando daba clases de inglés en una. Me decían que yo me tenía que centrar en enseñar el idioma, porque muchas veces había niños que eran disruptivos en el aula, y yo intentaba educar, que es mi función».

SOLO SEIS NIÑOS A CARGO

Esos años en España le sirvieron como preparación para comenzar su aventura en el extranjero, que tuvo como primera parada Japón. «Lo peor de estar allí, más que las condiciones laborales, es la forma tan estricta de ser que está impuesta en su cultura. A mí me chocó mucho», explica. Otra de las diferencias que experimentó allí fue enseñar a adultos y no a niños y adolescentes: «Eran muy agradecidos. Lo que más me gustó de trabajar con gente mayor fue, ya no solo es que tuviesen una mayor capacidad para razonar, sino que yo también aprendía de ellos. Yo les enseñaba español y ellos me ayudaban con cosas del japonés».

Su siguiente destino fue Irlanda, un país en el que cambió a los adultos por los niños de preescolar. Estos últimos meses, Alejandro ha notado bastantes diferencias entre el país irlandés y España, una de ellas, es la protección al alumnado: «En Irlanda se le protege más, incluso demasiado, te diría. Últimamente, se están probando diferentes metodologías como la Montessori, en las que el niño tiene que ser el centro del aprendizaje y tener mucha libertad. Esto está muy bien, pero no nos dan los recursos necesarios para llevarlo a cabo. En una clase con diez estudiantes, yo no puedo atender las necesidades específicas de cada uno». Otra disparidad entre ambos países es el sueldo que reciben los profesores. «Hay mucha gente que se empeña en negar esto. Mi trabajo en Irlanda es similar al que se hace en una escuela infantil pública española. Allí, con suerte, puedes llegar a cobrar 1.500 euros. Aquí, yo gano unos 2.500 y estoy a cargo de seis niños», cuenta. Reivindica también que cuanto más mayores son los niños a los que se les da clase, más se distorsionan las comparaciones: «En Cataluña, empiezas en unos 1.800 euros y puedes llegar a los 2.000, 2.100, pero después de varios años. En Irlanda empiezas en 3.000 euros y acabas cobrando el doble, unos 5.000 o 6.000 euros al mes».

Estas son algunas de las razones por las que el docente opina que España está por detrás, a nivel escolar, de algunos de sus países vecinos: «No puedes pretender que alguien se saque una carrera de Matemáticas y haga un máster de docencia para pagarle 1.800 euros. En un banco o en un trabajo de ingeniería, le ofrecerán el triple y con mejores condiciones». Añade, además, que si la situación en España no varía, lo más probable es que muchos profesores prueben suerte fuera: «Va a haber un éxodo seguro. En muchísimos países con mejores condiciones hay falta de maestros, Irlanda es un ejemplo de ello».

PAPEL CLAVE DE LOS PADRES

Uno de los temas más discutidos en torno a las nuevas generaciones es la reducida capacidad de atención que tienen. La razón a la que suele atribuirse es la sobreexposición desde casi recién nacidos a las pantallas, algo que Alejandro observa tanto en España como en Irlanda: «Es terrible, no me lo explico. Yo quiero creer que es ignorancia por parte de las familias, porque a pesar de que no ves un daño inmediato, esto como ir al McDonald´s. Por una vez al mes no pasa nada, pero hacerlo de forma sistemática es un completo error».

El profe agrega que los niños más pequeños no deberían aprender tanto a través de dispositivos electrónicos, sino a partir de la gesticulación humana. «Va en nuestra genética, en nuestra forma de desarrollarnos. Tú entiendes y relacionas conceptos viendo a tus padres y a las personas de tu edad, como en la escuela», razona. Alejandro lamenta, además, la dependencia de muchos de sus alumnos de la tecnología: «En el aula tenemos una tablet, si te la dejas a la altura de alguno de los niños, ellos son capaces de desbloquearla y poner una canción en YouTube, ¡solo con 2 años! Es terrible».

Otro factor clave para Alejandro, de cara a que un niño se desarrolle correctamente, es el papel que tienen los padres en sus vidas. «Los hay de todo tipo, desde los más sobreprotectores, que están todos los días exigiéndoles, hasta los pasotas, que traen a los pequeños sin zapatos y sin desayunar», comenta. Para él, esta relación con los padres es algo que varía en función del tipo de maestro que seas y de cómo lidies con ellos: «Depende de si tú eres alguien que está muy pendiente o eres más despreocupado. Yo he tenido reuniones complicadas con padres y luego me han dado las gracias o me han reconocido que tenía razón. Muchas veces vas al médico y te enfadas con él, pero el que sabe de medicina es él». Es clave que en las clases haya un buen ambiente y el niño esté bien atendido, pero esto no sirve de nada, si cuando llega a su hogar ni el padre o la madre están presentes con regularidad. «Podría suceder por muchas razones: problemas económicos, de salud, culturales... Pero el hecho de que los padres no estén para criar a sus hijos puede crear muchísimos traumas que a largo plazo van desarrollándose, como problemas de conducta y falta de cariño», explica. Aunque para Alejandro pasar tiempo con los niños es algo importantísimo, no todo vale: «No me sirve que tú estés viendo un partido de fútbol en la televisión y que tu hijo esté en el comedor. Tú tienes que jugar con él, lo tienes que criar tú. Es que es muy diferente. La gente se piensa que tener un hijo es dormir poco porque se despertará mucho por la noche cuando es un bebé y no. Esto es para toda la vida». No obstante, el catalán comprende que no todas las familias pueden hacerlo de la forma ideal, pero sí recomienda que todos esos ratos disponibles que tengan los padres intenten sobre todo pasarlos con los niños.

En estos momentos, Alejandro tiene claro que quiere seguir con su carrera en el extranjero, al menos durante unos años más: «Sé que mi etapa irlandesa tiene fecha de caducidad. Para el curso que viene estoy abierto a todo, la verdad». El docente mira hacia el futuro con optimismo y conserva la fe en el sistema. «Creo que los que nos preocupamos por las cosas en todos los ámbitos, no solo en el profesorado, haremos más fuerza que los que pasan de todo. Sueño con crear una plataforma o formar parte de alguna para poder intentar mejorar las cosas. Cuando vuelva a España intentaré mejorar todo lo posible y formar parte del equipo directivo del centro al que entre», concluye.