La Tuna de Derecho de Santiago recupera las acrobacias y el baile de pandereta gracias a este joven universitario

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

CEDIDA

Álvaro Polvillo llegó este verano para hacer el último curso de la carrera en la USC y se unió a las veladas musicales en el Obradoiro elevando el nivel del espectáculo

01 ago 2021 . Actualizado a las 11:00 h.

Cae la noche y la música se oye de fondo en el Obradoiro. En los soportales del pazo de Raxoi toca la Tuna de Derecho. Suena Adelita, Canta y no llores, Clavelitos, Compostelana... Se forma un corro alrededor del grupo, que mece sus capas siguiendo el compás. El público, hipnotizado, se deja llevar por las canciones y la alegría. La tradición del buen tunar, tan unida a la ciudad desde hace siglos, sigue viva. Y, lejos de venirse a menos tras la pandemia, se ha recuperado con un nuevo impulso. El nivel del espectáculo se ha visto elevado con una nueva incorporación. Se trata de Álvaro Polvillo Pérez, un universitario que ha recuperado las acrobacias y el baile de pandereta.

Polvillo es el nuevo fichaje de la Tuna de Derecho y cuenta que solo tuvo que aprender una canción: «A Santiago voy». El sevillano hace un llamamiento para que otros «universitarios en activo se unan» a la tuna compostelana, ya que la mayor parte de sus componentes son ya estudiantes de posgrado o están trabajando. Cree que un núcleo joven puede «darle vida» y continuidad a un espectáculo ya reconocido año tras año en los premios Travelers' Choice de TripAdvisor.
Polvillo es el nuevo fichaje de la Tuna de Derecho y cuenta que solo tuvo que aprender una canción: «A Santiago voy». El sevillano hace un llamamiento para que otros «universitarios en activo se unan» a la tuna compostelana, ya que la mayor parte de sus componentes son ya estudiantes de posgrado o están trabajando. Cree que un núcleo joven puede «darle vida» y continuidad a un espectáculo ya reconocido año tras año en los premios Travelers' Choice de TripAdvisor. PACO RODRÍGUEZ

El sevillano de 25 años acapara la atención de las cámaras elevando el pie a la altura de la cabeza para percutir el instrumento una y otra vez, contra la puntera, la rodilla, el talón... todo ello, sin perder el ritmo ni el equilibrio. En un alarde de flexibilidad, acaba sobre sus rodillas, con la espalda y la cabeza apoyadas sobre el suelo de piedra, y pandereta en alto retumbando las sonajas metálicas. «Es todo improvisado. Te dejes llevar por la música y sale de forma espontánea. El cuerpo lo sufre después. Sé que antes de que llegase yo había en Santiago un pandereta muy bueno, pero lo tuvo que dejar por una lesión de rodilla jugando al fútbol», cuenta el tuno de origen andaluz.

Llegó a Santiago para estudiar Historia del Arte en su último año de carrera. Explica que empezó en la Tuna de Filosofía y Letras de Sevilla. «Siempre me ha gustado la música y la tuna tiene muchísimo protagonismo en mi ciudad. En la fiesta de La Inmaculada van todas las tunas a cantar a la virgen y de pequeño mis padres ya me llevaban a verlas. Allí hay mucha escuela de pandereta y junto a un compañero fuimos sacando pasos, a base de acierto y fallo. Con la capa requieren más técnica, porque hay que tener cuidado de no tropezarse, pero al final viste mucho más», indica Álvaro, quien también aprendió de forma autodidacta la parte instrumental: «Toco percusión, la bandurria, el laúd y aporreo la guitarra». El sevillano ya conocía Santiago y se trasladó ya a finales de junio para «irme aclimatando antes de que empezase el curso, quería buscar un trabajo para costear mis gastos y encontrar un piso... que aquí está complicado». Más fácil fue el recibimiento en la Tuna de Derecho de la USC y hacerse con el público del Obradoiro, reconoce. Su primera actuación fue el 1 de julio, recuerda: «Es una plaza muy agradecida y el público siempre acompaña».