



















Miles de personas celebran los 90 años del aeropuerto militar de Lavacolla en una jornada de puertas abiertas que permitió conocer espectaculares aviones y, sobre todo, compartir experiencias con sus pilotos
19 jul 2025 . Actualizado a las 18:30 h.Seas curioso o no, si te abren las puertas a lugares en los que es difícil entrar por motivos de seguridad nunca hay que perder la oportunidad. Eso es lo que hicieron miles de compostelanos y gallegos, que con la disculpa de celebrar los 90 años de la presencia aeronáutica militar en Compostela conocieron a fondo las históricas instalaciones de Lavacolla, dirigidas por el coronel Velázquez-Gaztelu, y los aviones más espectaculares del Ejército del Aire y del Espacio. Pero, por encima de todo, pudieron hablar de tú a tú con los mecánicos, los mandos y los pilotos que los llevan, que derrocharon amabilidad y didáctica contando los entresijos de cada aeronave y alguna batallita en el sentido más literal.
Una cosa es verlo en las películas de acción, y otra muy distinta es asomarse a la rampa de un Airbus A-400M Atlas, una bestia del aire valorada en 200 millones de euros que normalmente es capaz de transportar a más de un centenar de paracaidistas completamente equipados, pero que ayer tuvo trabajo extra para acoger a miles de civiles que en algunos momentos esperaron más de media hora para acceder.
El tiempo, revoltoso, aguantó sin dramas toda la mañana, que sin duda se quedó corta, porque había mucho que ver y hacer. El pacífico despliegue junto a la pista de la Lavacolla, amenizado con los despegues y aterrizajes de los aviones civiles, lo completaban varios cazas, entre ellos un Eurofighter EF2000, y unidades como un avión-escuela del año 80 con base en Matacán entre cuyos últimos servicios operativos estuvo un viaje a Indonesia para cooperar en la crisis por los terremotos y el tsunami de Indonesia.
Por más que llevemos años viéndolos surcar los cielos y las aguas, la unidad apagafuegos Bombardier —los hidroaviones rojos y amarillos del 43 Grupo, que llegaron a España en los 70— también impresionan de cerca y son una fuente inagotable de preguntas y curiosidades. Y todo el mundo aprovechó para cogerle la matrícula al helicóptero de la DGT, allí presente junto a otras dos unidades de la Guardia Civil y de la Policía. Todos brillaron, e incluso hubo hueco para el orgullo santiagués, representado por la avioneta del Real Aeroclub o el imponente Vamtac de Uro preparado para el combate y con camuflaje. ¿Y qué más generó expectación? Todo. Desde las exhibiciones caninas y de drones hasta las tiendas con camisetas, parches y bolsas de estética militar, que hicieron su agosto un 19 de julio.