Aquellos que sientan curiosidad por conocer más de cerca nuestra historia tienen en la serie Ena. La reina Victoria Eugenia una buena oportunidad. Es cierto que la ficción, basada en el libro de Pilar Eyre, no ha acertado en el doblaje (el español con acento inglés es infumable), pero sí se adentra en la personalidad de la bisabuela del rey actual y en las dificultades de su relación con su marido, Alfonso XIII. Ese bicheo es lo más atractivo de la ficción, que permite entender los entresijos de la monarquía y la soledad de una reina que tuvo que adaptarse de manera brusca a los sinsabores de un matrimonio salpicado por las constantes infidelidades del rey. No es ese el único rechazo que tuvo que enfrentar María Eugenia de Battenberg. Los desprecios de su suegra, la reina María Cristina, y de una corte estrechada en la frialdad de no usar la calefacción dan las pistas suficientes para entender las penalidades y la amargura que sufrió la reina Victoria Eugenia, aunque viviese rodeada de frondosos jardines. Los paralelismos de su vida con pasajes recientes son más que evidentes, ahora que hemos ido sabiendo las peripecias del rey emérito y lo que ha tenido que aguantar, en ese disimulo, la reina Sofía. Es una lección aprendida en la exigente formación que reciben las mujeres que llegan a palacio: que no se les note ni una pizca de lo que les pasa por mucho que les hagan. Ni una queja. El resto es historia.