El equipo de Giráldez acaparó el balón y tuvo el control del duelo, pero solo disparó cuatro veces, todas ellas inocuas
01 dic 2025 . Actualizado a las 05:00 h.El Espanyol le tiene la medida tomada al ataque del Celta y en sus dos últimas visitas a Balaídos, además de llevarse los seis puntos, dejó a los célticos sin anotar en ambas ocasiones. Acabar con el marcador a cero era una teoría que casi no entraba en el plan de partido de un equipo vigués que acumulaba 19 duelos marcando, pero Manolo González volvió a ser la criptonita de Claudio Giráldez. El Celta no se quedaba a cero desde el primer partido de liga, ante el Getafe el pasado mes de agosto. Desde entonces, más allá del resultado, siempre había isto portería, en las tres competiciones.
Porque el cuadro céltico acaparó el balón (60,4 % de posesión) y, sin embargo, no fue capaz de traducir ese dominio en ocasiones claras de gol: cuatro tiros entre los tres palos del rival: uno de Iago Aspas, otro de Pablo Durán, un tercero de Miguel Román y el bloqueado a Javi Rueda. No obstante, la más clara fue la de Bryan Zaragoza, que salió a centímetros del palo largo y que quizás pudo ser decisiva en el partido, ya que obligaría al Espanyol a cambiar de plan.
Tampoco los vigueses pisaron el área rival con asiduidad, sino que tuvieron que hilvanar pases para encontrar opciones ante una defensa tupida, bien organizada y que sabía cuál era su cometido en todo momento. Y eso que Claudio metió en el campo a cuanto delantero tenía a su alrededor y acabó jugando con cuatro atacantes natos: Durán, Ferran Jutglà, Williot Swedberg y Bryan Zaragoza, además de Jones en un costado.
El Celta cargó más su juego por la derecha (40 %), cinco puntos más que por la izquierda, donde Bryan Zaragoza acaparó casi todo el juego, pero desde los costados solo hubo tres llegadas claras. Una, de Javi Rueda en la primera mitad, pero el malagueño se precipitó en el último pase, al que no pudo llegar Borja Iglesias. Bryan, por su parte, tuvo dos llegadas con sendos centros en la segunda, pero ninguna surtió efecto.
Faltó velocidad de balón
Pero más allá de los números, al Celta le faltó una mayor velocidad de balón, imprimirle una marcha más a su juego para que el Espanyol no fuese capaz de montar sus tres líneas por detrás del balón, algo que hizo de principio a fin.
Por el contrario, el Celta estuvo correcto en el plano defensivo y controló bastante las temidas transiciones del conjunto de Manolo González, pero terminó encajando un gol a balón parado, uno de los debes que estaba camino de pulir el equipo.