Un problema sin resolver: la falta de médicos de familia

Eduardo Vázquez Martul

GALICIA

Una persona accede a la zona de urgencias del PAC de Carballo
Una persona accede a la zona de urgencias del PAC de Carballo ANA GARCÍA

19 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Los errores en la planificación de la sanidad pública son una de las causas de los problemas actuales que día tras día asoman a las cabeceras de los periódicos. Problemas que, llegado el verano, se acentúan sobre todo en aquellas localidades que atraen a visitantes que triplican la población nativa. Todo tiene su lado positivo (hoteles llenos y dineros en la caja), pero también el lado negativo, que no se limita exclusivamente al déficit de infraestructuras, sino a algo más grave, la atención sanitaria, ya de por sí deficitaria. La joya de la corona, la sanidad pública, viene dando síntomas de enfermedad crónica que cada vez exige un tratamiento costoso, pero sobre todo planificación. Decía un gran profesor de historia que España siempre sacó mala nota en dos apartados que cambiaron su rumbo de ganador de los mares y de imperios, a perdedor: mala gestión de los asuntos de Estado y pésima diplomacia.

No hay médicos de familia, un problema a resolver. Pero la solución es difícil, porque para ser médico de familia es necesario, en primer lugar, una gran vocación; segundo, mucha preparación; y en tercer lugar, buena planificación de la medicina extrahospitalaria. No se arregla con parches, es un problema de marcar prioridades y eso lleva tiempo. Sabemos que somos un país con una tasa alta de especialistas superior a los de nuestro entorno, en parte debido a que los médicos jóvenes prefieren especialidades hospitalarias, con mayor prestigio social, o con fácil salida en el mercado de trabajo.

Habría que revertir la situación y prestigiar al médico general y médico de familia y, no solo con dinero, sino con una correcta planificación que pasa por darles un poder que no tienen (el poder está en el hospital), a pesar de que una buena medicina familiar limitaría el excesivo gasto hospitalario y la frecuentación de otras especialidades médicas con las consabidas listas de espera. Insistimos en el error histórico de malos gestores de la res publica cuando los problemas de Estado los enarbola la política cortoplacista o localista: creación de grandes hospitales con excesivo coste y gestión casi imposible en vez de centros de salud. Pero no nos olvidemos, nadie quiere ser maestro de escuela, todos quieren ser profesores, y si es de universidad, mejor. Viste más. A pesar de que sin buenos maestros de nuestros hijos, la educación básica, que es fundamental para cualquier sociedad, se tambalearía. Quizás por eso la política del país y la sanidad pública están en crisis. Todo se relaciona.